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Cine, Arte 7

Lo que no se puede comprar

En Luhrmann, cineasta dado al exceso, al oropel y al aspaviento visual, El gran Gatsby ha encontrado a su mejor vehículo de expresión cinematográfica

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Aunque ahora se le considera como un clásico de la literatura americana, al publicarse en abril de 1925, El gran Gatsby, recibió críticas mayormente desfavorables, fue estimada como una “novelita de época” y vendió 20,000 ejemplares en el primer año, lo que fue visto como un desastre de ventas. A pesar de ser una novela difícil de llevar a la imagen, ya que su mayor fuerza reside en el lenguaje y que toca ambiciosamente demasiados temas, en 1926 fue llevada al cine, con guión del propio Francis Scott Fitzgerald y dirigida por Herbert Brenon. Warren Baxter encarnó a Gatsby. De esta película, la cual fue evaluada negativamente por la crítica, no queda ninguna copia.

En 1949 se tomó como base el guión original de Fitzgerald que se utilizó en 1926 y Elliot Nugent dirigió la segunda versión. Alan Ladd interpretó a Gatsby esta vez. Tampoco quedan copias de este filme que no tuvo mucho éxito. En 1974 Jack Clayton dirigió la versión hasta ahora más popular, interpretada por Robert Redford y Mia Farrow. Es un filme fallido, con un Redford que no encuentra su clave para darle vida a Gatsby y que se mueve inerte de un lado a otro de la pantalla. La dirección de Clayton fue también ineficiente y a pesar de contar con un gran elenco, casi todo el mundo, menos Sam Waterston como Nick Carraway, parecen no entender sus roles. En 2000 se hizo una pobre versión para la televisión, con Mia Sorvino como Daisy Buchanan. Ahora llega la voluptuosa versión de Baz Luhrmann (Moulin Rouge), una costosa coproducción de Australia y Estados Unidos.

Nick Carraway es un joven veterano de la Primera Guerra Mundial, graduado de la Universidad de Yale, que se muda de Minnesota a Nueva York para trabajar como vendedor de bonos en una compañía que hace transacciones en la Bolsa de Valores de Wall Street. Es a través de su visión de la vida que se narra la trama. Nick alquila una pequeña casa en West Egg, Long Island, rodeado de mansiones señoriales y al lado justamente del extravagante multimillonario Jay Gatsby. Queda fascinado por el despilfarro de Gatsby, que organiza fiestas gigantescas a las que acuden prácticamente multitudes y en las cuales la música suena sin parar, la gente baila hasta el desplome y se bebe y se come en proporciones pantagruélicas hasta el hartazgo.

Gatsby muestra un interés inusitado en Carraway, a quien observa sigilosamente desde su ventana, algo que Nick no se explica. Al otro lado de la bahía, justo enfrente a la casa de Gatsby, queda, en el East Egg, la mansión de Tom Buchanan, un aristócrata millonario, un tipo “musculoso y arrogante” según lo describe Fitzgerald en la novela, quien fuera compañero de clase de Nick en Yale y que está casado con Daisy Buchanan, que es prima de Nick, quien aún no sabe que ella fue el gran amor de la vida de Gatsby.

Daisy era una chica de la alta sociedad de Louisville que tuvo un intenso romance con Gatsby pero que este lo rompió porque no tenía un centavo. Se desconectan, Gatsby supuestamente se pierde de la faz de la tierra y se dedica a amasar una fortuna para recuperarla a ella.

Nadie conoce a ciencia cierta la historia de Gatsby y aprovechando la fascinación que por él siente Nick, Gatsby lo invita a sus fiestas, le da un tratamiento especial y lo va enredando en su plan de volver a contactarse con Daisy, con quien se ha limitado a soñar por mucho tiempo, mirando la luz verde que puede apreciar en la distancia, emitida en el embarcadero de la casa de los Buchanan en el East Egg.

Gatsby ha erigido su imperio de forma tortuosa, como comerciante ilegal de alcohol en plena era de la Prohibición, asociándose a Meyer Wolfsheim, un macabro personaje del hampa, en el cual Fitzgerald volcó sus prejuicios antisemitas de la época. Buchanan, una vez que se da cuenta del propósito de Gatsby, investiga su pasado y confirma su sospecha, que este no es más que un advenedizo, un nouveau riche, un impostor sin refinamiento ni educación. El drama enfrenta a estos dos hombres, sus pasados y sus secretos (Buchanan tiene una amante, Myrtle Wilson, que al final se convierte en un elemento trágico del desenlace), en su lucha por Daisy.

La novela transcurre a principios de los roaring twenties, la entreguerra que vio el comienzo del auge de la economía americana, el surgimiento de la cultura popular, a través de ímpetu del jazz y el advenimiento de una nueva moral, condicionada por los deseos mundanos, el hedonismo y el exceso. Fitzgerald quiso con esta novela convertirse en el crítico de la naciente sociedad americana, la cual ya interpretaba como decadente. El filme no puede ser más fiel al libro.

En Luhrmann, cineasta a su vez dado al exceso, al oropel y al aspaviento visual, Gatsby ha encontrado a su mejor vehículo de expresión cinematográfica. Todo en la película, desde el vestuario, las bacanales con muchedumbres orgiásticas, el intenso color de la fotografía, los escenarios obviamente de réplica kitsch, los repentinos cortes de primeros planos a planos generales, a planos medios y los bruscos movimientos de cámara, es tan falso como el personaje que se ha inventado Gatsby, un hombre cuya inmensa biblioteca consiste mayormente de cubiertas vacías.

La excelente banda sonora creada por Shawn Jay Z Carter, utilizando mayormente música de hip-hop obedece a la intención de Luhrmann de expresar el auge de la música popular de aquella era con la música popular que domina nuestra era, evitando así clichés y empleando un anacronismo que añade el tono falso necesario. El filme es fiel a la novela no solamente en el hilo argumental, sino en la interpretación que hace de su espíritu al traducirla a la imagen. La única licencia del libreto es que Carraway escribe su libro desde un asilo psiquiátrico, quizá para acentuar su desencanto con los ricos del este y no simplemente desde su casa en Minnesota, como sucede en la novela.

Las actuaciones de Leonardo DiCaprio como Gatsby y de Tobey Maguire como Nick, son impecables. Joel Edgerton se mueve con soltura en su papel de Tom Buchanan y Carey Mulligan hace la mejor interpretación de Daisy, con esa facilidad que tiene para exudar una inocencia perversa, lo cual ya hizo con éxito en An Education. La casi debutante Elizabeth Debicki llena con su presencia la pantalla en su interpretación de Jordan Baker.

Francis Scott Fitzgerald basó la novela, en parte, en su propia vida. Hijo de un profesional, criado en Minnesota como Nick Carraway, Fitzgerald, que pertenecía socialmente a la clase media alta, se comprometió con Zelda Sayre, una muchacha de la alta sociedad de Montgomery, Alabama, hija de un magistrado, mientras él se encontraba en el servicio militar a fines de la Primera Guerra Mundial. Cuando se mudó a Nueva York a tratar de ser escritor, le fue mal económicamente y tuvo que romper su compromiso con Zelda, pero un año después, al finalmente ser capaz de ganarse la vida escribiendo, pudo recuperarla y casarse con ella. Fitzgerald vivía obsesionado con las diferencias de clase y particularmente con la aristocracia.

El gran Gatsby, con todos sus elementos autobiográficos, se disfraza de historia de amor para meditar y expresar la imposibilidad de ser aceptado en la aristocracia si no se nace en ella. Ese es el verdadero interés de Gatsby, ser admitido en pleno en la aristocracia. En un momento determinado en el cual Daisy cede a sus avances y le pide que se escapen y se alejen de toda la riqueza y del mundo que los rodea, Gatsby no lo acepta, solamente la quiere como su esposa legal, insiste en que se divorcie de Tom para que entonces ambos sean respetados en sociedad como una pareja aristocrática. Pero todo el dinero del mundo no le puede comprar a Gatsby la clase que ansía. Su deseo de desquite por haber tenido que romper su compromiso años atrás nunca se podrá cumplir, no importa cuánto se esfuerce. Está condenado a fracasar solo por su condición social, su única solución es un escape sin honor. Esta es su gran tragedia y el tema principal del libro y de la película.

Cuando Fitzgerald murió en 1940, estaba convencido que nunca sería reconocido como un gran escritor y que su obra jamás se vendería. Esta semana la versión de Luhrmann de El gran Gatsby abrió la edición de 2013 del Festival de Cannes, a menos de veinte minutos de donde Fitzgerald escribiera la novela noventa años atrás.

The Great Gatsby (Australia/EEUU, 2013). Dirección: Baz Luhrmann; Guión: Baz Luhrmann y Craig Pierce, adaptando la novela de F. Scott Fitzgerald. Director de Fotografia: Simon Duggan. Música: Craig Armstron y Shawn Jay Z Carter. Con: Leonardo DiCaprio (Gatsby), Tobey Maguire (Nick Carraway), Joel Edgerton (Tom Buchanan), Carey Mulligan (Daisy Buchanan) y Elizabeth Debicki (Jordan Baker). De estreno amplio en todo Estados Unidos y en Francia y España.


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