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Actualizado: 01/07/2024 13:46

Humor

La vuelta del caguairán

Las rogativas del exilio han sido imprecisas: murieron 'el que asaltó el Moncada', 'el que nunca suelta el micrófono' y 'el viejo dictador', pero ninguno de ellos era el Comandante.

En estos días los amigos se me han acercado preocupados por una trascendental cuestión para los destinos de la patria: si el Comandante se moría, ¿de qué iba yo a escribir? Y eso me daba gracia porque, con la pregunta, mis amigos implicaban que mi falta de talento era tal que si el Comandante moría yo sería incapaz de encontrar una nueva fuente de inspiración. Pero estaban totalmente equivocados.

Puede que me falte talento para encontrar nuevos temas, pero, en cambio, el Comandante es inmortal. El Muro de Berlín cayó, desapareció la Unión Soviética y ahora resulta que Plutón no es un planeta, pero el Comandante sigue ahí como el Cañón del Colorado, la Muralla China, el Everest o Alicia Alonso. Aferrado a la vida (y a los noticieros) como un ama de casa a su turno en la cola, como un balsero a su balsa o como una ladilla a… su hábitat natural.

El Comandante ha demostrado estar hecho de esa sustancia incorruptible y trascendente de que están hechas las cosas destinadas a durar una eternidad, como ciertas religiones, la estupidez de los adolescentes o la construcción de la ochovías en Cuba.

Al difundirse la noticia de su enfermedad y del traspaso temporal del poder al hermano, los enemigos del Comandante empezaron enseguida a afilarse los dientes y a especular: que si estaba muerto, que si lo habían congelado como a Walt Disney para buscar rápido un modo de revivirlo antes del próximo apagón; que —y esto lo oí en el restaurante Versailles de Miami con estos oídos que se va a tragar la tierra— Ramiro Valdés (ministro del Interior de cuando lo más avanzado que tenía el ministerio en tecnología eran los perros pastores alemanes y las viejas del Comité) preparaba un golpe de Estado contra Raúl Castro. Que si Raúl Castro, como medida de prevención, había decidido cambiar de sexo —aunque no se sabía a cuál— y así despistar al enemigo. Y que Ricardo Alarcón preparaba otro complot contra Vilma Espín por si acaso ella era Raúl Castro disfrazado.

La Viagra del Comandante

Luego, en el cumpleaños del Comandante, aparecieron las fotos de este con un mono Adidas y todos los que se hicieron ilusiones con su estado de salud se hundieron en las tristes aguas del desengaño.

El Comandante apareció en las fotos con el bigote peinado y el mono deportivo, como si en vez de estar en un hospital se estuviera preparando para las próximas Olimpiadas para alguna competencia de velocidad (aunque fuera cuesta abajo en silla de ruedas). El principal objetivo era no salir en pijama, pues al parecer hay alguna relación entre usar pijama y la falta de virilidad. Aparentemente, para el Comandante estar en un hospital o dormir son cosas de homosexuales.

Pues en estos días, viendo las fotos que iban apareciendo del Comandante, todos nos hemos convertido en críticos fotográficos. Que si había sombras de más, que si parecía un montaje. En la foto en la que aparecía el Comandante con el puño en la quijada y la mirada más perdida que una vaca en Centro Habana, se evocaba dos íconos distintos —el pensador de Rodin y el Quijote. La foto parecía decirnos que el pensador se había vuelto loco o que el loco se había puesto a pensar.

Pero la más enigmática de las fotos fue la que se tomó con Hugo Chávez sosteniendo entre los dos algo que parecía un palito y que luego resultó ser una daga de Bolívar dentro de su estuche, todo con una clara connotación fálica. Esa foto de Chávez ayudando al Comandante a sostener el artefacto venía a decir algo así como que Chávez es quien enardece al Comandante. O para decirlo en otras palabras, que Chávez es la Viagra del Comandante.

Pero todas las sospechas de montaje se esfumaron con el vídeo que apareció al día siguiente, con el Comandante comiendo yogurt frente a las cámaras y escribiendo noticas, mientras Chávez hablaba y hablaba sin parar. No importa que los enemigos del Comandante declararan que el vídeo más que una demostración de su vitalidad, parecía la presentación de un robot que se activa —muy levemente— con la energía sonora que emite la garganta de Chávez.

Caguairán con comején

El periódico Granma anunciaba: "el Caguairán se levanta", comparando el porte del Comandante con el de un árbol parecido a la quiebra hacha. Para mí, que no soy experto en botánica, si tuviera que compararlo con algún vegetal atendiendo a la escasa verticalidad que mostró durante todo el vídeo, lo compararía con un bejuco de boniato

Lo curioso es que los periodistas-poetas del Granma utilizaran como símil el caguairán, que es un árbol bastante menos conocido que la quiebra hacha. El problema es que como quiebra hacha rima con "muchacha", "remolacha", "empacha", "cucaracha" y "agacha", los del Granma prefirieron halar por el Diccionario botánico de nombres vulgares, de Juan Tomás Roig, y buscar entre nombres vulgares como "Ñame" (nombre científico: Petrus Ross) y "Boniato" (nombre científico: Pérez Roque) un sinónimo de quiebra hacha. "Caguairán" tiene la ventaja de rimar con "Birán", (donde nació el Comandante), y con "volcán", "titán" y "macharrán". Si después en las imágenes el caguairán parece más bien cundido de comején, eso es otro asunto.

Pero falsa alarma aparte, estos días han servido para que sepamos lo dura que será la vida del Comandante (sobre todo para los humoristas) con Raúl disfrazado de hombre invisible. La alarma sirvió para que por ejemplo el cantautor Silvio Rodríguez haya declarado que al Comandante "le regalo todo lo que pueda regalarle, quizás hasta un poquito más que mi música: le regalo hasta mi persona", haciendo realidad aquella canción de su colega Pablo Milanés que decía que "la vida no vale nada".

El cardenal Jaime Ortega —alma cristiana como pocas— llamó a los católicos cubanos a orar por que Dios acompañe al Comandante en su enfermedad, y uno se pregunta: ¿para qué? Porque lo más seguro es que el Comandante se vire para Dios y le diga: "está bien, si insistes te cedo el poder, pero que quede claro, de manera provisional, porque a ti te falta experiencia".

Por su parte, los cubanos de a pie, le desean la recuperación al Comandante, aunque no queda claro si quieren que se recupere de la misma forma en que se ha recuperado la industria azucarera nacional en los últimos años (o sea, que vuelva a los niveles de 1905, cuando el Comandante era sólo un espermatozoide gallego).

Un gobierno letrado

En el exilio, por supuesto, no le desean lo mejor al Comandante, sólo que sus rogativas no han sido muy precisas que digamos. Al parecer pidieron que se llevara "al que asaltó el Moncada", y se fue Gustavo Arcos Bergnes, el fundador de la disidencia cubana también participante en ese asalto. Luego pidieron que se llevara a "ese que nunca suelta el micrófono", y a quien se llevó fue a Eddy Martin, el comentarista deportivo. Luego pidieron que se llevara "al viejo dictador", y a quien se llevó fue a Stroessner, el ex dictador paraguayo.

Para la próxima rogativa sería mejor que no se andaran con rodeos y lo llamaran directamente por su nombre (y los dos apellidos, no vaya ser que a quien se lleve sea a Fidel Pérez Michel, el actor que encarnara a los personajes de El Jaguar y El Puri, de triste recordación).

Pero lo que ha quedado claro es que la cesión de poder no sólo ha sido provisional, sino además aparente. Ahora en vez de dar discursos, el Comandante gobierna mandando noticas escritas a mano. Lo que se dice un gobierno letrado. De gobernar por decreto se ha pasado a gobernar por noticas. Y eso, de paso, ha servido para demostrar que el Comandante no es un dictador: las notas no se las dicta a nadie, sino que las escribe de su puño y letra.

Y yo, que estoy igualmente emocionado con la vuelta del Comandante, trataré de resumir en pobres versos mi profundo agradecimiento por todo lo que sigue haciendo por nosotros, los humoristas: "Firme ahí mi caguairán / cumpla ochenta y cumpla cien / y cuídese del comején / que lo tiene como un flan".

© cubaencuentro

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