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Actualizado: 01/07/2024 13:46

Humor

Coca y moralismo

Con la nueva división continental del trabajo, el Comandante está encargado de la salud, Chávez de la energía y Evo de la 'euforia'.

Algunos piensan que tras la victoria en Bolivia de Evo Morales, el líder del Movimiento al Socialismo (MAS), y el reforzamiento de las posiciones de Hugo Chávez y Fidel Castro para el próximo año, América Latina presenta inmejorables auspicios en el sector migratorio con la consecuente explosión demográfica en Miami.

Pienso, no obstante, que todo el continente debiera mirar con esperanza la victoria de Evo Morales. Como todos sabemos, Hugo Chávez ha estado cultivando amistades en todo el continente del mejor modo que sabe: hablando mal de los norteamericanos y repartiendo petróleo, incluido su ofrecimiento de venderles petróleo barato a los sectores menos favorecidos dentro de Estados Unidos.

El Comandante, quien tiene el copyright de la técnica de echar pestes de los yanquis sin pasar a mayores, no se queda atrás y cultiva amistades despotricando de sus vecinos norteños y repartiendo médicos por todo el continente, incluido su envío frustrado de médicos a Nueva Orleans.

Evo Morales, que además de amistades cultiva coca, también ha hablado horrores de Estados Unidos. De manera que en el continente todos miran esperanzados en su dirección, esperando el momento en que busque ganar amistades repartiendo coca. No es de extrañar que muy pronto el moralismo se extienda por todo el continente, con especial énfasis en ciertas esquinas del Bronx, Los Ángeles y en todo Maradona.

De manera que en esta nueva división continental del trabajo, el Comandante está encargado de la salud, Chávez de la energía y Evo de la euforia. A partir de ahora, el futuro de los pueblos latinoamericanos no sólo será luminoso, sino también alucinógeno.

Quiero dejar claro que no soy uno de esos irresponsables que confunden una planta con la rica y enraizada tradición de la coca, con ese derivado bastardo conocido como cocaína. No soy tan irresponsable como para intentar meterme una planta de coca en la nariz.

Picadillo de coca texturizado

Según nos dice nuestro Dios omnisapiente, Google, "las culturas indígenas usaban la coca con carácter ritual y por sus propiedades 'energéticas', que les permitían realizar trabajos físicos de excepcional dureza sin sucumbir al cansancio. Las carencias alimenticias eran, asimismo, subsanadas gracias a los efectos inhibidores del apetito que tiene la coca".

Y uno se pone a pensar en lo que podría hacer el Comandante en Jefe con algo así. Algo que ayude a realizar duras tareas físicas y a soportar el hambre, se presenta como el instrumento ideal para construir no sólo Machu Pichu, sino también el socialismo. Porque en Cuba, faro de América, no es que falte comida como anuncian unos cuantos reaccionarios, sino que sobra apetito.

Después de todo lo que el Comandante inventó con la soya, en la década del noventa, no es extraño que le pida a su triunfante amigo Evo un cargamento de la planta ritual andina para producir picadillo de coca texturizado. Luego siempre habrá quien piense que en realidad las hojas de coca la están adulterando con hojas de café; pero si se mira bien, a la larga no será tan malo, porque muchos cubanos es lo más cerca que van a estar del café de verdad, en unas cuantas décadas.

Antes de continuar quiero dejar claro que no estoy preocupado con la construcción del socialismo a partir de la coca, ni andaré agitando masas de descontentos con consignas tales como: "¡la coca es el opio del pueblo!". No tendría nada que objetar si, por lo visto, con la coca se pudiera resolver el problema del hambre, sin tener que resolver el problema de la comida (problema que al parecer es bastante más complicado).

Socialismo y detergente

En realidad, lo que me preocupa es el destino de la coca en manos del socialismo. Según la Real Academia, el socialismo es un "sistema social y económico basado en la propiedad estatal de los medios de producción y en la progresiva desaparición de las clases sociales". Eso lo dice la Real Academia porque nunca ha tenido que experimentar el socialismo en versión cubana.

En el socialismo que yo conozco las clases no desaparecen, sólo se transforman: de explotadores y explotados, en dirigentes y los jodidos de siempre. Lo que de verdad desaparece en el socialismo, señores de la Academia, es todo lo que se coma, se beba, limpie o dé esplendor (socialismo y detergente nunca se han llevado bien y no quiero hablar del transporte, porque en Bolivia el transporte siempre ha estado en llamas, literalmente).

De ahí que el socialismo —ese que ha sido patentado por el Comandante tan admirado por Morales— podría ser más eficaz en la eliminación de la coca que todas las campañas antidrogas impulsadas por Estados Unidos. No es difícil imaginarse al Comandante dándole consejos a Evo sobre cómo crear una variedad de coca que, además de quitar el hambre, sea rica en proteínas cruzándola, por ejemplo, con maní.

Y por supuesto que todos los conocedores de las hazañas del Comandante se imaginan el resultado: al final de los experimentos, Evo Morales habrá obtenido la más que novedosa, revolucionaria variedad de coca, un arbusto sin hojas ni ramas; o sea, básicamente el líder del MAS habrá redescubierto el palito. Así Bolivia pasará de ser el máximo productor de coca del mundo a importar cocaína de Estados Unidos para tratar de satisfacer las necesidades básicas rituales de los indígenas.

Pero ya para ese entonces no habrá problemas porque los medios de producción estarán en manos del pueblo, bajo la consigna de "¡A hacer menos con MAS!" (en el socialismo uno sabe en manos de quien están los medios, pero a dónde va a parar la producción sigue siendo un misterio).

Y con las manos ocupadas por los medios de producción, el pueblo boliviano no podrá hacer mucho: sólo se le permitirá soltarlas cuando toque la hora de aplaudir. Cuando se pongan de moda las campañas de alfabetización, si los indígenas quisieran masticar alguna hoja tendría que ser la de las libretas (aunque entonces serían castigados por maltrato a la propiedad social).

A pesar de todo, siempre podrá aparecer alguien a quien no le gusten estas transformaciones, gente desagradecida de las que en Cuba engrosan las nutridas huestes de los balseros. Por todo esto, creo va siendo hora de que todos los latinoamericanos apoyemos a Bolivia en su lucha por obtener una salida al mar. Los futuros balseros bolivianos nos lo van a agradecer.

© cubaencuentro

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