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Indios, Cuba, Trabajadores

Bruno, Barack y los plomeros indios

¿Lucharán los sindicatos cubanos con los inversores capitalistas en favor del trabajador o serán más estatalizados que obreros?

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Las cosas sucedieron así: cierto día saltó a la publicidad desde La Habana la foto de algunos obreros indios, no del oeste americano sino de la India hindú, monísimos todos ellos en sus impecables monos anaranjados, subiéndose a un autocar de turismo en los que serían trasportados bajo la asfixiante canícula capitalina, aunque envueltos en aire acondicionado.

La gente se enteró y comentó el hecho, protestó y al mismo tiempo se quedó con la boca abierta, algunos con pena, otros con placer. ¿Cómo era posible que en Cuba Socialista ––paraíso de los trabajadores a pesar del bloqueo imperialista–– se trajeran obreros del otro lado del mundo en vez de emplear a mano de obra nacional?

Pausa.

La victoria diplomática cubana en Naciones Unidas el pasado miércoles 26 es histórica, así como la sorprendente decisión del presidente Barack Obama de no votar en contra, sino de abstener a la delegación de Estados Unidos en una resolución anual que condena la política de Washington contra Cuba desde hace 25 años. Obama, con dicho gesto, indica que no solo busca con honestidad una reparación legal del conflicto comercial entre los dos países sino un reconocimiento moral de Estados Unidos hacia Cuba en el espinoso tema del bloqueo. El canciller Bruno Rodríguez ––como obvio puntero en la persistente política cubana–– saludó varias veces la abstención de Estados Unidos y a su delegada Samantha Power, pero sobre todo continuó con un sólido y documentado alegato contra Washington y la persistencia del embargo, entre otras cosas. La Habana nunca ceja, martilla y machaca hasta que se doble el yunque, y hasta ahora le ha salido bien. Quien revise el consistente discurso de Rodríguez entiende las razones de Cuba y hasta lo que el canciller parece transpirar, vibrante y victorioso: que el bloqueo/embargo es el único culpable de la pobreza económica y social en Cuba. Pero eso no es así.

Lo que nos lleva a los obreros indios atravesando La Habana en su nube de aire acondicionado y a algunas preguntas que no pueden responder ni Obama ni Power, ni 192 de los 193 países reunidos el miércoles en Naciones Unidas. Preguntas que tienen que ver con el presente y el futuro de la Isla.

Y algunas de estas preguntas son:

¿Quién defiende o defenderá los derechos de los trabajadores cubanos en las “nuevas coyunturas” que se propician en la “actualización del modelo” con respecto a las empresas extranjeras? ¿Serán los sindicatos, el Ministerio del Trabajo, la Asamblea Nacional? ¿Tal vez serán las propias empresas extranjeras, como la francesa Bouygues que trajo a los compañeros proletarios indios para sustituir con eficiencia a los compañeros proletarios cubanos las encargadas de arreglar el asunto con el Gobierno?… ¿Podemos creer de verdad que en Cuba, faro de la educación y la biotecnología no existan electricistas y plomeros calificados? El día en que el embargo sea levantado ––que lo será–– qué pasará con las empresas americanas que necesiten obreros cubanos. ¿Se convertirá el Estado cubano en una gigantesca y única agencia intermediaria de contratación o permitirá que los norteamericanos contraten directamente a los cubanos?

Tal vez este fue el dilema de Bouygues: en la actualidad la legislación cubana no permite a una empresa extranjera contratar directamente a un ciudadano cubano y les sale ¡más barato! a los capitalistas traerlos desde la India antes de contratarlos a través del vigente método gubernamental. Mediante el mismo, al obrero cubano le llegaría solamente parte del salario pagado por la empresa extranjera ––en todo caso mucho menos de lo que le pagan a los plomeros y electricistas indios–– y los plomeros o electricistas cubanos, lo saben. Tal vez eso constituya una razón para que estén digamos molestos, sentidos o perplejos ante el actual ordenamiento laboral y de remuneración en el Estado de los Trabajadores. ¿Lucharán los sindicatos obreros con los inversores capitalistas en favor del trabajador o serán más estatalizados que obreros? Cuál será la legislación justa, cuáles las reglas del juego, cuáles las bondades de la “actualización del modelo” para beneficiar, por qué no, a los trabajadores cubanos.

Un fantasma recorre Cuba y ojalá que solo sea un fantasma: que en las nuevas relaciones de producción, propiedad y administración, así como en las oportunidades comerciales y empresariales que se abren como preámbulo de la “actualización del modelo”, sostenible y socialista, penetran el nepotismo, la influencia política y el privilegio. Como una nueva piñata a lo nicaragüense o a la rusa ¿Es realmente así? Una legítima pregunta para cualquier cubano que sienta por Cuba y que tampoco podrá ser respondida ni resuelta con el necesario fin del bloqueo norteamericano.


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