Actualizado: 28/06/2024 0:13
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Pataleo incansable

El futuro de Cuba: ¿Con Shakespeare o con Chejov? ¿Intransigencia y muerte o aprendizaje y vida?

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Como dice Norman Mailer, "la exageración es el lenguaje del diablo". No es necesario llamar "apartheid" a prácticas que distan del execrable régimen sudafricano que los cubanos contribuimos a derrotar para orgullo nacional en Cuito Cuanavale. El día que quieran los compatriotas comunistas, discutamos la legitimidad patriótica de oponerse a que haya territorio cubano abierto a los extranjeros y cerrado a los cubanos; o si es defender o no al ciudadano, luchar para que pueda viajar sin mendigar un permiso que le corresponde como derecho.

Las discriminaciones son, por su propio peso, un ultraje al patriotismo. Las sanciones inteligentes no son para recuperar propiedades u obtener compensaciones, sino para mejorar las condiciones de los que viven en Cuba. Se refieren no a opiniones políticas, sino a derechos reconocidos incluso en la Constitución de 1976.

Pero se mueve

En el último número de la prestigiosa revista The National Interest, Edward Mansfield, de la Universidad de Pensylvania, y Jack Snyder, de la Universidad de Columbia, demuestran desde la experiencia de América Latina, África y el Medio Oriente que el electoralismo de la administración Bush está creando desastres en países que carecen de mínimas instituciones democráticas. "Apresurar el tránsito a elecciones competitivas, no sólo incrementa el riesgo de guerra, sectarismo y terrorismo, sino que hace más difícil la consolidación democrática futura".

Cuba puede y debe tener una apertura política gradual, con estabilidad, y no hay que esperar a que muera Fidel Castro para trabajar por ella. Claro que abogar por un cambio gradual incluye la solidaridad con los que sufren la represión. En primer lugar, evitar que sean víctimas de perfidias como el "taller de periodismo" preparado en la residencia de James Cason, por Manuel David Orrio, agente de la Seguridad castrista.

¿Qué se puede hacer para aliviar su pena? Concentrarse en que los presos sean liberados y que la Cruz Roja Internacional pueda visitar las prisiones para recibir información sobre las condiciones de las mismas. Debe ser un bochorno para todo cubano, que personas que se oponen al embargo sean maltratadas por la turba, azuzada por la policía política, como ocurrió con los miembros de la revista Consenso, o que centenares estén presos por discrepar con la ideología oficial.

El embargo se está acabando. Posiblemente terminará con Fidel Castro en el poder, pero seguro no resistirá su muerte. Raúl Castro, o cualquiera de los posibles sucesores, no genera la antipatía que Fidel causa entre muchos estadounidenses. Mantener tal política irracional contra los intereses norteamericanos, será imposible.

Simultáneamente, la muerte de Fidel Castro no traerá el colapso del régimen, pero el carisma de todos sus potenciales sucesores en un frasco, provoca la emoción de una botella de agua mineral sin gas. Sería ingenuo pensar que puedan seguir dando a los niños congresos, en lugar de juguetes, y a los adultos, discursos en lugar de comida, transporte y vivienda. ¿Qué se harán cuando no tengan ni embargo, ni a Fidel Castro?

Desafortunadamente, los comunistas todavía pueden contar con la ayuda de los exiliados derechistas, para polarizar. El show de Díaz-Balart con las visas de los peloteros y las declaraciones de Ernesto Betancourt en la Universidad Rice, en Texas, de que Posada Carriles trabaja en coordinación con Fidel Castro, sirven de muestras recientes (ver el sitio del Instituto James Baker).

Los asalariados del rencor tienen dos tácticas fundamentales: la de Díaz-Balart es hacer papelazos; la de Betancourt es decir sandeces. No es ético ni necesario endilgarle a Fidel Castro las faltas de Posada Carriles. El Comandante tiene suficientes de su propia creación. Los actos de Posada son propiedad exclusiva de la derecha exiliada. Si van a abandonar el terrorismo, háganse la autocrítica pública, paguen el costo político con ética, en lugar de abandonar a su compañero en desgracia.

Sería ingenuo esperar moderación de los radicales de derecha o izquierda que han hecho fortuna polarizando. Es la mayoría de cubanos y cubanas, racionales y moderados en Cuba, Miami o Madrid, la que puede sustituir el combate por el diálogo.

Nuestro futuro puede ser a lo Shakespeare o a lo Chejov. En los dramas de Shakespeare, los personajes son fieles a su herencia, intransigentes y gallardos. Al final, muchos muertos. Con Chejov, los personajes son tragicómicos y a veces tristes. No logran todo lo que sueñan, pero aprenden. Siguen adelante, vivos.


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