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Las últimas mordidas de Saturno

Mensaje habanero: Por ahora, cualquier negociación será directamente con los hermanísimos, por no decir con el comandante en jefe.

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El truene de un segmento de talibanes gubernamentales y su sustitución por militares y burócratas emergentes, indica —sin especulaciones desiderativas— la búsqueda de un equipo de gobierno más dócil y menos comprometido con el pasado más reciente.

La evidente concentración de poder, paradójicamente, es signo de que puede suceder cualquier cosa. Ningún cuadro se opondrá. Unos, por su condición de militares, se cuadran y cumplen órdenes. Los otros carecen de capital simbólico, acaban de acceder al Poder y no tienen círculos de compromisos.

Las destituciones en su conjunto, que parecen culminar con el belicoso Felipe Pérez Roque y el grisáceo Carlos Lage, vuelven a mostrar no sólo la falta de escrúpulos del Castro mayor, aun con sus engendros más cercanos, sino su disposición a cualquier giro que lo sostenga.

Parecería increíble que lecciones anteriores —defenestraciones, purgas, juicios sumarios...— no le hubieran enseñado a estos hijos de Saturno dónde está el Poder. Pero la historia —cualquiera— demuestra que una vez sumergido en la corte, no hay más que ser cortesano.

Las cartas donde Lage y Felipe renuncian son patéticas. A pocos sorprenden. Los colmillos de Saturno mantienen su filo hasta el último momento. Así sucedió en la Unión Soviética de Stalin o en la Alemania de Hitler, en la Roma de César...

Mientras esto sucede, hay informes confiables de que los talibanes de cualquier signo están a la baja. El reciente análisis de la Brooking Institution sugiere que los talibanes cubanos están perdiendo espacios, zonas de influencia, dentro y fuera.

A los "despejes" latinoamericanos y europeos se añaden signos de cambio en el inexcusable vecino, aumentan las posibilidades de extirpar el tumor fundamentalista que polariza el "tema Cuba".

La meta volante que llamamos democracia parece estar más cerca de nuestro arruinado país que hace uno o dos años. La favorece una crisis interna, que tiene en el escepticismo contra la eficiencia del sistema y del gobierno, su punta del iceberg. La favorece la purga que acabamos de observar, evidentemente dirigida por los hermanos Castro, no por Raúl. En todo caso, por el Castro mayor.

Quemados por sus propias declaraciones "combativas", como le sucedió al "poeta" (sic) Carlos Aldana —para sólo citar un ejemplo—, el trueno que acaba de caer sobre Lage, Felipe y su grupo despeja el cielo político cubano. Cualquier negociación en marcha puede contar ahora con la certeza de que se conversa con el mero mero, sin réplica o disidencia.

Raúl Castro, desde que jugaba a los escondidos, ha obedecido a su hermano. Lleva por lo menos siete enmarañadas décadas cumpliendo órdenes. Lleva medio siglo de exitosa obediencia, si el éxito para los políticos se mide por la permanencia en el Poder.

¿Entonces? ¿A estas alturas, en el noveno capítulo, casi al cierre del juego, va a desobedecer? La "reflexión" del Castro mayor, las carticas de Lage y Felipe, y la foto de un Fidel mejorado junto al presidente de República Dominicana, son elocuentes.

Las evidencias apuntan hacia un mensaje: cualquier negociación por ahora será directamente con los hermanísimos, por no decir con el comandante en jefe. Y ello, a diferencia de los países democráticos, viabiliza potenciales acuerdos, negociaciones expeditas, sin estorbos legislativos o del Consejo de Estado.

Tres síntomas: Alarcón sigue en su puesto, como "embajador" a cargo de las relaciones con el vecino inexcusable. Es decir, como secretario de Castro para el tema. Las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior siguen en el puño de siempre, con los mismos generales. No hay el menor cambio en la orientación de los medios o en el trato a los disidentes.

Para colmo, las otras defenestraciones, sobre todo en la economía y en las relaciones laborales, tienen el valor agregado de suscitar entre ingenuos la esperanza de mejoras, de aperturas, de alivios a la miseria.

Salvo a sus familiares e íntimos amigos, a nadie le duele la reciente purga. Otra más, quizás la última. Obama no tiene dudas de con quién debe negociar. Saturno ríe.


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El ex vicepresidente Carlos Lage, en una imagen de 2007. (AFP)Foto

El ex vicepresidente Carlos Lage, en una imagen de 2007. (AFP)