Actualizado: 28/06/2024 0:13
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Lizandra Góngora Espinosa, Presa política, Enferma

Evocación y reclamo de una convicta de conciencia

Está enferma de gravedad Lizandra Góngora Espinosa, una de las 119 prisioneras políticas cubanas opuestas a la dictadura que le abrió las puertas de la bahía habanera a la armada rusa

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La llegada de un submarino nuclear de Vladimir Putin al puerto de La Habana ha motivado diversos comentarios en las redes sociales. Uno de ellos reproduce la opinión del principito de Saint-Exupéry al comparar el dibujo de un sombrero con una boa que se ha tragado a un elefante, similar a la silueta del artefacto guerrero asomando el morro sobre su larga silueta tubular a ras de las aguas.

Las asociaciones de ideas suelen ser caprichosas. El peligroso navío, capaz de asolar medio mundo, me ha recordado que en la Isla de la Juventud (Isla de Pinos), está encarcelada, deportada además, Lizandra Góngora Espinosa. La imagen siniestra del artefacto ruso cruzando frente al Morro habanero pronto será olvidada. Sin embargo, es imposible borrar una fotografía hecha viral en las redes sociales. Se trata de una mujer ofendida, mostrando en la palma de su mano derecha la frase “No es No”.

Madre de cinco hijos, declarada convicta de conciencia, una de las 119 prisioneras políticas cubanas, opuestas a la dictadura que le abrió las puertas de la bahía habanera a la armada rusa, Lizandra cumple una sentencia de 14 años de privación de libertad en la penitenciaría Los Colonos, cercana a Nueva Gerona, capital del también conocido Municipio Especial. (Ver: www.prisonersdefenders.org)

La prisionera política cuya presencia revive al paso de siglo y medio la Siberia de Cuba que creíamos desaparecida, pertenece a las decenas de miles de compatriotas que protestaron en las calles el 11 de julio de 2021. Al ser una activista de la organización opositora Partido Republicano de Cuba, líder natural en su barriada, no importó a las autoridades el carácter pacífico de las manifestaciones. Lizandra escapó durante 18 días a la persecución policial, buscada cual si fuera una asesina serial.

Tras ser detenida, un tribunal militar dictó sentencia, dictamen ratificado por la sala correspondiente del Tribunal Supremo. Cuba no se encuentra en estado de guerra. La convicta tenía en su cuerpo una cuchara como único objeto. Los delitos fabricados fueron: desorden público, desacato y atentado. Sancionarla a una larga condena, castigarla en aislamiento, deportarla a la isla sureña, son parte de una práctica recurrente: anular a los líderes posibles de la disidencia, desaparecerlos, aniquilarlos en vida. La joven madre ha contado en un audio grabado, extraído clandestinamente de la prisión, las razones de esa negativa lacónica, que nos recuerda a los bravos guerreros espartanos:

“Mis principios y mi posición política no son negociables. No voy a bajar la cabeza ni a doblar mis rodillas frente a tanta injusticia y corrupción por parte de ‘los Castro’ y el presidente designado Miguel Díaz-Canel. Estoy muy triste porque extraño a mis ‘mambisitos’ (se refiere a sus hijos), pero no me siento vencida y menos derrotada.” (Tomado de ADN Cuba, agosto 2022) Mambisitos, diminutivo de mambí, era el nombre aplicado a los cubanos luchadores por la libertad en tiempos de la colonia española. Cientos de ellos estuvieron deportados, como ahora Lizandra, en la Isla de Pinos.

La práctica represiva antes mencionada fue retratada en una viñeta firmada por el filósofo José de la Luz y Caballero, maestro de patriotas, de la cual copio estas palabras: “Preguntaba un hombre al calesero: ¿Cómo se va a la Isla de Pinos, la Siberia de Cuba? Respuesta: Los que no matan aquí, acaban de matarlos allá”. Por lo hasta ahora escrito, sumado lo que diré a continuación, las similitudes entre los hechos, reales en su totalidad, no son meras coincidencias.

La vida de Lizandra entre las rejas de Los Colonos está en grave peligro. Entre marzo y abril del presente año la trasladaron dos veces, de urgencia, al Hospital de Nueva Gerona porque sufría, y sufre, abundante sangramiento vaginal, acompañado de fuertes dolores abdominales. Le han diagnosticado un fibroma de 5 centímetros, necesitado de inmediata operación. Reproduzco el testimonio del esposo, Ángel Delgado:

“Empezó con el sangramiento y fue que la ingresaron, eso fue un domingo por la noche. Lizandra me dijo a mí que la doctora le dijo: ‘Aquí no hay insumos, aquí no hay un especialista que se dedique a hacer ese tipo de operación, y hay una cola de 1,300 personas esperando por una cirugía’. Lizandra respondió: ¿Qué tú vas a esperar, que yo me muera?”.

A no dudarlo, existe la posibilidad real de matarla lentamente. En primer lugar al considerar la lista de espera para una intervención quirúrgica, cuyos integrantes no están privados de libertad, menos aún bajo el ensañamiento aplicado en Cuba a los enemigos políticos. (Consultar “Malas prácticas médicas, un eficaz instrumento de represión política en Cuba”, https://cubanstudiesinstitute.us/ Septiembre de 2020)

La prisionera fue devuelta a su celda, donde sobrevive hasta hoy sin recibir tratamiento alguno o seguimiento médico apropiado al diagnóstico. Los calmantes comprados por el esposo en el mercado informal son el único alivio al dolor. El fibroma crece, en tanto la recurrencia de nuevos sangrados es una amenaza permanente de complicaciones, porque fue diagnosticada con un factor Sicklémico años antes de estar en prisión.

EPÍLOGO:

Oriana Fallaci cuenta en su libro Entrevista con la Historia, que en el Peloponeso griego, tierra de Esparta, durante la Segunda Guerra Mundial, los antifascistas escribían la palabra OXI, cuyo significado es NO, en los árboles. Uno de estos OXI prevaleció, oculto en el bosque, cuando regresó a Grecia la llamada “dictadura de los coroneles”.

Aquella palabra molestaba a los represores, así que la taparon con cal, “pero enseguida, casi por sortilegio, la lluvia y el sol disolvieron la cal. Así que, día tras día, el NO reaparecía, terco, desesperado, indeleble”, atestigua la escritora, quien pudo verlo con sus propios ojos. Suscribo ahora las mismas palabras de quien es considerada una maestra en el oficio: Lo que he intentado decir debe ser leído teniendo presente ese NO que reaparece terco, desesperado, indeleble, entre los árboles de una colina del Peloponeso.


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