Opinión

Una revista para la libertad

Los ataques a 'Encuentro' y la polarización de la pugna política cubana.

Me vinculé a Encuentro de la Cultura Cubana cuando Jesús Díaz aún retocaba el proyecto, y desde el primer número ocupé un lugar en el Consejo de Redacción. En mayo de 2002, al fallecer Jesús, asumí la codirección de la revista.

En la presentación que escribió para el número inicial, Jesús Díaz señala que "la situación en que se encuentra la nación cubana hace imprescindible un debate sobre el presente, el pasado y el futuro del país" y anuncia que la revista "tendrá como objetivo primordial el constituirse en un espacio abierto al examen de la realidad nacional", un espacio en que "hallarán cabida tanto contribuciones de cubanos que viven en la isla como de aquéllos que residen en otros países, y también, desde luego, reflexiones de intelectuales extranjeros sobre nuestro país y sus circunstancias".

Los cuarenta números que se han publicado responden a esta línea editorial, con la que Encuentro se anticipa a la prensa libre que surgirá en la "sociedad plural que deseamos para nuestro país", como dijera Jesús.

Desde su primer número, aparecido en el verano de 1996, Encuentro ha sido blanco de ataques que se contradicen: el gobierno de Cuba la ha acusado de ser instrumento de la CIA e intelectuales cubanos del exilio la han acusado de ser instrumento de Castro. Esto demuestra la polarización de la pugna política cubana, que con frecuencia rebasa los límites de la cordura y hace difícil cualquier intento de abrir espacio al análisis y al debate lejos de los extremos.

Instrumento del imperialismo

Sectario y vulnerable, al régimen castrista le resulta más cómodo acusar a sus críticos de mercenarios de la CIA que debatir con ellos. Encuentro de la Cultura Cubana no ha escapado a la tradicional invectiva. El hecho de que, entre las instituciones de diversas nacionalidades y filias ideológicas que patrocinan este proyecto, figuren las norteamericanas The Ford Foundation y National Endowment for Democracy (NED) es utilizado por la dictadura cubana para "probar" que nuestra revista está al servicio de Estados Unidos. ¿Y por qué no, también, al servicio de la Unión Europea, de la Junta de Andalucía, del Partido Socialdemócrata Sueco, del Partido Socialista Obrero Español o de la Fundación Pablo Iglesias, que asimismo, entre otros patrocinadores más, financian o han financiado esta publicación?

Acusar a Encuentro de ser una empresa del imperialismo sirve de excusa al régimen para perseguir su circulación en la Isla y coaccionar a los intelectuales que desde el interior del país nos envían colaboraciones.

Encuentro es una publicación independiente, libre, cuyo rumbo ideológico lo fijamos —lo hemos fijado siempre— quienes la hacemos, y nuestro propósito es contribuir desde sus páginas al fin de la autocracia en Cuba y a la recuperación de la convivencia democrática entre los cubanos.

I nstrumento del castrismo

La ceremonia de la confusión en torno a Encuentro se trasladó a un escenario inesperado con unas declaraciones de Guillermo Cabrera Infante al periódico madrileño ABC. En ellas se daba por cierto que la revista fundada y dirigida por Jesús Díaz —a quien Guillermo detestaba y del que nunca se fió políticamente— estaba tutelada por el castrismo. (Aquí Marco Tulio Cicerón interviene para recordarnos aquello de "Las pasiones, pesadas dueñas del pensamiento…").

El 24 de julio de 1996, a escasos días de las declaraciones de Guillermo, el ABC publicó un artículo titulado "Reflexiones sobre un «Encuentro»", en el cual su autora, la poetisa y narradora María Elena Cruz Varela, dice que se cuida "de no caer en la trampa de enjuiciar a Encuentro, acusándola de ser un instrumento del castrismo", pero le reprocha "ambigüedad" e "indefinición" ante el problema cubano. Leer la revista es comprobar que estos reproches de mi buena y admirada amiga Mariela carecen de sostén.

En el primer número de Encuentro —en "Textual", sección destinada a materiales relacionados con la actualidad cubana— se reprodujo un fragmento del informe del Buró Político leído por Raúl Castro, el 23 de marzo de 1996, ante el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Es un documento donde la dictadura expone desembozadamente por qué y cómo va a restringir aún más la investigación académica y la libertad de expresión.

Por tanto, se trata de un documento tan emblemático de la naturaleza opresiva del régimen castrista, que hacerlo accesible a los lectores de Encuentro lo convertía en una denuncia demoledora —¡una denuncia en boca del mismo régimen!—, razón por la cual Jesús Díaz lo publicó. Así lo vio Heberto Padilla. En un artículo sobre Encuentro titulado "Una revista de reconciliación" ( El Nuevo Herald, Miami, 5.10.1996), dijo el poeta: "El primer número tiene la virtud de que revela con absoluta claridad la nueva situación cultural y política del país. Hay muchas colaboraciones de interés en este primer número, pero el documento de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, las conclusiones y recomendaciones del informe sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y el 'Fragmento del Buró', presentado por Raúl Castro, bastarían para acercarnos a la imagen cultural de la crisis cubana".

Pero no faltó quien quisiera ver en la publicación del "Fragmento del Buró", como lo llama Padilla, y de un artículo del ministro de Cultura castrista Abel Prieto (rebatido en la misma revista por Rolando Sánchez Mejías) una señal fehaciente de la complicidad de Encuentro con el régimen cubano.

Mi viejo amigo, el novelista César Leante, en una especie de relato de política-ficción que aspira a ser una denuncia —"El largo brazo de Castro", La Ilustración Liberal, Nº 19-20, Madrid, julio de 2004—, llama a Raúl Castro "colaborador" de Encuentro e insinúa que Jesús Díaz era agente de la Inteligencia cubana y que la revista es financiada por el gobierno castrista. (Ahora quien interviene es Escipión: "Manilio, esto es enteramente falso, y no sólo inventado, sino inventado de manera ignorante y absurda…").

No me puede sorprender que la dictadura acuse a Encuentro de ser un engendro de la CIA y que se empeñe en impedir su presencia en Cuba, pero sospecho que la imputación de que es un engendro de Castro me mantendrá perplejo hasta mi hora final.

© cubaencuentro

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