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Actualizado: 03/07/2024 11:40

'Encuentro': Una década

«'Encuentro' creó un terremoto en Cuba»

Al habla con Annabelle Rodríguez, presidenta de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana.

Habla segura, gustosa de poner puntos sobre las íes y dedos en las llagas. Pocas veces concede entrevistas a la prensa, pero cuando lo hace no hay preguntas difíciles y el reloj no cuenta. Tiene obsesión con los nombres de personas e instituciones. No quiere fallos en su memoria e insiste en que se recuerde absolutamente a todos los que han aportado aunque sea un grano de arena en la consecución de los proyectos que ha alentado o dirigido.

Promotora de actividades culturales, empresaria, gestora de proyectos internacionales y tantas otras responsabilidades y vocaciones que ha desempeñado a lo largo de su vida, Annabelle Rodríguez deja indiferente a pocos. En los últimos diez años, en los que transitó desde la más cercana colaboradora de Jesús Díaz hasta la presidencia de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana, su nombre ha cruzado de la complicidad de bajo perfil a una posición abiertamente pública, lo cual no ha pasado desapercibido ni por críticos ni por admiradores.

Los diez años de la revista Encuentro y el futuro de la Asociación homónima, también organización editora de Encuentro en la Red, motivan esta entrevista.

En este contexto de celebraciones, es imprescindible que le preguntemos: ¿cómo fue el proceso de gestación de la revista?

En 1992, cuando empecé a trabajar con Chencho Arias en la Secretaría de Estado de Cooperación Iberoamericana, a cargo de los Programas Educativos de las Cumbres Iberoamericanas, nos propusimos hacer algo sobre Cuba.

En un momento dado, se permitió en Cuba por primera vez una conferencia sobre Gastón Baquero en la Universidad de La Habana. Entonces pensé que ahí había una ventana de oportunidad para reunir en Madrid a un grupo de escritores, de dentro y fuera de la Isla, con motivo del cincuentenario de la revista Orígenes. Chencho me dio luz verde y, su sucesor, José Luis Dicenta, apoyó la idea. Entre Pilar Saro y yo organizamos el seminario. Le pedimos asesoría a Pío Serrano, director de la Editorial Verbum, y logramos confeccionar un programa extremadamente interesante, que incluía a 15 escritores de dentro de la Isla y otros 15 que vinieron de diferentes puntos del mundo, como Pepe Triana desde París y Heberto Padilla desde Nueva York.

En ese contexto, se celebró una cena de bienvenida en Casa de América y Guillermo Rodríguez Rivera me pidió que incluyera en la misma a un escritor muy importante que acababa de llegar de Berlín. Resultó ser Jesús Díaz. Al día siguiente, me llamó un diplomático amigo, del despacho del ministro de Exteriores Javier Solana, para decirme que había llegado un escritor cubano con un proyecto muy interesante y que querían que yo me ocupara de asesorar su puesta en marcha. Por supuesto, era otra vez Jesús Díaz.

Jesús entonces se integró al seminario La Isla en Peso y compartió con todos comidas, tertulias y discusiones apasionadas y divertidas. Al final del seminario, convocó una reunión en la Casa de América y le pidió a Gastón Baquero que la presidiera, para poner sobre la mesa la idea de hacer una revista cubana, hecha por cubanos, en la que se pudieran publicar opiniones de tipo diverso, polémicas, pero evitando dar espacio a ataques personales y de mal gusto, así como a ningún tipo de incitación a la violencia.

Todo el mundo estuvo de acuerdo. La Secretaría de Estado me encargó darle seguimiento al proyecto y ahí comenzó la historia. La primera reunión fue en mi casa y asistieron Elizabeth Burgos, que entonces era Consejera Cultural de la Embajada de Francia en España, y Pío Serrano, para mi la persona que mejor podía asesorarnos dada su larga experiencia editorial. En aquel momento, yo no formaba parte de Encuentro, sino que los asesoraba por parte del Ministerio de Exteriores. Otra persona que colaboró generosamente en la creación de la Asociación fue Felipe Lázaro.

Una vez legalizada la Asociación, se hizo la solicitud a la Agencia Española de Cooperación (AECI) y se obtuvo una concesión de 15 millones de pesetas (unos 90 mil euros actuales). Con ese dinero, para echar a andar desde cero un proyecto de esa envergadura, nos planteamos qué hacer, y decidimos que nadie iba a cobrar un salario, pero que se iba a emplear ese dinero para que la revista fuera de la más alta calidad posible. El diseño, que ha demostrado una calidad perdurable a lo largo de diez años, lo cedió también gratuitamente Carlos Caso, que desde entonces lleva nuestra Dirección Artística. Logramos sacar el primer número en el verano de 1996.

Sin embargo, la revista salió no exenta de polémicas entre los cubanos…

Sí, en el momento en que la revista sale se produce una polémica entre casi todas las comunidades cubanas. Para la presentación del primer número pedimos apoyo al Instituto Universitario Ortega y Gasset. Su director, Emilio Lamo de Espinosa, y Carlos Malamud, a cargo de América Latina, hay que reconocer que dieron crédito a un proyecto que aún no existía, confiando sólo en lo que Jesús, Pío y yo les fuimos a explicar. El primer número lo presentamos allí con el prestigioso apoyo de la Revista de Occidente, y de Magdalena Mora, su directora.

La mesa tuvo una representación de todo el espectro político, Javier Pradera, de El País, y Guillermo Gortázar del Partido Popular, entre otros. En aquel momento hubo hasta artículos insultando a Gortázar, por formar parte de esta mesa.

Había un grupo de personas que pensaba que nosotros le estábamos 'lavando la cara' al gobierno cubano. Otro, que decía que Jesús era un traidor a la revolución. Algunos escritores se pelearon con Jesús, incluso amigos cercanos de él, por enfrentarse al régimen. En aquel momento, eso era una especie de herejía para cierta parte de la izquierda.

La Habana ha argumentado todo este tiempo que EE UU y la CIA financian 'Encuentro'. ¿Cuáles han sido las fuentes de financiación y en qué medida la línea editorial ha respondido a los patrocinadores?

Eso es una falsedad, puesto que el patrocinio inicial de Encuentro fue de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Fue el único patrocinio con el que contamos para poner en marcha el proyecto. A partir de ahí, empezamos a solicitar y recibir subvenciones de la Fundación Pablo Iglesias, el Centro Internacional Olof Palme, la Fundación ICO, The Open Society Institute, la Junta de Andalucía y la National Endowment for Democracy (NED), que es una institución bipartidista que representa a los dos partidos mayoritarios de EE UU. La NED también financió la campaña del 'NO' a Pinochet y sigue financiando a la Fundación de Nuevo Periodismo Latinoamericano de García Márquez.

La NED jamás nos ha preguntado por nuestra línea editorial. Simplemente vio el proyecto, le interesó y a partir de ese momento nos financió. ¿En qué medida damos cuenta de esa financiación? Pasamos anualmente auditorías que demuestran que el dinero ha sido gastado en el pago de aquello para lo que se solicitó: equipos, salarios, actividades, etc. Pero eso ocurre con todos los patrocinadores por igual.

Más tarde entró la Fundación Ford, que también nos ha financiado regularmente. La dirección que lleva el tema de América Latina está basada en México y jamás nos ha puesto ningún tipo de condición. La otra fuente importante ha sido la Comisión Europea, con cuya ayuda llevamos a cabo el proyecto de Internet, conjuntamente con la Fundación Ford. Simplemente nos ajustamos a sus normativas, que tienen que ver con el buen uso de los fondos, pero nunca con una línea política. También nos ha ayudado mucho The Open Society, de George Soros. Las fuentes son tan diversas que incluso algunas están ideológicamente en las antípodas.

Quizás por el apoyo inicial del entonces presidente del gobierno español, Felipe González, algunos todavía vinculan a 'Encuentro' con el PSOE. ¿Cómo ha sido la relación de la Asociación con los partidos políticos españoles?

En el momento en que surge Encuentro, yo tenía una amistad personal con Felipe González, que venía de la amistad que tenía Felipe con mi padre. Pero el proyecto se gestionó en el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el apoyo de Javier Solana y los secretarios de Estado Inocencio Arias y José Luis Dicenta. Logramos que la Agencia Española de Cooperación le diera el visto bueno al proyecto, después de ser valorado por un equipo técnico.

Ahora bien, tanto durante los gobiernos del PSOE como los del PP hemos recibido idéntico respaldo. Nosotros nos hemos relacionado, más que con los partidos políticos, con los diplomáticos que han estado en la Secretaría de Estado de Cooperación, la AECI y la Dirección General de Iberoamérica, y siempre hemos recibido su apoyo.

Por otra parte, el proyecto de Encuentro no está encaminado a imponer en Cuba absolutamente ninguna línea política, ninguna idea de cómo gobernar el mundo. Nuestra propuesta está basada en luchar por la libertad de expresión, que es lo único que puede garantizar la libertad del ser humano.

Una vez que lleguemos a tener una sociedad democrática y libre, en la que las ideas se puedan discutir, y las personas no se vean como enemigos, sino como adversarios políticos, lo normal será que cada una de las distintas ideas que hoy prevalecen en la sociedad moderna tengan su espacio y que haya diversos grupos que exhiban un proyecto político. Entonces tocará que decida el voto de los ciudadanos.

Para nosotros, lo importante es que los ciudadanos tengan libre acceso a conocer esos proyectos, no que sea votado A, B o C. Por la redacción de Encuentro han desfilado periodistas liberales, democristianos, socialistas, y eso jamás ha constituido un problema.

Es cierto que nos asocian con la izquierda, tal vez porque lo que sí hemos hecho es tratar de llevar la información y la verdad de lo que ocurre en Cuba a los sectores de izquierda, pues la desinformación que ha habido entre los intelectuales europeos y latinoamericanos sobre el tema cubano ha sido enorme.

Ha habido mucha manipulación, a partir de un movimiento de simpatía, un poco ingenua, relacionada con la generación que vivió con ilusión aquel mayo del 68. Una generación de españoles que vivieron bajo Franco y de pronto vieron que había un líder en Cuba que se enfrentaba a Estados Unidos. Eso generó una adhesión al gobierno cubano, no sólo por lo que se hacía en Cuba, sino por su enfrentamiento con Washington.

Y esto ha funcionado así en España y otros países europeos. Por antiamericanismo, ha habido mucha gente que se ha subido al carro de la revolución cubana, o simplemente decide que no la critica porque "Cuba está amenazada por los americanos". En este contexto fue ejemplar la respuesta de un grupo de intelectuales y artistas españoles el 25 de abril de 2003, que decía textualmente: "Basta ya de escudarse en las atrocidades del enemigo para cometer impunemente las propias. Las injusticias y los crímenes contra la humanidad han de ser denunciados por los ciudadanos, vengan de donde vengan y los cometan quienes los cometan. Mantenemos nuestra solidaridad con el pueblo cubano, que sobrevive dentro y fuera de la isla, pero no con quienes han usurpado ya demasiado tiempo su representación y silenciado su voz".

Eso tuvo lugar cuando la famosa Carta contra la Represión publicada por Encuentro en 2003. Nosotros diariamente le enviábamos información a un grupo de intelectuales y artistas, entre los que estaban Gunter Grass, Antonio Tabucci, Saramago, Carlos Fuentes, y los españoles Ana Belén, Víctor Manuel, Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Pilar y Javier Bardem, Juan Cruz, Concha García Campoy, Elvira Lindo, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y muchos más, para que cobraran conciencia de que ese gobierno por el que ellos habían tenido simpatía, en ese momento estaba persiguiendo la libertad de expresión, que era por lo que ellos habían luchado contra Franco.

Si eso es ser proizquierda, digamos que lo somos. Le hemos dado mucha importancia a la opinión de la izquierda, porque la crítica que más puede poner en evidencia al régimen es la que viene desde la izquierda.

No obstante, algunos integrantes de la izquierda alegan que 'Encuentro' se mueve en terrenos de la derecha y otros de la derecha acusan al proyecto de 'comunista'. ¿Dónde está realmente 'Encuentro'?

Donde acabo de decir. La revista Encuentro ha abierto sus páginas a visiones de todo el arco político cubano. El primer número contenía un homenaje a Gutiérrez Alea, que vivía en Cuba y teóricamente no estaba alejado del gobierno, aunque todos sabemos los trabajos que pasó. Pero ese mismo número traía la primera versión de Informe contra mí mismo, de Eliseo Alberto, que era desgarrador y apabullante y causó un gran impacto en Cuba.

Por ejemplo, en un dossier reciente sobre Venezuela publicamos una entrevista con la hija de Armando Hart y Haydée Santamaría, porque pensamos que las ideas que expresa hablan por sí solas. A veces es más efectivo que se lea directamente lo que dicen determinadas personas. Y el que lo lee, que saque sus conclusiones.

Esa quizás ha sido una manera característica del periodismo que ha hecho Encuentro: dejar que los actores hablen. Actores situados a la derecha, al centro y a la izquierda. Polémicas, debates, ideas a veces muy enfrentadas. Pero siempre hemos dejado claro que las opiniones son exclusivamente responsabilidad del que las firman, y no representan la postura de Encuentro.

¿Cuál es la influencia real de 'Encuentro' dentro de la Isla?

Cuando salió, la revista sorprendió enormemente dentro de Cuba. El impacto fue extraordinario. Basta con leer las primeras cartas recibidas. Luego se fue extendiendo cada vez más por toda la Isla. Hemos conseguido distribuirla por muchas vías informales distintas: amistades, personas que viajan y de muchas otras maneras, para que llegue desde Oriente a Pinar del Río. Recibimos mucha correspondencia. Hasta desde la cárcel hemos tenido cartas.

Hay personas que viajan a España, y que forman parte de instituciones oficiales cubanas, que nos han agradecido los análisis que hemos publicado.

Encuentro creó en Cuba un terremoto, y después de la muerte de Jesús Díaz hubo un segundo terremoto, porque el gobierno cubano pensaba que la revista se terminaba, y no fue así. Había un equipo muy sólido y profesional detrás de Encuentro.

Más allá de los sectores intelectuales, es decir en los núcleos de poder, ¿también puede hablarse de influencia?

No puedo afirmar qué influencia tiene en los núcleos de poder, pero sí que siguen con gran interés cada número. En la pirámide estatal cubana, desde lo más alto hasta los sectores más importantes, la leen muchos de los dirigentes. La mandan a pedir por vías diversas: suscripciones a nombre de otra persona, la piden a alguien que la recibe en la Isla...

Una vez, un escritor español que fue a Cuba y estaba en el despacho del ministro de Cultura, cuenta que de pronto llegó el jefe de escolta de Fidel Castro, entró y le preguntó al ministro: '¿ya tienes las revistas Encuentro que te pidió el jefe?'...

¿Cómo usted percibe el papel de 'Encuentro' en un escenario de futura transición?

La creación del periódico digital ha sido un paso precisamente en esa dirección. La ilusión de Jesús Díaz era que algún día el periódico desempeñara un papel dentro de una transición en Cuba, equivalente al que jugaron aquí en España Cuadernos para el Diálogo o el propio diario El País.

Hoy en día existen muchos periódicos, pero en su momento fue El País el primero en abrir la brecha de la transición a la democracia. Estaban ahí casi todos los intelectuales de prestigio. Ya después se fueron dividiendo los lectores y eso también pasará en Cuba. La ilusión nuestra sería poder publicar en Cuba un periódico que fuera el equivalente de lo que fue El País en la España de la transición o la Gazeta Wyborcza en Polonia, una ventana abierta al mundo que permita a los cubanos de dentro recibir una información fiable sobre las posibilidades que abre un proceso de transición, en los propios términos de su lenguaje y de sus códigos sociales.

Para eso, nosotros contamos con el universo intelectual y artístico que gira en torno a la revista y al periódico, que configura un mapa de la intelectualidad cubana que creemos que es el más importante que ha existido nunca en el exilio.

Por otra parte, en el momento en que haya en Cuba una absoluta libertad de expresión, tenemos la idea de crear un instituto de estudios de postgrado —similar al Colegio de México o al Instituto Ortega y Gasset—, donde podamos recuperar toda la experiencia de los profesionales de la diáspora e interactuar con la de los cubanos que viven en la Isla.

Muchos de los profesionales que hoy están fuera de Cuba y que probablemente no volverían a vivir allí, tales como médicos, ingenieros, arquitectos, etc., podrían contribuir a intercambiar experiencias profesionales y aportar lo que ellos han aprendido fuera. Hay gente muy vocacional, muy dispuesta a ir allí simplemente a hacer algo por la modernización del país, y yo creo que eso Encuentro lo puede canalizar, de la misma manera en que lo estamos haciendo ahora, es decir, de una forma no lucrativa.

Durante estos diez años, ¿algún error que merezca la pena ser recordado?

Supongo que muchos. Alguna vez hemos publicado algo de lo que nos hemos arrepentido después, porque pudo ser hiriente hacia alguna persona. Cuando esto ha ocurrido siempre hemos rectificado. A veces ha habido disputas dentro del gremio de los que hacemos la revista que, cuando las miras diez años después, te preguntas cómo es posible que hayamos tenido desencuentros por cosas tan nimias. Los errores que se han cometido se han tratado de subsanar.

El mundo de los creadores es complejo, muy estimulante, pero muy complejo. Es difícil satisfacer a todo el mundo. Por una parte, las críticas iniciales que recibíamos, hoy en día se han convertido en una especie de consenso de que Encuentro es la revista cubana de más prestigio, seriedad y la que trata los asuntos de la manera más objetiva posible —independientemente del color político que tengan los que la leen—. Pero errores claro que ha habido y seguramente seguirá habiendo.

¿Y después del número 40...?

Pues bueno, el número 41, que será un doble 41/42, en el que ya estamos trabajando.

Además, estamos previendo algunos cambios en la estructura del Consejo de Redacción. Hay un grupo que trabaja editorialmente de forma más directa con la revista. Hay otro que lo hace en un plano más de asesoría. Pero estamos debatiendo todavía cómo va a quedar esa estructura. Seremos las mismas personas y quizás algunas más.

Y continuar con nuestro proyecto más novedoso, el portal cubaencuentro.com, en el que estamos tratando de crear una especie de Cuba virtual, con toda la información relevante sobre nuestro país, base de especialistas, proyectos de todo tipo, enlaces con publicaciones, centros de estudios e investigación, galerías de arte, etc. Pero lo que recomiendo a los lectores es que visiten nuestro portal y nos envíen sugerencias, críticas, ideas. Es una obra de todos.

© cubaencuentro

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