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Actualizado: 28/06/2024 0:13

Israel

Sueños irrealizables

La crisis en el gobierno de Tel Aviv amenaza el cada vez más lejano acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.

El proceso de paz en el Medio Oriente parece que ha sufrido un duro revés por partida doble. De un lado, la crisis de gobierno en Israel, tras la renuncia del primer ministro, Ehud Olmert. Por otra parte, los sangrientos combates entre las fuerzas de Hamás y Al Fatah, que ponen en crisis la credibilidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Después de decidir que Kadima, el partido en el gobierno de Israel, celebrase elecciones primarias el 17 de septiembre para elegir un nuevo líder, fue como si Olmert recibiese el tiro de gracia, el pasado 29 de julio, fecha de ese anuncio.

El primer ministro israelí estaba ya acosado por varios escándalos de corrupción. Precisamente, el 25 de julio se conoció que la última investigación contra Olmert se basa en las sospechas de que recibió dinero de forma ilegal del empresario judío estadounidense Morris Talansky, cuando ocupaba anteriores cargos públicos.

En mayo, al hacerse público el escándalo, Talansky dijo haber entregado durante los últimos quince años sobres llenos de dinero al actual jefe de Gobierno, como donaciones para sus campañas electorales y su uso personal.

El jefe de Gobierno reconoció entonces que recibió dinero de Talansky, pero insistió en que nunca lo utilizó para su beneficio, ni favoreció al empresario en contrapartida, como sospechan los investigadores.

Anuncio de Olmert

El 30 de julio, Olmert anunció que no se presentará como candidato a las primarias, lo que significa que también abandonará las funciones de primer ministro en septiembre, y evitar así unas elecciones anticipadas, como pide la oposición.

El dirigente israelí pensó en una sucesión pacífica. El 17 de septiembre, los delegados del partido Kadima elegirían a su sustituto, quien se convertiría automáticamente en primer ministro en funciones.

Tras el anuncio de Olmert, comenzaron a llegar mensajes tranquilizadores desde diferentes capitales.

Desde Washington, se informó que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, reunió el mismo día de la renuncia de Olmert a israelíes y palestinos para lograr un acuerdo de paz antes de fin de año y con la confianza de que el próximo relevo en el gobierno de Israel no suponga un obstáculo.

La reunión, en la que participaban además el principal negociador palestino, Ahmed Qureia, y la ministra israelí de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, entre otros representantes, se celebró en paralelo al anuncio de Olmert.

La noticia generó nuevas dudas sobre la posibilidad de lograr un acuerdo antes de que termine el mandato del presidente George W. Bush, en enero de 2009, pero las partes mantuvieron la calma y se comprometieron a seguir persiguiendo este objetivo, informaron agencias internacionales de noticias.

Al día siguiente, en Madrid, tocó el turno al ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, quien aseguró que existe un consenso entre todas las partes involucradas en el proceso de Oriente Próximo para seguir avanzando en el camino de la paz, a pesar del anuncio del primer ministro israelí de abandonar su cargo.

Ese mismo día, pero desde la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, la ministra israelí de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, reafirmó que los próximos cambios en la jefatura del gobierno de su país no afectarán el proceso de paz que lleva a cabo desde el año pasado con la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

"La situación interna en Israel no afecta sus intereses como Estado y tampoco al hecho de que aquí represento esos intereses como ministra de Exteriores", respondió Livni a una pregunta de la prensa sobre esta materia.

Livni es posiblemente la principal figura para suceder a Olmert al frente de Kadima. Al hacer estas declaraciones, en Nueva York, se le puede dar el beneficio de la duda y pensar que no estaba al tanto de todas las noticias.

Elecciones anticipadas

Ese día, Benjamín Netanyahu, líder del conservador Likud, había pedido la convocatoria de nuevas elecciones, después de que Olmert anunciase por sorpresa, 24 horas antes, que no continuaría como primer ministro.

"Este gobierno ha llegado a su final y no importa quién lidere Kadima. Son todos compañeros de un gobierno que ha fracasado totalmente. La responsabilidad nacional requiere nuevas elecciones", dijo Netanyahu.

Lo interesante del caso es que el diario israelí Yediot Ahronot publicaba entonces el resultado de una encuesta que daba a Netanyahu como ganador de las posibles elecciones, con el 35 por ciento de los votos, y Livni aparecía en segundo puesto, con el 27.

El proceso de la sucesión de Olmert, por la vía de la elección del nuevo líder de Kadima, parece cada vez más complicado.

Teóricamente, el nuevo líder de Kadima debía ser invitado por el presidente Shimon Peres para formar un nuevo gobierno, en un plazo de 42 días, que debe ser aprobado por un fragmentado Parlamento de 120 diputados, algunos representantes de pequeños partidos políticos.

En un editorial del pasado 2 de agosto, el diario español El País advirtió: "El horizonte que abre la crisis israelí es preocupante. A quien gane la carrera de la sucesión al frente de Kadima —los aspirantes cualificados son la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, y el titular de Transportes, Saul Mofaz— le será muy difícil antes de unos meses afianzar las riendas del partido que fundara Ariel Sharon y negociar un gobierno estable, por lo que Olmert quizá siga ejerciendo más allá de lo previsto".

El rotativo señalaba que "Israel es un país de fragilidad política congénita, donde construir coaliciones viables, a veces disparatadas, suele ser tarea titánica. Esa fragmentación y disfuncionalidad hace casi imposible que un primer ministro cumpla íntegro su mandato e influye decisivamente en el limbo en que suelen instalarse las intratables negociaciones con los palestinos. En este escenario no son descartables elecciones anticipadas en primavera, oportunidad esperada como agua de mayo por el halcón Benjamín Netanyahu, el jefe del partido derechista Likud y crítico feroz de cualquier concesión a los enemigos del Estado judío".

El lado palestino

Lamentablemente, la situación del lado palestino no puede ser más preocupante y desoladora.

Algunos analistas sitúan el origen de los actuales combates entre los fundamentalistas de Hamás y las fuerzas de Al Fatah, que representan la Autoridad Nacional Palestina (ANP), en un extraño incidente de finales de julio: una explosión que provocó la muerte de varios miembros de las milicias de Hamás.

Ya el pasado 27 de julio, las agencias internacionales informaron que Hamás estrechó el cerco en Gaza de Al Fatah, el partido del presidente palestino y enemigo acérrimo del movimiento islamista, con la detención de 160 de sus miembros. Las redadas se produjeron después de que en la noche del 25 estallara una bomba junto a la playa en Gaza, y acabara con la vida de una niña y de cinco miembros del brazo armado de Hamás.

El movimiento, que controla la franja, culpa a Al Fatah del atentado, mientras que Ramala (sede de la ANP) ha negado cualquier implicación en este y otros dos ataques de menor gravedad. Las renovadas tensiones hacen que se desvanezca la ilusión de una reconciliación entre las facciones rivales palestinas, opinan especialistas en asuntos del Medio Oriente.

El primero de agosto la situación se complicó aún más, cuando se informó que la Policía que el movimiento islamista Hamás tiene en la Franja de Gaza había detenido al menos 17 miembros de Al Fatah, entre ellos, el gobernador de un distrito de Gaza y otros dirigentes y secretarios afiliados al movimiento del presidente palestino, Mahmud Abbas, según anunció un portavoz de Al Fatah a la agencia palestina Maan.

Al día siguiente, el diario Le Monde reportó, desde el terreno, que las milicias islamistas de Hamás habían desatado una ola represiva contra los simpatizantes de Al Fatah, además de saquear las casas y golpear brutalmente a sus ocupantes.

La reacción no se hizo esperar y la ANP decidió que podría actuar para ilegalizar al movimiento islamista, además de lanzar un llamamiento al boicot internacional de Hamás. "Hamás ha perdido el derecho a ser un grupo político", dijo un portavoz de Al Fatah en Ramala.

No obstante, el propio presidente palestino reiteró desde Ammán, capital de Jordania, su llamamiento al diálogo entre Al Fatah y el movimiento radical palestino Hamás, que controla Gaza, un día después de los peores enfrentamientos entre ambas organizaciones, con nueve muertos y decenas de heridos.

Para colmo de males, el pasado 30 de julio se conoció que la Autoridad Palestina está al borde de la bancarrota y ha pedido auxilio al Banco Mundial para pagar a sus funcionarios, ante el impago de los donantes internacionales, sobre todo de los países árabes que presionan a Ramala para lograr un entendimiento con Hamás y avances sustantivos en el proceso de paz. De no entrar dinero en las arcas palestinas en los próximos días, el gobierno será incapaz de pagar los salarios de sus 15.000 funcionarios.

La Autoridad Palestina ha pedido al Banco Mundial una carta donde anuncie que pronto llegará dinero de los donantes, en concreto de Kuwait, que en mayo prometió 51 millones de euros en ayuda. Con esa carta, sus representantes podrían acudir a los bancos comerciales en Ramala a pedir un crédito.

Ante este panorama, vuelan en pedazos los acuerdos firmados por Olmert y Abbas en la cumbre realizada en la ciudad estadounidense de Annápolis, en noviembre de 2007, cuando, entre otras promesas, acordaron la creación de un Estado palestino antes de fines de este año.

Evidentemente, se han esfumado los sueños de George W. Bush de lograr la firma de los acuerdos de paz entre israelíes y palestinos antes del fin de su mandato. Ni los asesores más optimistas del presidente estadounidense podrían encontrar salida a corto plazo para un enredo de tal envergadura de dos entidades gubernamentales afectadas por crisis internas tan profundas.

© cubaencuentro

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