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Actualizado: 28/06/2024 0:13

Sociedad

«El discurso de la diversidad es una cortina de humo»

Al habla con Abel Sierra, autor del libro 'Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación cubana', Premio Casa de las Américas 2006.

Abel Sierra (Matanzas, 1976) es Licenciado en Historia y tiene un máster en Estudios Interdisciplinarios de América Latina, el Caribe y Cuba por la Universidad de La Habana. Lleva varios años investigando temas relacionados con la sexualidad de la nación cubana. En 2001 obtuvo el Premio Pinos Nuevos de ensayo con su libro La nación sexuada. Relaciones de género y sexo durante la primera mitad del siglo XIX en Cuba. Su segundo libro, Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación cubana, obtuvo el Premio Casa de las Américas 2006 de ensayo histórico social. Sierra vive y trabaja en Cuba.

La tesis de Del otro lado del espejo es que la nación cubana ha sido construida desde lo hetero, lo homofóbico. ¿Es una particularidad del caso cubano?

No sabría decirte hasta qué punto nuestro contexto es particular en ese sentido, pero algunos estudios hechos en México, Estados Unidos y Brasil tienen muchos puntos en común con el nuestro. En Cuba, en 1959 se empieza a articular un discurso, un sistema político, un nuevo sujeto, supuestamente diferente respecto de otros períodos históricos; pero cuando uno hace una deconstrucción, nota que la pretensión de creación del hombre nuevo no fue tan nueva. El proyecto del hombre nuevo de Ernesto Guevara es una continuación de esbozos occidentales anteriores, que incluso comparten nociones teóricas con experiencias totalitarias que iban en contra del ideal masculino burgués más apático y distanciado de los valores nacionales.

De acuerdo con su investigación, el trato al homosexual como escoria antecede a 1959.

Me molesta que el libro sea leído en términos de historia de la homosexualidad. Obviamente, trata la homosexualidad, pero es sobre prácticas y discursos de un concepto más amplio: la sexualidad. El libro demuestra —históricamente— cómo el sujeto homoerótico ha sido construido como el enemigo por el discurso hegemónico, normativo y nacional, usado para activar determinados dispositivos de control, normalización y poder.

La nación cubana ha sido pensada en términos fisiológicos, se ha analogado el cuerpo humano —con sus fronteras, límites, zonas erógenas y abyectas— con la nación; se ha construido lo que está dentro y fuera de ese corpus humano como lo que está dentro o fuera del corpus nacional. Ese sujeto-otro ha sido el enemigo fácil, el chivo expiatorio sobre el que los regímenes occidentales se han articulado. Después del 59 se hizo mucho más visible con políticas culturales de control, de reconversión, y no sólo el otro homoerótico, sino todo lo ajeno al canon revolucionario y al supuesto hombre nuevo.

En esa otredad impropia de la nación se incluyó a delincuentes, religiosos, gente no totalmente apta para ser disciplinada por el nuevo sistema social. La nueva sociedad intentaba romper con la anterior tradición burguesa, considerada viciosa, de costumbres impropias para una sociedad más "sana". Y aquí entra el discurso higiénico. El discurso revolucionario ha sido muy higiénico, muy "medicalizado" en torno a identidades que no se adecuan al canon revolucionario. Todo lo que no se adecue o tribute a ese canon, es remitido a una otredad impropia de la nación.

Ese proceso comenzó en los años sesenta, donde al sujeto homoerótico se lo construyó y demonizó además como un otro político. En esa demonización ideológica y cultural entraban no sólo los homosexuales, sino todo lo que no se adecuara al canon hegemónico. Así, los homosexuales, The Beatles, los jeans, las sandalias, la religión y el pelo largo fueron desterrados de la nación.

¿En qué punto está actualmente ese discurso en relación con los homosexuales?

Mira, en Cuba existen muchos "otros", y efectivamente, uno de los "otros" más visibles es el otro homoerótico, aunque el discurso oficial intente borrar esa otredad con campañas públicas tratando de insertar en el sistema político los discursos de la diversidad, pero hay muchos otros políticos, de raza, de género, que el sistema pretende borrar a nivel discursivo.

El abismo cultural entre la Cuba real y la oficial de los periódicos es cada vez mayor. La real está sumergida en una serie de contradicciones no resueltas por 50 años de un sistema político que muchas veces, en vez de solucionar o implementar políticas públicas para acortar esas distancias, lo que hace es silenciar. En el silencio no existen las contradicciones. Es más fácil hablar a los medios internacionales, hacer eventos académicos y publicaciones en función de legitimar el llamado igualitarismo, el falso igualitarismo tan dañino para el pueblo cubano. En ese sentido, cada día hay más brecha entre un sector cada vez más marginal —desprovisto de herramientas para vivir en el mundo moderno— y el discurso político.

La homosexualidad ha sido uno de los terrenos por el que el gobierno ha sido criticado durante mucho tiempo en términos de derechos humanos y, por tanto, ha desarrollado estrategias inteligentes para tratar de acortar y limar esas asperezas, y tratar de borrar de la memoria histórica colectiva páginas de la historia como la UMAP, el Congreso de Educación y Cultura y una política abiertamente antihomosexual durante mucho tiempo. Ahora, a mi juicio, los discursos de la diversidad se han convertido en la cortina de humo para no discutir otras cosas y problemas medulares de la nación.

Te confieso que, en un primer momento, el proyecto del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), de Mariela Castro, me pareció interesante, porque estaba poniendo en la esfera pública temas que hasta entonces era impensable discutir a ese nivel, pero cuando empecé a adentrarme en La Habana profunda y ver la brecha entre la institución que ella dirige y la vida real más dolorosa, me di cuenta de las grietas de su proyecto y su discurso.

¿Cuáles son esas grietas?

El proyecto es excluyente, al tiempo que reproduce estereotipos y tiene como cómplices el discurso médico que victimiza y patologiza a un tipo de sujeto que se pretende normalizar y asimilar. En Cuba, los cambios pasan exclusivamente desde y por el ámbito institucional, fuera de ese marco el cambio es impensable. Mi libro le hace críticas y preguntas a su proyecto porque me parece que si la discusión se queda a un nivel médico-psicológico, de política de salud, se está invisibilizando y postergando la discusión política. Su proyecto es seductor en el ámbito internacional porque resulta novedoso para la tradición revolucionaria, ofrece un ideal de ruptura, un espejismo de ruptura, cuando en realidad es una continuación y readecuación del discurso institucional en función de una estrategia y una política muy claras. El CENESEX tiene el monopolio discursivo para hablar sobre el tema. ¿Por qué otras instituciones activistas que abogan por cambios no tienen la misma voz?

Está de moda y me molesta el discurso de la diversidad; suena lindo ser diverso, pero cuando hay contradicciones no resueltas, de tema racial, de clases, sectores, el abismo es mayor. Me molesta que los medios promuevan todo el tiempo el discurso de una funcionaria hablando de diversidad sexual, y en el mismo horario y a unos metros de allí, la PNR esté haciendo redadas a grupos homosexuales. Me molesta que un grupo de supuestos expertos médicos decidan el futuro de los ciudadanos y su configuración, y se practique el silencio, la manipulación, y no haya otros discursos que dialoguen con el oficial.

El año pasado supe de varias organizaciones LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) como la Reynaldo Arenas in Memóriam, que trató de marchar por su cuenta y fue abortada por la policía en el 2008. En otro sentido, también me molesta la grandilocuencia, el carácter de cambio que aparenta este proyecto y el cambio no es tal, está articulado dentro de la estrategia de tratar de invisibilizar manchas imborrables como la UMAP y, como dije, la discusión real de la nación.

En su libro asegura que la visibilidad subvierte y ayuda a cambiar el sistema de pensamiento. En ese sentido, podríamos decir que la poca o mucha visibilidad de las acciones impulsadas desde el CENESEX en alguna medida pueden resultar favorables a la tolerancia de los gays y transexuales.

Hago entrevistas a travestis y transexuales que confiesan estar insertados en ese programa para adquirir legitimidad ciudadana; si no están insertados, están fuera de la ley, van a seguir siendo carne de cañón de las redes policiales, no van a poder seguir en el mercado laboral oficial. Porque hay tipos duros con parejas travestis, camioneros, torneros; tipos duros de Regla y Marianao, de una hombría incuestionable, con configuraciones muy complejas, me han confesado que no quieren que ellas cambien su configuración corporal o se hagan reasignación de sexo. Eso les atrae y no las quieren cambiadas. Algunas sueñan con tener una vagina, pero a otras no les interesa. Para tener derecho a una vida, estos sujetos necesitan estar insertados en las instituciones y en la legitimidad que le ofrece el CENESEX. Necesitan de esta institución para ser sujetos legítimos.

¿Es Cuba una nación homófobica?

Esencialmente sí es una nación homofóbica. Cuba tiene sobre sus espaldas una tradición occidental discriminatoria, no sólo sexual sino racista, resortes que se activan en situaciones límites. El gobierno cubano no ha podido borrar esas diferencias culturales que están en las bases.

¿Más o menos homófoba que otras naciones de la región?

Somos menos homofóbicos de lo que pensamos, aunque la discriminación se articula en la doble moral y el doble rasero. Aunque en la intimidad se tolere y comparta, públicamente el cubano se niega a aceptar verdaderamente este tipo de configuraciones y prácticas. Sin embargo, en Cuba hay menos crímenes contra los homosexuales que en México, Brasil y en el propio Estados Unidos.

En su estudio sobre prácticas travestis y transexuales, ¿cuál es el caso más interesante desde el punto de vista investigativo?

Varios, por sus valores humanos y su pensamiento. Sisi es una de mis informantes favoritas, me ayudó muchísimo a llegar a otros, sin su ayuda hubiera sido más difícil. Vive en un barrio marginal en Regla, y aunque tiene el VIH, tiene muchas ganas de vivir y se cuida mucho. Otro personaje —también de Regla— es Letal, un travesti superenigmático con mucho que decir y que toma el nombre de una chica Almodóvar. Letal es visitada por camioneros, tipos duros, ex presidiarios, negrones de Regla. Vivía sola con su abuela, del dinero de la seguridad social, haciendo arreglos de boda, buscándose la vida como costurera.

Pero una de las más fascinantes es Olivia, ahora insertada en el CENECEX, que al menos en aquel momento me confesó que ella es "algo que no está en condiciones de definir", porque se siente mujer, pero sabe que no lo es. Esto es muy interesante en términos teóricos, porque deja abierta muchas posibilidades a otras configuraciones que no siempre tienen que estar en el marco binario hombre-mujer hetero-homo; esto rompe con muchas etiquetas que usualmente las personas utilizan para conceptualizar su realidad y a los que le rodean. Deja abierta una posibilidad no normativa, la libre elección de una configuración y prácticas no determinadas, un cuerpo no domesticado ni disciplinado por ninguna ideología de género ni ninguna institución que tenga que garantizar su "normalidad".

brart

¿Cuál es la relación entre homosexualidad y prostitución en Cuba?

Muchos de los prejuicios tienen que ver con la conexión y la analogía con la prostitución, pero no es una ecuación. Travesti no es igual a prostituta, es algo más complejo en un contexto de pobreza, marginalidad, exclusión, de mercado laboral informal, gente que hace lo que puede y lo que le dejan también. El cuerpo para esta gente muchas veces es su único capital, no tienen nada más para sobrevivir. Si existe la prostitución de este tipo de sujetos, es también porque existe una demanda, la de los supuestos machangos, consumidores de ese tipo de servicios sexuales. Sobre esta analogía se ha establecido el prejuicio. Por ejemplo, son sometidos a acoso policial en lugares frecuentados por turistas. En el código penal está establecido el delito de peligrosidad y asedio al turismo. Nunca van a arrestar a nadie por ser travesti, porque legalmente es impropio, pero los arrestan por peligrosidad.

El mismo concepto se utiliza en otros casos…

Sí, es ambiguo, higiénico. Si hay un evento importante, por ejemplo, que congregue a muchas personas, se recoge a los llamados "peligrosos" y les aplican el artículo de peligrosidad.

Habla de marginalidad en los travestis y transexuales. ¿Cuál es la causa y cuál la consecuencia?

Prefiero el pensamiento sistémico y un modo más complejo de analizarlo. Analizar conceptos y categorías como marginalidad, clase social, estratos, sectores en Cuba, es muy complejo. Alguna gente tiene capital económico pero no cultural, se puede tener determinados ingresos y vivir como marginal. La estructura social es extremadamente compleja en Cuba. Los modos de sobrevivir de travestis y transexuales están analogados muchas veces con la marginalidad. El concepto marginal está adquiriendo una dimensión preocupante a nivel social. Y está siendo un reto para el analista, el investigador y el político. Son sectores vulnerables a la violencia porque están fuera de la institucionalidad, y en cualquier lugar eso significa estar fuera del sistema. No le importas a nadie, eres violentado por tu familia, tu pareja, por el discurso individual, familiar e institucional. Eso los ubica en una otredad y un abismo insalvables.

Si ahora mismo tuviera todo el poder para tomar decisiones en Cuba en relación con la aceptación e inclusión de homosexuales, travestis, transexuales, ¿qué decisiones tomaría?

En primer lugar, no me interesa ponerme en la piel de un funcionario con todo el poder. En Cuba los temas complicados de la nación están muy despolitizados y tergiversados, y si piensas diferente, es muy probable que te digan que estás al servicio del enemigo. Unos terrenos están hiperpolitizados y otros están despolitizados. El terreno de lo sexual es uno donde hay despolitización porque se necesita asimilar a estos sujetos y que las contradicciones que tienen no se agudicen.

El voto, por ejemplo, está carente de sentido, han logrado despolitizarlo. Al elegir al representante en la base, sabemos que nuestra decisión como votante no va a repercutir en el funcionario que al final toma las decisiones. Cuando el sujeto tenga la capacidad para interpelar y votar a quien toma las decisiones, entonces los cambios podrán acelerarse.

Subvertir dentro de la institucionalidad existente, una visión histórica discriminatoria, homofóbica, machista, racista, burguesa disfrazada de proletaria, es aún más difícil. Tendría que existir una Cuba menos vertical, más horizontal. Muchas cosas no van a cambiar por derecho divino; porque hay sectores que se resisten a los cambios y están muy distanciados de la realidad.

¿Pero qué haría si tuviera el poder?

Preocuparme por los problemas de la nación y obviar la hojarasca. La institucionalidad cubana se desgasta en control, en vigilancia, en montones de cosas que la debilitan y la alejan de la construcción de un país, de la eliminación de la pobreza y la desigualdad. Es demasiada la energía empleada, el recurso humano y económico puesto en función del control y mantenimiento de determinadas prácticas. Aceptar que un modelo está agotado va a ser muy difícil para la élite política; hay que buscar nuevas formulas. Yo siento ahora mismo una vuelta a los setenta. Un amigo antropólogo dice que el gobierno se debate entre la apertura y la apretura, y es una metáfora que ilustra muy bien esa contradicción. Esos constantes bandazos desgastan toda la estructura estatal. Es enajenante para la academia, hablo desde la academia —uno de los sectores más cómplices del silencio, la crítica inocua, vacía—. Tópicos recurrentes y medulares no se han discutido, ni siquiera se discuten dentro de la agenda académica.

En su libro propone la creación de una organización homosexual, pero en otros textos dices que los barrios gay, por ejemplo, son espacios de consumo para otros sectores sociales no gay.

Yo pensaba en una coalición que involucrara a sectores homoeróticos con sectores sensibilizados con determinadas libertades de pensamiento, no excluyente ni normativo de la sexualidad. El gueto globalizado excluye y pasa primero por el consumo: la sociabilidad consumista de sujeto blanco de clase media insertado en una red económica y social que pasa por el consumo (aunque no es una generalidad). Hablaba de coalición, no una institución a lo tradicional. Subvertir un esquema o un sistema social que opera a base de institucionalidad, proponer un tipo de coalición que rompiera los esquemas tradicionales de asociación, de operar. Estaba poniendo límites y poniendo a prueba hasta dónde sería posible una coalición fuera de la institucionalidad tradicional hegemónica.

El libro ganó varios premios, el Premio Casa, el Premio Catauro de la Fundación Fernando Ortiz

Paradójicamente, ganó el Premio Casa de las Américas, el más importante del país, pero una cosa es cuando el premio es otorgado y otra cuando empieza a circular y la gente empieza a leer en blanco y negro el pensamiento libre y despojado de la más mínima censura y autocensura. Los medios en Cuba son implacables, privilegian un tipo de discurso mucho más edulcorado y noble, se sabe bien qué puede decirse y qué no.

brart

Es graduado de historia y ha dicho que le interesa romper el esquema de la historia como pasado.

Siempre me ha interesado distanciarme de la tradición historiográfica de tener que esperar 50 años para ser supuestamente más objetivos. Es un acto de cobardía y profunda hipocresía. Hay gente con temas del XIX porque les interesan, pero he oído a historiadores connotados diciendo que llegan hasta el 59, para no estar en contradicción con el período revolucionario. Me gusta llevar la propia disciplina a otros terrenos y ponerla a dialogar con la sociología, la antropología. Por ejemplo, cuando Pedro Juan Gutiérrez o Padura, reconocidos escritores, músicos, teatristas hablan con mayor o menor seriedad, el criterio es que la literatura, con su velo artístico, los exime de reprimendas o censuras. Pero un texto académico es más incómodo. Por eso me gusta llevar mis textos hasta la incomodidad y no escribirlos para un solo lector, sino para un lector disímil y diverso, común y corriente, no sólo académico.

¿Qué ha hecho después de este libro del 2006?

Me he adentrado más en cuestiones antropológicas. Hace un año publiqué un texto sobre el graffiti sexual en los baños públicos, el texto dialoga con el realismo sucio. Estoy trabajando el graffiti como discurso libre, porque la editorial canoniza los discursos y el baño es un confesionario incontrolable. Acabo de publicar un texto sobre los camioneros y la música popular, esos carteles en los camiones del machango cubano; y ahora trabajo en uno sobre los llamados pingueros en La Habana, la marginalidad de esta gente que viene de provincias con mercado laboral deprimido a insertarse en redes sexuales, marginales y de servicios para el mercado nacional y foráneo.

En varios países se han pasado legislaciones extremadamente revolucionarias sobre temas de libertad sexual que han enfrentado reacciones muy intolerantes de varios sectores de la sociedad. ¿Cuál cree que sería la reacción del cubano ante ese tipo de leyes?

Esa una de las cosas más interesantes de las que está haciendo el CENECEX, más allá de acciones populistas como la famosa conga; las acciones jurídicas son mucho más serias e importantes. Ahora bien: puede decidirse algo de derecho pero no de hecho, puede decirse que está prohibido discriminar a los homosexuales, pero a nivel individual la gente va a seguir reproduciendo una serie de prácticas que le son intrínsecas como sujetos, se puede decir que todos los ciudadanos son jurídicamente iguales ante la ley y no está siendo así. En Cuba no se discrimina oficialmente por raza o género, pero todos sabemos que otra cosa pasa en realidad.

¿Qué pasaría si se legisla a favor de las uniones civiles de parejas del mismo sexo?

Depende de cómo se implemente. Creo que con la fuerza y el consenso de esa institución, muy ligada a los sectores de poder, a las altas esferas, va a tener un primer impacto positivo. No pienso que nadie se resista como abogado o juez. Hay experiencia de este tipo en Cuba. Cuando el Estado ha demandado de los jueces el consenso, ellos han respondido muy rápidamente para ejecutar determinadas leyes o acciones, ya sean justas o injustas.

Entonces podría decirse que la relación cercana del CENESEX con el poder podría ser una ventaja…

Es decisivo. Tiene muchas ventajas de antemano, como los medios, los recursos, el apoyo gubernamental. Lo que no me cansaré de decir es que su agenda no tiene que ser la única ni la más viable, y que necesita de un diálogo real con otras voces. No me gustan los binarismos y el contexto cubano se debate en esos binarismos que son peligrosos y dejan fuera otras opciones, incluso para el destino de la nación.

¿En qué momento están las ciencias sociales en Cuba actualmente?

Estamos posiblemente en el peor momento del campo cultural. El año pasado, en un programa de TV, un ejecutivo de las más altas esferas dijo que es el mejor momento de la cultura cubana, y no hay nada más risible. Lo mismo sucede con las ciencias sociales. La crisis social repercute en la agenda de las ciencias sociales, primero porque no hay recursos para la investigación, porque las publicaciones están sesgadas por la política, porque la política de educación superior no privilegia resultados, sino el rendimiento político ideológico. Los investigadores no tienen acceso a journals, llegan a los debates con diez años de atraso, el debate de la postmodernidad ya se había acabado en Europa y no había empezado en Cuba. Nosotros discutimos cosas que en otros lugares fueron resueltas hace veinte años.

¿Es resultado del sistema político, de la condición de país subdesarrollado…?

Es un entramado. Repercuten el atraso tecnológico, de recursos humanos, bibliográfico, teórico. En Cuba hay un concepto como el de "masificación de la cultura" que no es ni tan diverso ni tan masivo como pretenden hacernos ver nuestros funcionarios. Está encaminado al consumo de determinado tipo de cultura, de acuerdo a la agenda política e ideológica. Hay muchos libros, música, cine, que no circula en Cuba y no necesariamente por problemas de copyright, como se encargan de decir muchas veces. Actualmente se imprimen millones de ejemplares de libros, pero hay que ver qué tipos de libros se publican y circulan.

Cualquiera otra cosa que quieras agregar…

El libro está dedicado a mi hijo, para que crezca pensando en otro tipo de sujeto con el que va a convivir y a quien no tiene que discriminar, que crezca pensando géneros diversos y dispersos; a mi generación escindida entre el cruce de orillas y la apatía, amordazada por el propio sistema con medidas absurdas.

La academia, los medios, los sujetos… siguen siendo muy obedientes y disciplinados. En el silencio está la marca de la mordaza y la censura. Existen disposiciones aberrantes, una de ellas es el permiso de salida. Mucha gente no habla por miedo a perder el privilegio de salir, o porque su derecho a entrar puede ser coartado por esa ley. Como dice el proverbio: lo que se sabe, no se pregunta. Todas esas disposiciones no escritas condenan, disciplinan y amordazan al sujeto. Mi libro va en contra de eso. Eso me ha animado a tratar de cambiar desde el pedacito de mi espacio como sujeto y académico, a llevar un tema hasta las últimas consecuencias, sin censura ni autocensura.

Si el libro no hubiera tenido un premio Casa, no se hubiera publicado en Cuba. Puedo hablar desde el retraso de una morosa imprenta hispánica, hasta tener poca divulgación y repercusión en círculos intelectuales cubanos. El mismo proyecto del CENESEX que se pretende ecuménico e inclusivo, y que ofrece participación y espacios a otras voces, nunca me ha llamado para compartir ideas o dialogar sobre determinado fenómeno. No es que me interese, pero es excluyente y está ocupado por un gueto médico-psicológico y político que monopoliza el tema, dentro y fuera de Cuba.

Por otra parte, uno enfrenta una estrategia de invisibilización cuando dice cosas que se salen de lo permisible, cuando se sale de la frontera de la llamada crítica desde adentro. Me pregunto quién se erige como garante para establecer esas fronteras. El libro ha tenido realmente poca difusión, pero sé que no trabajaba para el presente sino para el futuro, y está ahí, no lo pueden negar. Ya irá sorteando esas barreras y mordazas que le intentan poner dentro de Cuba.

© cubaencuentro

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