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Cardenal Jaime Ortega, Iglesia Católica

Académicos e intelectuales apoyan la labor del cardenal Ortega y de la Iglesia católica cubana

Oscar Espinosa Chepe, Aurelio Alonso, Carmelo Mesa-Lago, Arturo López Levy, Julia Sweig y Peter Hakim han sido consultados por la revista Progreso Semanal sobre la polémica en torno a la línea pastoral impulsada por la Arquidiócesis de La Habana

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Prestigiosos intelectuales cubanos y estudiosos del tema Cuba coinciden en reconocer el papel desempeñado en los últimos años por el cardenal Jaime Ortega Alamino para cambiar la realidad de la Isla, apoyan la política de diálogo que bajo su dirección ha impulsado la Iglesia católica y estiman que no se le debe juzgar por sus polémicas declaraciones en la Universidad de Harvard.

A raíz de la discusión surgida sobre la línea pastoral impulsada por la Arquidiócesis de La Habana y la polémica en torno a la labor del Cardenal, la revista Progreso Semanal recogió la opinión de varios intelectuales que ahora aparecen publicadas en forma de dossier en el Suplemento Digital No.182 de la publicación Espacio Laical.

Entre las personalidades consultadas se encuentran los residentes en la Isla Aurelio Alonso, sociólogo y subdirector de la revista Casa de las Américas y Oscar Espinosa Chepe, ex preso político, economista y opositor al Gobierno; y dos cubano-americanos: Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh y Arturo López-Levy, investigador asociado de la Universidad de Denver, Colorado. También expresaron su opinión los norteamericanos Peter Hakim, director emérito de Diálogo Interamericano y Julia Sweig, miembro principal del Centro Nelson y David Rockefeller, ambos residentes en Washington D.C.

El profesor Mesa-Lago se reconoce partidario del diálogo entre cubanos y por tanto apoya “los programas y acciones de la Iglesia católica que abren espacios para el debate respetuoso de cubanos dentro y fuera de Cuba, con diversas ideas, en busca de consenso, procurando las necesarias reformas económico-sociales que requiere el país”.

Mesa-Lago respalda el editorial de la revista Espacio Laical que pide que cesen los obstáculos del aparato ideológico del PCC contra espacios del Arzobispado y contra la participación de académicos e intelectuales cubanos, y espera que “la Iglesia se abra también a la participación en los debates de disidentes políticos residentes en Cuba con posiciones documentadas y respetuosas”.

Oscar Espinosa Chepe agradece a la Iglesia el apoyo a los familiares de los presos cuando estaban lejos de sus casas; asimismo, saluda la participación de las revistas Espacio Laical y Palabra Nueva en el debate nacional, con argumentos pero sin agresiones.

“Creo que el balance que hay que hacer del trabajo de la Iglesia es altamente positivo, en el sentido de que los trabajos que está haciendo la Arquidiócesis de La Habana de unión de los cubanos, de servir de puente entre distintos sectores de nuestra sociedad es muy favorable”, opina Chepe.

El opositor recuerda que la Iglesia católica fue “la única organización interna del país que se pronunció a favor de nosotros, los presos del grupo de los 75” y que también fue “la única que le abrió las puertas a nuestras esposas, a nuestros familiares cuando nos iban a ver a las prisiones en el interior del país”. “Y esas son cosas que hay que recordar…”, ha dicho.

Chepe cree que las críticas que se han lanzado contra el Cardenal y contra la labor de la Iglesia católica cubana tiene que ver con que “algunas personas se han dejado arrastrar por análisis muy superficiales, se han dejado arrastrar quizás por la desesperación, por el deseo del cambio, por el deseo de que Cuba rápidamente se transforme en lo que todos queremos: una sociedad democrática”.

Por su parte Aurelio Alonso, sociólogo y subdirector de la revista Casa de las Américas, considera que la Iglesia en Cuba ha realizado acciones legítimas que el Estado ha reconocido, lo cual es una de las causas de que la crítica a esa institución se haya hecho más virulenta.

Julia Sweig piensa que el cardenal Ortega ha creado “un espacio para el debate y el diálogo en Cuba, y no solo para los católicos”.

Sweig, miembro principal del Nelson y David Rockefeller Center y directora de Estudios Latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington, recuerda que los esfuerzos de Ortega por ayudar a la liberación de presos políticos —no solo en los últimos años, sino durante el tiempo que ha ocupado el cargo— ha sido “eficaz e incluso heroico”.

En su opinión, Ortega se ha convertido también en un interlocutor esencial para la comunidad internacional.

“Cuba está atravesando un período de cambio significativo. Creo que hay más espacio para el desacuerdo, disensión y el choque de ideas que en ningún otro momento (…) y la Archidiócesis no es más que una institución de la sociedad civil que ha ayudado a crear ese espacio”, señala.

El investigador asociado de la Universidad de Denver, Estados Unidos, Arturo López-Levy afirma que, frente al coraje de pactar y dialogar mostrado por el cardenal Ortega, los sectores radicales han acudido a la descalificación, la mentira y la organización de provocaciones para envenenar el ambiente donde las posiciones moderadas y dialogantes puedan fructificar.

Para Levy, el resultado exitoso del “diálogo paciente de la Iglesia con el Gobierno”, liderado por el Cardenal le ha merecido el respeto de “la abrumadora mayoría” del pueblo cubano en la Isla y la diáspora.

Sobre los “ataques” de que ha sido objeto el propio Ortega y la institución que representa, Levy propone continuar con el diálogo.

“En lugar de enfrascarse en debates espurios con radicalismos verbales cada vez menos relevantes, la Iglesia y el Gobierno deben renovar esfuerzos de diálogo, avanzando responsablemente en mayores aperturas.”

Peter Hakim, director Emérito de Diálogo Interamericano en Washington, no cree que exista otro camino para lograr un cambio exitoso y pacífico en Cuba en un período cercano que no sea por medio del diálogo, la participación y la reconciliación y, en este sentido, los esfuerzos de la Iglesia católica cubana son muy importantes.

Hamkin sostiene que las declaraciones del Cardenal en Harvard fueron desafortunadas, “no solo porque eran insultantes para algunos individuos valientes, sino porque también pueden dificultar el trabajo de la Iglesia en Cuba y disminuir el apoyo a ese trabajo en Estados Unidos”.

“Pero nadie tiene toda la razón todo el tiempo. El Cardenal es un hombre extraordinario que ya ha contribuido de manera importante al cambio y a la decencia en Cuba”, añade.

La reacción a sus dus declaraciones, dice, “es una razón para que la Iglesia y el Cardenal redoblen sus esfuerzos. Nadie más puede realizar o se dedica a realizar la tarea que ellos mismos se han impuesto”.


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