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Díaz-Canel, Cambios

Miguel Díaz-Canel

Entre las grandes interrogantes que hoy nos hacemos se encuentra la siguiente: ¿Díaz-Canel no será también devorado por Saturno?

Miguel Díaz-Canel era un muchacho simpático allá por los inicios de la década de 1990. De notable frescura en su lenguaje facial y corporal. Gustaba vestirse con un saco deportivo sobre un pulóver negro, ajuar semejante al que solía llevar el guía de aquel grupo de jóvenes revolucionarios de esa época: Comencubo (Roberto Robaina), quien, como recordará el lector, fue engullido algún tiempo después por papá Saturno.

Cualquiera que lo conociera entonces, de acuerdo con los rasgos antes dichos, quizá podría dudar de que un tipo tan cálido, inteligente, finalmente fuera convertido al dogma regio y a la retórica comunista más milenaria.

Mas ya ven, parafraseando al gran Copérnico, aquello “no se mueve”. Miguel Díaz-Canel hoy es el primer vicepresidente del Consejo de Estado del régimen castrista (qué manera de haber allí vicepresidentes, son como cuatro más). Él dijo este 21 de marzo, en una entrevista para la Televisión Cubana (de Cuba) con el fin de evaluar los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución: “Hemos avanzado en lo que era más fácil, en las soluciones que requerían menos profundidad de decisión y de realización y ahora nos van quedando aspectos más importantes, más decisorios en el desarrollo futuro del país, y también más complejos de solución”. Apelo a los foristas de Cubaencuentro, que tantas veces me han demostrado suma agudeza al desmontar mis textos: ¿ustedes entendieron algo de esta frase? Denme una pista.

Y dijo más el otrora muchacho jovial, risueño, etéreo casi: tiene confianza en “la óptica integral que se le está dando a los análisis y las cosas muy inteligentes que se están proponiendo para solucionar los problemas”. Recurro de nuevo a los muchachos y muchachas del foro: ¿qué es esto?

Cuando, en 1993, Miguel Díaz-Canel tomó la jefatura del Partido Comunista en aquella Villa Clara donde nací, tuvo la ventaja, digamos, de que sustituía a una pléyade de ineptos, soberbios y déspotas que, sobre todo, solían perseguir a los creadores y abochornar sin piedad a los periodistas (el que se deja, se deja, claro). Solo estuve en Santa Clara dos años luego de su nombramiento y puedo dar fe de que el entonces joven cuadro partidista oxigenó el ámbito político, revitalizó las relaciones con los llamados sectores pensantes del entorno y se hizo popular entre las diversas capas de la sociedad villaclareña. También puedo dar fe, en lo personal, que tenía sus momentos de soberbia, de olvido matemático para el “enemigo interno”. Sin llegar creo al despotismo de sus antecesores. Bueno, recuerden aquel aviso desde los tiempos de Carlos Marx: “Con el enemigo está prohibida la piedad”. Y el enemigo para los comunistas cubanos puede ser solo alguien que critique, que no esté de acuerdo con una afirmación de ellos, que no haga reverencias cuando ellos entran en la sala, que no se acerque a babearse a sus mesas a la hora del brindis.

Hoy, por las fotos que nos llegan, vemos que Miguelito ya parece un ser medio mustio, y adultísimo (debemos cuidarnos de las personas que resultan adultas al 100 %, ya ven lo que nos pasó con el biranés mayor), agotado al parecer por una larga batalla; mal signo cuando se acaba de entrar en la batalla mayor. Él ha afirmado recientemente que debemos, deben ellos, luchar por la “irreversibilidad” del socialismo. ¿Será? ¿Se referirá al mismo socialismo que existe en la Isla?, ¿o a otro? Porque hay varios.

Las grandes interrogantes que hoy nos hacemos son: ¿Díaz-Canel no será también devorado por Saturno? ¿En realidad él sí llegó para quedarse? ¿Participará en la transición indefectible?, ¿estará ahí en el momento que esto suceda?

Ojo, debemos tener en cuenta que por encima de él, en jerarquía, permanece el Hacedor de las Tinieblas, el Vampiro de Seis Cabezas, el Monstruo de la Solapa; es decir, Machadito, José Ramón Machado Ventura.

¿Seremos testigos de la gran pelea, por el Poder o por la Transición, entre Díaz-Canel y Machadito?

Esperemos.

© cubaencuentro

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