Opinión

Terrorismo y antisemitismo

Crisis en el Medio Oriente: ¿Actúa Israel en legítima defensa?

En 1968, respondiendo a un estudiante de la Universidad de Harvard que pretendió separar el antisionismo del antisemitismo para criticar el derecho de Israel a existir, Martin Luther King contestó: "Cuando algunos critican a los sionistas, en realidad se refieren a los judíos, usted está hablando de antisemitismo".

Dos características son típicas de los antisemitas modernos: la primera es proclamar que no son antijudíos sino antisionistas, mientras usan estándares contra Israel que no aplican a ninguna nación en el mundo; la segunda es deslegitimar a Israel con ambigüedades en las cuales los terroristas antiisraelíes son catalogados como "luchadores por la libertad" o "resistencia contra la ocupación". Estas prácticas proliferan hoy a raíz de la crisis desatada por los ataques recientes de Hezbolá y Hamás contra la población civil de Israel y el secuestro de soldados israelíes.

Un poco de historia

El sionismo es el movimiento de liberación nacional judío que reivindica el derecho de la nación hebrea a tener su propio Estado. Como territorio, el sionismo reclamó parte del hogar ancestral en que se ubicaron dos Estados judíos en la antigüedad, Israel y Judea. De esa tierra, los judíos fueron expulsados por su resistencia contra la opresión romana durante los primeros siglos de nuestra era.

En Nueva York, observando la celebración de la fiesta hebrea de Januca, José Martí admiró el vínculo que para los judíos tenían religión, exilio y patriotismo. Por siglos, los judíos han repetido cada año al terminar la fiesta de Pesaj: "El año que viene en Jerusalén". Cada día, en sus rezos, evocan un eventual regreso a Sión, la tierra a la cual retornaron una vez tras el primer exilio en Babilonia.

Martí también denunció los terribles pogromos en Rusia. Aquellas masacres contra los judíos fueron apenas un capítulo de la larga historia de expulsiones, inquisición y persecución religiosa en los países de mayoría cristiana y también, en menor medida, en el mundo musulmán. En esa larga lista de genocidios, lugar inigualable tiene el Holocausto en los campos de concentración nazis de más de seis millones de judíos, entre ellos más de un millón y medio de niños.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó en 1947 la partición del mandato británico en Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. La autoridad nacional judía, dirigida por David Ben Gurion, aceptó la resolución 181 que concedía a los judíos una serie de bolsones sin contigüidad territorial. La parte árabe, dirigida por Haj Amin El Husseini, quien fuera vocero del nazismo hitleriano para el mundo musulmán, llamó a "echar los judíos al mar".

Después de rechazar la invasión de varios ejércitos árabes, Israel fue reconocido en 1948 por el grueso de la comunidad internacional. India, China y los países de Asia, América Latina, el mundo occidental y el campo socialista en su totalidad reconocieron el Estado judío. En Cuba, el gobierno de Carlos Prío reconoció al nuevo Estado en 1949. Eduardo Chibás, voz primada por la independencia económica y contra la corrupción, lideró el pedido ciudadano a favor de tal acto diplomático contra las presiones de sectores antisemitas de la derecha local y el político auténtico Primitivo Rodríguez.

Legítima defensa

El artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas reconoce el derecho de sus miembros a la legítima defensa. Israel tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos y su integridad territorial. A la vez, Israel ha declarado su interés en la paz en el levante y a favor de la creación de un Estado palestino si los árabes aceptan el derecho de Israel a existir en fronteras seguras.

Tal disposición pacífica es rechazada por los grupos terroristas Hamás y Hezbolá, así como por sus patronos, Irán y Siria. El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, expresó claramente su proyecto: "El objetivo de Hezbolá es la creación de un mundo en que las naciones sean regidas por el Islam. No hay lugar para un Estado judío en el sueño del profeta". Con esos truenos no pueden sorprender las tempestades que hoy vive el Medio Oriente.

Lamentablemente, muchos en lugar de demandar a los líderes árabes respeto por el derecho de Israel a existir, singularizan al Estado judío, la única democracia en la zona, para exigirle estándares de civilidad en la guerra que nunca fueron alcanzados por contendiente alguno.

La prensa oficial cubana es un ejemplo. Aunque La Habana es respetuosa de la comunidad judía en Cuba, especialmente después de la reforma constitucional de 1992, en la prensa llueven calumnias y tergiversaciones históricas para desacreditar los esfuerzos de defensa del pueblo israelí.

Periodistas y funcionarios como Rodrigo Álvarez Cambra y Nidia Díaz no escatiman ambigüedades y dobles discursos. Algún control debiera existir sobre los regalos que las embajadas árabes en La Habana distribuyen entre aquellos que bailan en su comparsa. ¿Por qué —por ejemplo— el gobierno cubano no aplica al doctor Álvarez Cambra la misma ética que demanda a los trabajadores en el turismo y subasta para beneficio de nuestro pueblo los ostentosos regalos que Sadam Husein le hizo?

Criticando la presencia de "terroristas cubanos en Miami", Ricardo Alarcón ha denunciado con razón la hipocresía de escoger terroristas buenos y terroristas malos. ¿Con qué lógica se abandona ese argumento cuando las víctimas del terrorismo son civiles israelíes? ¿Sirve esa inconsistencia a los intereses nacionales de Cuba, que ha sido víctima del terrorismo más criminal? Haciendo gala de antisemitismo, Nidia Díaz afirmó que los millones que se usan para recordar el Holocausto judío sirven para ocultar el "holocausto de nuestros días", la tragedia palestina. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

La resolución "Sionismo igual racismo" auspiciada por Cuba en Naciones Unidas en 1975 es una vergüenza de la historia diplomática cubana. ¿Qué interés nacional de Cuba se sirve al aliarse a monarquías feudales árabes o islámico-fascistas como el Irán de los ayatolás? En 1992, la Asamblea General de la ONU lanzó la resolución de marras al basurero de la historia. Lamentablemente, Cuba fue el único de los países no-islámicos en la exigua minoría que se opuso a tal decisión.

La población israelí incluye poblaciones provenientes de más de cien países, y de todas las razas, desde Etiopía a Rusia, desde Cuba a Yemen. Más del veinte por ciento de esa población son árabes cristianos y musulmanes, drusos, beduinos y de otros grupos. El más discriminado ciudadano en Israel tiene más derechos que los ciudadanos de muchas otras naciones, especialmente en el Medio Oriente. La mayor discriminación en esa región es la dirigida contra las mujeres, que priva a la mitad del mundo árabe de mínimos derechos ciudadanos. La próxima cumbre no alineada en La Habana debería dedicar la mayor atención a ese tema.

Defensa de la víctima y condena al agresor

Los lectores de Encuentro en la Red saben que considero la política de Bush hacia Cuba un grotesco desastre, cuya última borrachera es el mal llamado Informe para una Cuba Libre. En contrario, en relación con su respaldo a la legítima defensa de Israel, uno no puede menos que felicitar al presidente Bush. Demócratas y republicanos han asumido la única posición ética: condena al terrorismo como paso necesario a la creación de un Estado palestino.

Los que critican la supuesta falta de proporcionalidad de Israel no explican qué criterio utilizan para medir tal concepto. ¿La población de los contendientes? ¿El territorio de los Estados? Israel es una democracia que toma extremas precauciones para evitar víctimas civiles. Sus leyes condenan las conductas incivilizadas en la guerra o la paz, pero no se le puede pedir lo imposible. Hezbolá no lucha a campo abierto: lanza sus cohetes y mantiene sus bases en medio de poblaciones civiles. Los terroristas se esconden bajo la saya de sus mujeres.

No se trata del simple secuestro de dos soldados. Esta es la última de las agresiones de Hezbolá, tras la retirada de Israel del Líbano en 2000 a fronteras reconocidas por Naciones Unidas. La respuesta israelí es reacción a una provocación terrorista que de pasar impune estimularía más ataques en el futuro. Lanzar cohetes contra la población civil de Israel y penetrar en su territorio, secuestrando a sus jóvenes no puede ser un hobby sin costo. La época de asesinar judíos a mansalva se acabó en 1948.

Nada de lo anterior significa que toda crítica a Israel sea ilegítima. Por ejemplo, es lamentable e inconsistente que Israel, víctima de embargos y boicots árabes, sea uno de los escasos votos en contra de condenar el embargo norteamericano a Cuba. Israel, sin embargo, no ha aplicado ninguna sanción a las empresas que invierten en Cuba, integradas en algunos casos por prominentes israelíes, algunos hasta ministros como el empresario Rafi Eitan. Quizás La Habana y Tel Aviv, de conjunto, podrían patrocinar una resolución en la ONU condenando todos los embargos.

En Israel, la crítica democrática a las acciones de su gobierno es abundante. Fue el pueblo israelí quien demandó la investigación que condenó al general Sharon por su responsabilidad indirecta en la muerte de civiles palestinos a manos de las milicias falangistas libanesas en Sabra y Shatila. No pocos en Israel han criticado sus políticas y llamado al Estado judío a ser audaz en sus ofertas de paz a los palestinos.

Impedir un nuevo holocausto

La decisión de Israel de confiar sólo en su propia defensa se sustenta en la historia. ¿Dónde estuvo Europa cuando los judíos eran lanzados a las cámaras de gas? ¿Qué dijo la ONU cuando, sin estar envuelto en la primera guerra del golfo, Israel sufrió los ataques de misiles iraquíes mientras en Siria y Arabia Saudita, en guerra con Irak, la población celebró con júbilo los cohetes lanzados contra los israelíes?

Conviene recordar que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó en 2004 la resolución 1559, instando al gobierno libanés a desarmar la milicia de Hezbolá. ¿Han reclamado Chirac y la Unión Europea su cumplimiento al trío terrorista de Irán, Siria y Hezbolá?

Las acciones israelíes deben ser juzgadas desde esa realidad. El genocidio de la población hebrea de Israel—todavía menor que el número de víctimas judías en el Holocausto— es una posibilidad evitada sólo por la superioridad militar israelí sobre los ejércitos árabes y los diferentes grupos terroristas. Lo que garantiza la posibilidad de paz en el levante es la disposición israelí a infringir un costo intolerable a quien desee repetir el Holocausto.

Quien dude de la disposición de sectores poderosos en el mundo islámico a cometer tal masacre y reclamar para los árabes todo Israel, que lea los periódicos árabes que pintan a los judíos de forma deshumanizada o escuche los discursos del energúmeno presidente de Irán. Si algunas voces de moderación en el mundo árabe han sido reconocidas es porque Israel y su población no han sido débiles. La paz exige una reacción constructiva de todos, en primer lugar de aquellos que con sus ataques contra Israel iniciaron esta crisis.

© cubaencuentro

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