América Latina

Sonó el disparo

Chávez y Lula refuerzan sus apuestas continentales, aunque el primero juega con ventaja gracias al dinero de los venezolanos.

En los sesenta, un buen discurso populista acaso convencía. Pero el tiempo no ha pasado en vano. Los discursos hoy, por muy cuidadosos que sean, no suelen ser eficaces. La incredulidad prevaleciente los fatiga. Sin embargo, Hugo Chávez, presidente de Venezuela, sabe cómo alcanzar la eficiencia indispensable: los acompaña con dinero, con muchísimo dinero. De tal manera, Chávez tensa y pone a prueba la fibra ética de la política continental.

En la carrera que a vista general Venezuela y Brasil llevan a cabo en pro de la hegemonía en el subcontinente, el segundo lleva la peor parte. Por un lado, Chávez dice que dará sus dineros y su petróleo casi para la eternidad, que es el tiempo en que piensa mantenerse en el poder, mientras Luiz Inácio Lula da Silva va terminando el primer año de un segundo y último período en Planalto.

Tampoco tiene Lula, a pesar del superior volumen de su economía, la gruesa chequera que el precio del hidrocarburo pone en las manos del amigo de Fidel Castro. Para tener una idea de la anchura de dicha chequera, bastan algunas cifras de lo que significó su más reciente gira por Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia.

Compras de verano

Como bien se ha dicho, Chávez "salió de compras políticas" y en Argentina gastó 500 millones en bonos de la deuda de este país, de un total de mil que completará en los próximos meses. Entre Ecuador y Uruguay (con este último recose el distanciamiento que provocó la visita de George W. Bush a Montevideo), dejará caer más de 5.000 millones de dólares, entre varios proyectos energéticos. Venezuela envía 40.000 barriles diarios de crudo a Uruguay a precios preferenciales. Estas remesas continuarán, al menos, por un cuarto de siglo, asegura el acérrimo enemigo de Washington.

Si a lo anterior se suma lo firmado con el mandatario Evo Morales, la cuenta arriba a casi 7.000 millones de dólares, que se agregan a los más de 30.000 millones que ya Chávez tiene invertidos en la región. Estos números constituyen más del doble de lo que el gobierno de Bush ha invertido y es mucho mayor de lo que el FMI coloca en la zona anualmente.

En una región desprovista en general de combustible —se espera que el barril llegue a cien dólares—, Chávez, en efecto, tiene a muchos tomados por la garganta. Y será muy difícil que no inclinen la cerviz y digan sí o callen frente a su autoritarismo creciente, a la falta de libertades que, según todo indica, se instalará, paso a paso, en Venezuela.

Y lo anterior no es invento de plumífero: lo ha dicho el propio Chávez al calcular hasta cuándo gobernará, al imponerse una condecoración, al clausurar el canal RCTV.

Criterios discrepantes

Mientras Washington no acierta la política exterior realmente creativa que precisa América Latina para alejar los riesgos de una democratización con muchos enemigos, en La Paz el ex presidente Jorge Quiroga acusó a Chávez de robar los mercados bolivianos en los países vecinos, y citó el acuerdo firmado en Tarija mediante el cual Venezuela venderá gas a Argentina.

Observadores de diversas tendencias señalan que Caracas quiere reforzar su posición en el continente, después de las duras críticas que levantó el cierre de RCTV y las posturas contra su entrada en MERCOSUR por parte de Brasil y Paraguay. A esto se suma el poco interés de algunos por los proyectos del Gaseoducto del Sur y el Banco, obviamente, de igual latitud.

Sin pasar por alto que la gira tiene lugar en la difícil coyuntura que atraviesa Evo Morales (la zona de Tarija amenaza con la secesión y horas antes de la llegada de los presidentes realizó una multitudinaria manifestación) y en el período electoral argentino, expertos indican que el 10,5 de interés que se llevará Chávez de su adquisición de bonos está muy por encima del que obtienen otros compradores.

Si lo anterior resulta verdad en los casos mencionados, Chávez en general está imponiendo la imagen de un líder solidario con sus vecinos, reflejo propagandístico del deseo históricamente ilusorio de Simón Bolívar. No por gusto, analistas han comparado la actitud de Chávez con la de la ex Unión Soviética, cuyo desgaste no nació únicamente de su sistema incapaz, sino por erigirse en suministradora del incosteable coro socialista.

Pero la crítica más frecuente contra Chávez tuvo su cúspide en Ecuador, donde oposición y sectores empresariales acusaron de "dependiente" al gobierno de Rafael Correa y llegaron a tildar a Chávez de "patrón" de su homólogo ecuatoriano.

Pero quizá el más directo de los críticos fue el analista de inversiones Ramiro Crespo: "Sería trágico y peligroso que pasáramos de una supuesta dependencia de Estados Unidos a una dependencia de Venezuela. La cada vez más estrecha relación entre Chávez y Correa es muy peligrosa. Podría llevarnos a una dependencia de Venezuela a través de sus dádivas", subrayó.

Y en este sentido habría que añadir que Caracas no acabó sus negocios con la gira, pues pocas horas después reunió a 14 países, entre caribeños y de otros confines de América Latina, a los cuales garantizó que abastecerá de petróleo durante los próximos 200 años.

Los pasos de Lula

Mientras Chávez movía sus tenazas por el sur, Lula se iba al norte latinoamericano. Y la razón rebasa aquí la política: es allí donde las condiciones naturales y el clima ayudarían a echar adelante su proyecto de producción de biocombustibles.

Lula pretende crear un mercado global para el etanol que, a la vez, preserve el medio ambiente. De acuerdo con el mandatario, no pondrá en crisis la producción de alimentos, opinión exactamente contraria a la de Fidel Castro.

Si bien no tendrán efecto inmediato, las razones de Lula son contundentes. Sin entrar todavía en la expansión esperada, la industria de etanol creó, entre directos e indirectos, cuatro millones y medio de empleos. El biodiesel, por su parte, ya generó trabajo para 250.000 personas.

Aunque pocos lo recuerdan, antes de esta última gira el ex dirigente sindical había logrado que la Unión Europea se comprometiera con el consumo de biocarburantes por un 10% del total de los suministros de su transporte para 2020.

La primera escala (recorrió Honduras, Nicaragua, Jamaica y Panamá) y la más importante de Lula fue sin duda México, la segunda economía más grande de la zona. El ex obrero metalúrgico invitó a las autoridades mexicanas a conjugar la producción de gas y petróleo con biocombustibles y a diversificar la matriz energética.

Más que buscar resultados, en la nación azteca el presidente brasileño volvió a mostrar los estrechos lazos que lo unen con México (6.000 millones de intercambio bilateral) y ratificó la representatividad de Felipe Calderón, cuya influencia sobre las naciones al sur inmediato no está fuera —como ha señalado el propio Calderón— de su proyecto de relaciones exteriores. No hace mucho el diario local El Universal tituló con palabras del mandatario: "México debe ya asumir liderazgo regional".

Es decir, que la ventaja de Chávez y sus impactos pueden disminuir si el gobierno azteca decide asumir el rol que por su tamaño e influencia le corresponde en el concierto latinoamericano.

Si ciertamente no obtuvo Lula adhesiones totales a lo que ofrece (basta señalar al pro chavista presidente de Nicaragua), sí plasmó en la realidad política que está dispuesto a luchar el sitial regional que la mayoría de los analistas le asignan.

A pesar de que ninguno admite la carrera por la preeminencia en el área, el disparo sonó y todo el continente lo escuchó. Pero tal rivalidad no fuera criticable si en Chávez no se agazapara, cada vez con menos disimulo, una tenaz apetencia dictatorial.

© cubaencuentro

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