Estrechones y besamanos

Políticos chilenos han puesto de manifiesto su inconformidad con los resultados de las Cumbres Iberoamericanas, en lo que tiene que ver con los derechos humanos y las libertades democráticas. Mientras La Moneda intenta acallar el tema y convertir la XVII Cumbre en una reunión apacible, emergen sectores de la propia coalición gobernante chilena que no están dispuestos, al menos, a cerrar la boca.

Bastante se ha hablado en estos días del emplazamiento que la Comisión de Asuntos Internacionales del Partido Demócrata Cristiano (DC) hizo al gobierno para que haga aparecer en la reunión el tema de la democracia y los derechos humanos.

En entrevista con ENCUENTRO EN LA RED, el secretario ejecutivo de dicha Comisión, Carlos Tudela, expresó el sentir de la entidad que dirige y subrayó que en países como Cuba "hay presos de conciencia, se persigue a la disidencia y no existe la libertad individual ni de prensa". El caso de Cuba no tiene justificación, añadió.

Al hablar de falta de justificación, Tudela se refiere a los acuerdos firmados por países como Cuba y Venezuela, que se comprometieron a "establecer, mantener, consolidar, perfeccionar y promocionar la democracia en sus respectivos países, y así dice exactamente el acuerdo de la Cumbre de 1996 en Viña del Mar". Luego, en Isla Margarita, se volvieron a reiterar estos postulados, agrega Tudela.

Mientras el canciller Alejandro Foxley —también democristiano— hace todo lo posible para que la Cumbre se deslice sin tropiezos ni algazaras, y asegura que la democracia en Cuba no será un tema a tratar en la cita, Tudela apostilla: "esa es su opinión, no la nuestra".

Desde el hígado de la Concertación

Pero si es cierto que la DC ha expuesto invariablemente su postura frente a la ausencia de libertades en Cuba y su rápido deterioro en Venezuela, las reiteradas declaraciones de Jorge Tarud, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, en contra de lo que se ha dado en llamar "cumbre paralela o de la amistad", llaman aún más la atención.

Tarud, prestigioso militante del Partido por la Democracia, se opone a la cumbre paralela y, en particular, a Chávez y Evo Morales, confirmados como asistentes junto con Daniel Ortega, Rafael Correa y el vicepresidente Carlos Lage. Para el diputado, el mandatario venezolano "busca desnaturalizar el tema del cónclave (la cohesión social) y no sólo llega para ejercer protagonismos políticos, como ya nos tiene acostumbrados, sino a entrometerse en los asuntos internos chilenos".

Como huésped del gobierno, éste no puede decirle que no participe en la reunión pública (programada para el próximo sábado), "pero otros sí podemos hacerlo", afirmó. Las manifestaciones proselitistas de este tipo "son indebidas y a la mayoría de los chilenos nos disgustan profundamente". Cuando se es huésped de una nación, se debe seguir la agenda que ha preparado ese país, agregó.

Pero no quedó ahí el diputado Jorge Tarud: "Todos sabemos que el presidente Chávez tiene aquí activistas que están colaborando constantemente con su política".

Los objetivos de Morales son otros, acota Tarud. "Morales busca tener a 5.000 ó 6.000 chilenos gritando 'mar para Bolivia', cosa que ya consiguió anteriormente" (en la asunción de la presidenta Bachelet), pero este acto lo describió "en su país como que todo Chile estaba pidiendo mar para Bolivia".

Muy probablemente La Moneda logre que la XVII Cumbre Iberoamericana pase como otro acto de estrechones y besamanos, sonrisas y cócteles, y muchas fotos para la prensa. Pero al menos la libertad de decir lo que se piensa ha lanzado sus dardos, una vez más, contra el poder, la pose y la alfombra roja.

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