Artes Plásticas

Territorios del (des)encanto

La galería madrileña Casado SantaPau exhibe por estos días una exposición del cubano Alexandre Arrechea.

La obra de Alexandre Arrechea ha tenido en la investigación del espacio una de sus principales preocupaciones. De ahí que buena parte de sus vídeos, dibujos e instalaciones reflexionen sobre la naturaleza del espacio. Es el caso de There are types of damage we can't do anything about (2006), una de las esculturas reunidas en la muestra Espacio derrotado, abierta al público hasta el próximo 10 de marzo en la galería madrileña Casado SantaPau (Españoleto 21).

Arrechea muestra un interés especial hacia la urbanidad, hacia la vida de los espacios en las construcciones de las ciudades y, sobre todo, intenta captar las dimensiones de la producción subjetiva citadina. Ejemplo de este proceder son sus obras Dos nuevos espacios (2004) y Polvo (2005). En la primera, habilita una réplica a menor escala de la Galería Espacio Aglutinador. Expande así la capacidad morfológica de este espacio al contener significados diferentes al original y mantener las dimensiones reales. En el vídeo Polvo, el autor construye imágenes con el correlato de la destrucción y la reconstrucción ficcional de espacios, al pulverizar cascotes de una edificación ruinosa en La Habana y luego dibujar sobre estos.

Cercanas a la actitud poética del artista conceptual Gordon Matta-Clark, ambas obras, con sus simbólicas intervenciones en edificaciones abandonadas, postulan una desconexión entre significado y significante, continente y contenido. Arrechea entiende el espacio no como existencia de una naturaleza abarcadora y omnisciente de los fenómenos que la recorren y condicionan, sino como instancia de representación de un sujeto posmoderno cuya percepción ha mutado severamente.

El espacio ha sido uno de los paradigmas más tratados por el arte contemporáneo desde finales de la década del sesenta, sobre todo por el arte minimalista y también por el conceptual. Sin embargo, fue el primero el que más incisivamente planteó una nueva visión a partir de redefinir el lenguaje de la escultura. En este sentido, como reconoce el crítico Hal Foster en El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo, no sólo rechaza el canon antropomórfico de la escultura tradicional al sacarla de su reducido pedestal, sino que la recoloca en el mundo de los objetos, redefiniéndola en términos de lugar.

Esta enfoque supone, por un lado, adoptar enunciados orientados no tanto a la construcción formal de la obra como a sus condiciones de recepción, y por otro, evitar polarizar esta orientación. Así se invita a superar la oposición sujeto/objeto desde el momento en que lo epistemológico y lo ontológico son entronizados en una fenomenología trascendente.

Posminimalismo y arte conceptual

En el caso de Arrechea, hablamos de una reflexión sobre el espacio oculto, inactivo, simulado o camuflado, accidentado, transportable o vigilado, que recita señales de un desplazamiento fundamental en el modo de percepción del sujeto y en la manera de representar las instancias que rigen su actual modo de vida.

Su muestra Espacio derrotado (2007) proyecta esta problemática dentro de una poética posminimalista, revestida de recursos expresivos de la estética conceptual. Es posminimalista en la creación de objetos e imágenes escultóricas divorciadas de interpretaciones asociadas tradicionalmente a una lógica que atribuye significado al objeto en función de su referente físico. Y es conceptual porque cuestiona cómo la emergencia de nuevos resortes objetuales producidos por la interfaz extendida de la era digital, sustituye la percepción humana.

¿Qué significa la pieza There are types of damage we can't do anything about? Es un objeto (artefacto), una escultura dirigida a reflexionar sobre el estatus de su significado, desestabilizado por la inquietante forma híbrida de su referente. Las esferas que la componen ya no lo son en un sentido estricto: su significado se ha vuelto literal, ya no está cargada con los significados originales. Desactivada, por tanto, la relación de los términos en el núcleo de su estructura comunicativa, los significados son redefinidos como significantes.

Del mismo modo que la representación de la esfera oblitera su significado, los dibujos que representan otros objetos se muestran en tensión con el gen de su significación. Sucede, por ejemplo, en las obras Ruidos sospechosos y Conspiración, ambas de 2006, en las que se proyectan edificaciones encima de artefactos que simulan sillas; o también en Puntos de comprobación (2006), con la creación de estadios calados en espacios de una mano. En realidad, es como si traicionaran, si reinscribieran sobre su cuerpo un rostro diferente al de su identidad. En palabras de la profesora y crítico de arte norteamericana Rosalind Krauss, se ha pasado de un registro del índice como origen a un registro del signo como equivalencia. Desatado el signo como equivalencia, sus significados pueden ser tantos como quiera el lenguaje (el virus) que los manipula.

Esta es una de las características más distintivas que recorre la obra de Alexandre Arrechea, desde la series de dibujos Remider y Laundromat, del año 2003, o New Space (2004), pasando por sus instalaciones más recientes: El jardín de la desconfianza (2003-2005) y Entrada libre para siempre (2006), hasta las piezas de la exposición Espacio derrotado.

Las creaciones de Arrechea reflexionan, por una parte, sobre el estatus de la escultura de los bienes de consumo en el campo de la producción artística internacional; por otra, señalan que una lógica de consumo poscapitalista productora del signo-mercancía, se ha instalado indisolublemente en la estructura de deseo del sujeto, trastornando totalmente los sistemas de percepción. Así, no nos engañemos, somos lo que deseamos porque somos lo que consumimos.

Tanto las obras de Espacio derrotado como el quehacer anterior de este artista, parecen decir al espectador "bienvenidos al nuevo mundo". El territorio del poder ya no es la realidad, ni el mundo urbano, ni el agrario, ni la geografía o la política. El territorio de poder opera en nuestro cuerpo mental, que en su permanente ansiedad de vida trata de superar la sensación de muerte y desaparición con el consumo ficticio de su existencia.

© cubaencuentro

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