Guillermo Cabrera Infante, Literatura

Menos solicitó veloz saeta

Réplica del profesor y escritor Enrico Mario Santí a un texto de Carlos Velazco, aparecido en la edición del martes 20 de marzo de 2012 en CUBAENCUENTRO: Viejo jardín de las Delicias o Un tema para El Greco

Confiésalo Cartago,
¿y tú lo ignoras?
Luis de Góngora

Si de mal gusto resulta contestar reseñas, ¿cuánto más será contestar contestas? No hay remedio… Carlos Velazco no escucha consejos: no logró, pese a la dádiva de su amiga escritora, razonar una respuesta “de altura” a mi comentario sobre el libro que él y Elizabeth Mirabal publicaron hace dos años sobre la obra en Cuba de Guillermo Cabrera Infante. No conoce, por ejemplo, y a pesar de su entrenamiento como periodista, el mínimo protocolo de cualquier respuesta. Primero, se contesta en la misma revista que publica la reseña contestada; después, por lo menos se dice, para beneficio del lector, cuándo se publicó. (Ver: “(Per)versiones de Cabrera Infante”, Letras Libres (México, D.F.), marzo de 2012, págs. 74-78.). Tercero, se atiene, brevemente, a lo que dijo: no se inventan datos ni argumentos. Y sobre todo se contesta lo que se critica; de otra manera deja, como aquel que dice, lugares a dudas. Por último, cuando se trata de correspondencia personal, como en el caso del email del 13 de febrero de 2009 que él reproduce, se pide permiso antes. Pero tampoco hay que pedirle peras al olmo. Su contesta confirma la sospecha que planté en mi texto: no son Velazco ni Mirabal los autores. El que sopla es Seguridad.

Quien se tome el trabajo de leer lo que publiqué en Letras libres con la versión que ahora dan Velazco y compañía en cubaencuentro.com verá no solo que son distintas; la suya no explica ni resuelve ninguna de mis críticas, mucho menos las que tienen que ver —y a pesar de las virtudes del libro, en las que abundé— con su deshonestidad, o su proceder. Pero la sordera es nuestro deporte nacional, el narcisismo nuestro pasaporte. Los cubanos nunca nos equivocamos: nadie nos puede enseñar nada… Por eso Velazco se limita a repetir lo que nos tiene acostumbrados la llamada oficialidad cultural cubana: todos los de acá somos unos malagradecidos, resentidos e histéricos. Yo en particular abrigo un “sentimiento profundamente mercantilista y pragmático” que intenta “perpetuar un sinsentido del que sac(o) tantos dividendos”. Reseñar un libro, hacer críticas razonadas, se vuelven escándalos. La patada me la sé de memoria. Y como vemos, lo mismo da Santí que Zoé Valdés que Carlos Espinosa; Letras libres que cubaencuentro. Pim pum fuera: ¡que se vaya la gusanera!

Textos como los de Velazco, que por desgracia veremos proliferar en días venideros —y no precisamente sobre la peregrina reseña mexicana de un libro publicado hace dos años sobre un autor cubano exilado hace casi medio siglo― son síntoma de las guerritas culturales que hoy están en pie en Cuba en vista de las llamadas transiciones y reformas. Según Velazco yo lanzo saetas. Las suyas, en cambio, serán, lo verán, boomerang.

© cubaencuentro

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