Literatura, Eliseo Alberto
El domingo 31 de julio no murió un cubano sobresaliente
Debe ser terrible tener que dolerse, a escondidas, por la pérdida de alguien estimado a la par que se inclina la cabeza ante el patrón
El lunes 1 de agosto, aparecieron solo dos informaciones en la sección de cultura del diario oficialista cubano Granma. Ninguna de las dos se refería a la muerte, el domingo 31 de julio, del destacado escritor cubano Eliseo Alberto. Los lectores del principal diario castrista —quienes no tienen acceso a otros periódicos— no se enterarán, al menos por esta vía, de tan considerable pérdida para la cultura cubana.
Eliseo Alberto no existía. Ni su paradigmática obra novelística, poética, periodística. Ni era cubano, si nos remitimos al Granma y vemos que allí no está su muerte. Sé que quienes conocen cómo funciona el escarnio castrista podrían objetarme que le estoy dando vuelta a la noria: ningún cubano que disienta del régimen, dentro o fuera de la Isla, existe para aquél, sino que resulta borrado del registro civil, de los cementerios, bibliotecas, hemerotecas. Sin embargo, pienso que nunca estará de más enfatizar en la infamia que nos aqueja.
Imagino a cierto segmento de la oficialidad cultural lamentando, en corrillos, en voz baja, esta muerte. Debe ser terrible tener que dolerse, a escondidas, por la pérdida de alguien estimado a la par que se inclina la cabeza ante el patrono. Imagino, en especial, a no pocos de los asalariados periodistas de Granma y de los demás medios de la dictadura (los únicos periodistas del mundo que anotan goles sin portero adversario: no tienen réplica) lamentándose para sus adentros al no poder decir, al menos una vez en sus vidas, lo que el corazón les exige. Debe ser terrible, para un ser humano que se respete, tanto informar lo que no es cierto como silenciar las certezas.
Omisiones como la muerte de Eliseo Alberto solo dejan en claro la desvergüenza de la dictadura castrista, podría afirmar alguien. No, no creo que sea desvergüenza. O, desvergüenza aparte, es miedo. El miedo de los débiles. Solo aquellos tiranos que se saben extremadamente endebles, temen dar a conocer una muerte.
En la primera plana del Granma del lunes, entre otras informaciones parecidas, se anuncia que concluyó el II Pleno del Comité Central del Partido Comunista; que se inicia el séptimo período de sesiones de la Asamblea Nacional; y que el vicepresidente de la dictadura recibió al ministro de Agricultura de China. Informaciones perfectamente olvidables y que, como tales, se desestimarán en unos días. Pero la vida y obra de Eliseo Alberto permanecerán.
© cubaencuentro
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