Crónicas

Confieso que he sobrevivido

La Crisis de los Misiles: Todavía los cubanos seguimos detenidos en aquella escalofriante noche de octubre de 1962.


Hoy, debido a la fecha, me levanté pensando en cosas que me llevaron a rememorar Confieso que he vivido, el excelente título que diera Neruda a sus memorias. Dichoso él, me digo, que pudo morir siendo tan rotundo. Claro, Neruda no era cubano y yo sí, él no estuvo aquí en Cuba cuando la Crisis de los Misiles, y yo sí estuve. Como a todos los mortales de entonces, a Neruda la Crisis le dejó una imagen, la del susto que cayó como un rayo sobre el planeta, a mí la nostalgia. Y algunas dudas.

"(Disculpadme si os humillo sin querer. Disculpadme, pero no puedo evitarlo.) Tengo entonces veintinueve años, dos hijas pequeñas, una de meses y otra que acaba de cumplir dos años, tengo una mujer que me gusta y a la que amo, y tengo grandes proyectos. La Isla está al desaparecer, y lo sé, también lo saben los demás, pero por la cara que tienen todos pareciera que nadie lo sabe aún. Ha sido como ponerse otra vez las botas para esperar la siguiente invasión. Y con botas andamos, por cierto, y mucha prisa.

"Quién sabe si todavía en las horas de vida que nos quedan podamos materializar los sueños que teníamos priorizados para lo que queda del siglo XX y los dos siglos siguientes. En su mayor parte, los médicos con que contaba la Isla al triunfar la Revolución se habían marchado, igual habían hecho los dentistas, y las bodegas y tiendas de ropas seguían 'peladas'; pero de esto tampoco parece haberse dado cuenta mi gente. En definitiva, para quienes tienen las horas contadas, qué importancia podrían tener esas minucias.

"Es un espíritu que (si todo no ha sido un sueño, como tal vez sospechando alguna trampa de los dioses solía Homero repetir) guarda, recogido con mucho cariño y lágrimas que no se ven, un texto donde hay un sillón para conversar un padre rodeado de su familia, una radio y unas botas que se van y pudieran no volver".

Lo escribió Roberto Fernández Retamar, quien ya había tenido el privilegio de escribir El otro (en mi concepto, el poema de la Revolución), durante el Taller que al romper la Crisis creará la UNEAC para producir arte de emergencia para las trincheras y en el que tantas anécdotas dejará Lezama a su paso por aquel cuartel general de las artes y las letras donde a él también lo sorprenderán allí, noche a noche, las medianoches de aquel tiempo. Es el sentido poema de Roberto, A mis hijas, que no es un gran texto (que ni siquiera es un buen texto), pero es un gran texto. Por derecho propio, el poema de nosotros los de entonces, aquellos cubanos, los legendarios de la Crisis de los Misiles.

Hoy, al mirar hacia atrás, me siento perdido. ¿Qué pasó después? ¿Qué ha sucedido aquí? ¿Qué se hizo de aquella civilización? ¿Dónde están los dioses de entonces?

Puedo al respecto suponer dos cosas. Finalmente Nikita y Kennedy no se pusieron de acuerdo, y alma en penas que aún no se ha acostumbrado a estar muerto, estoy imaginándome vivo. Esto explicaría la pesadilla en que me siento vivir; pero de ser esto así, tendríamos que aceptar que entonces la mente de aquella alma en penas ha quedado muy lastimada por la radiactividad, lo cual sería mucho suponer.

La otra sospecha es igualmente fabulosa, aunque quizá menos compleja. Los misiles no han caído todavía, todavía los cubanos seguimos detenidos en aquella escalofriante noche de octubre de 1962 y, en un momento de debilidad, a fin de poder seguir esperando el instante final sin flaquear (como corresponde hacer al condenado que tiene una fe por la cual morir), me he dado a imaginar que esta vida que me parece estar viviendo ahora es, en realidad, la vida que me estaría reservada de no producirse la catástrofe nuclear.

En todo caso (Neruda, para su suerte, no tuvo que aprenderlo), sobrevivir no es siempre la mejor opción, aunque al principio pueda parecerlo.

© cubaencuentro

7 Comentarios


7 by Carmelo Maranhao (Usuario no autenticado) 22/11/2007 8:50

Lazaro: Acaba de decidirte a escribir para el goce de todos, creo que lo haces mejor que "muchos" de ellos. Gracias

6 by ATAQUE AL BLOG (Usuario no autenticado) 20/11/2007 8:50

DE LO QUE NO SE HA ENTERADO, O NO QUIERE ENTERARSE ESTE MILICIANO NOSTALGICO: Desde entonces cuando Fifo el terrible, comenzo a jugar al ajedrez mundial, metiendose por la trastienda por donde se tira la basura como es costumbre. En un tipico acto de ganster prepotente "decidio soberanamente" por sus ventrechas, que toda la poblacion de la Isla de Cuba podia ser material gastable para el jugar a jefe de Estado bananero, y que ademas trato con absoluta irresponsabilida como casi siempre, tumbar aviones para provocar la guerra. La ignominia de esa crisis caera sobre el junto con la historia que no lo esta abosolviendo, mas bien condenando. Es una muy triste pagina de este desvergonzado que todavia tiene la cara de seguir mandando por sus cojones, al mismo pueblo que no le importaba quemar en la guerra destemplada ruso americana, que seguimos sin ser parte ni antes ni ahora.

5 by Pues la verdad (Usuario no autenticado) 20/11/2007 8:30

es que este artículo lo acabé de leer por disciplina. Lo encontré no sólo pobre y enrevesado, sino, y es lo peor, malísimo.

4 by juan quinquin (Usuario no autenticado) 20/11/2007 8:20

alguien me dijo una vez.... "es mejor un final espantoso que un espanto sin final" creo este podría ser un buen epilogo a tu articulo.

3 by ROSA MELNAB (Usuario no autenticado) 19/11/2007 19:40

Los Alcides, Retamar y compañía se regodean en la nostalgia de los "buenos tiempos" del castrismo. No se han quitado nunca las botas de miliciano ni las ganas de aplaudir a Esteban Dido en la plaza. No me extraña que se sientan "perdidos" en medio del derrumbe del socialismo real. El Muro de Berlín les cayó encima y todavía no se han enterado.

2 by J. Campos (Usuario no autenticado) 19/11/2007 17:30

Guao...

1 by Lázaro Buría (Usuario no autenticado) 19/11/2007 17:00

Querido Alcides: Disfrutando la picardía con que enfrentas el "juego de los tiempo" en tu memoria, mi admiración por como cuentas la manera en que los viven quienes fueron atados a La isla -estén o no en ella-, bien sea por nacer allí o porque las circunstancias lo o la llevaron a habitarla en algún momento, recordé lo que se me ocurrió pensar -no se cuando, aunque lo escribí hace poco- sobre: EL TIEMPO DE LOS CUBANOS. La mayoría de las lenguas sobre las que me he interesado -no digo que las hable ni que las entienda pues se calcula que entre vivas, casi vivas y a punto de morir, son más de 6800-, usan tres perspectivas básicas para anunciar el Tiempo desde el cual y/o del cual se habla y, por ende, se piensa. Las palabras no son hechos, pero se refieren a ellos y los reflejan. Y gran parte del conocimiento adquirido a lo largo de una vida tiene su origen en “ese reflejo”. El “almacén” que llamamos memoria -sea de piedra o papel, celuloide, cinta magnética o disco óptico, incluso la que soporta el cerebro humano, está lleno de ellas y de las imágenes que provocan. Y para usar esa masa de datos sin confusión, los dos primeros concepto que solemos usar para organizarlos son Tiempo y Espacio. En las últimas décadas del siglo pasado, la invitación a “vivir en el presente” se fue convirtiendo en la piedra angular para explicar cómo alcanzar la felicidad personal a que todos aspiramos. Sin embargo, como se sabe en la inmensa mayoría de los países -un censo dice que son 198-, eso es muy difícil. Y para los cubanos, parece, mucho más. Atrapados en uno de los “encierros históricos” con que La Causalidad o el El Azar encarcelan a alguno de los numerosos rebaños de nuestra especie -pueden durar muchísimos años, incluso décadas y hasta siglos-, mis coterráneos y yo sufrimos hoy el Síndrome del Presente Perdido. Vivimos en el Pasado o en el Futuro. Y me pregunto: ¿porqué escapar de este precioso Presente y gastar la vida en habitar un Pasado irreversible o huyendo hacia un Futuro impredecible. Mi duda se dirige a todos. Los de aquí y los de allá, los que estamos Adentro o residimos Afuera, los que están a punto de dejarnos en vida o los que recién llegan a ella. Porqué no preguntarnos: ¿qué estoy haciendo con este hermoso Presente donde estoy y del cual nadie puede decir cuándo seré expulsado a La Eternidad? .... solo una cosa más, ... sobrevivir siempre vale la pena, sobre todo como lo haces tú: lúcido. B

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