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Actualizado: 01/07/2024 10:18

Ajedrez

Un bolero y un cuartico

A Tania Hernández, Maestra Internacional y ex campeona de Cuba.


Si dicen que recordar es volver a vivir, retornar sobre tus pasos significa avistar los demonios que creías sepultados. Eso me sucedió cuando decidí volver a jugar ajedrez en 2004, después de cinco años de ausencia: volver a experimentar la ansiedad ante una partida, el golpe de adrenalina de los apuros de tiempo, las frustraciones de la derrota, la exaltación de la victoria; también significó el reencuentro con viejos amigos, esos que me acompañaron durante casi la mitad de mi vida en estos trotes del ajedrez y la vida.

En uno de esos torneos, volví a ver a Tania Hernández, Maestra Internacional, ex campeona de Cuba. Llegó a la ronda, saludando a todo el mundo como siempre, con esa risa fácil y sin precio que todo el mundo le conoce, repartiendo besos como un carrusel. Hasta que llega frente a mí, se detiene, y reconsiderando un impulso de alejamiento, cambia de idea y me regala un leve abrazo y un beso en la mejilla, tras la alegre conclusión: "¡No vamos a estar peleados toda la vida!".

No recuerdo el año en que la conocí, pero estoy seguro que todavía el cartelito de sapo me colgaba en la frente, por lo que me consideré muy afortunado de contar con su amistad, y por supuesto con la entrada a su santuario personal. Tania vive desde siempre donde la calle Virtudes casi se funde con Prado, en una casona devenida solar; los vecinos, que la tienen en gran estima, le han destinado un cuartico aparte del de su casa, para que en la soledad del improvisado refugio, guarde su biblioteca de ajedrez, pueda entrenar y prepararse para los torneos que suele jugar, entre los que se incluyen las Olimpiadas de Ajedrez, los campeonatos nacionales y los afamados Capablanca in Memoriam.

Este cuartico es como los que suelen esconder los relojes de la electricidad y las llaves de paso, con unas medidas aproximadas —si la memoria no me falla— de unos tres metros por uno y medio.

A estas alturas, podría resultar chocante ver, en medio de tanto cablerío una mesa, una silla, y una cantidad explosiva de bibliografía actualizada, compuesta principalmente por informators yugoeslavos —lo mejor de lo mejor—; pero para mí aquello era la biblioteca de Alejandría resurrecta y, el espacio, un salón que ya hubiera querido tener yo. Y en ese inmenso salón analizamos multitud de partidas suyas (a veces mías), y también conocí más acerca de su trayectoria ajedrecística: casi dos décadas dedicadas a nuestro arte, donde abundaban los torneos internacionales y numerosas victorias sobre grandes maestros.

Pero no sólo éramos ajedrez Tania y yo. Ella asistió a los primeros partos de mis borrones con pretensiones literarias (ahora sé que muy torturantes para ella); posiblemente la única que en el micro-mundillo nuestro conocía de mis aspiraciones. Y también tuvo la osadía de colocarme en su registro de direcciones para que pudiera trabajar en la Academia Provincial, situada en la Polivalente Kid Chocolate, en la Habana Vieja; un acto tan desinteresado de su parte —y problemático por el papeleo legal— como beneficioso para mí.

Y un mal día todo se jodió. Caímos en medio de intereses, chismorreos, falsedades, y la cadena se rompió por el eslabón más débil. Y con la inocencia de quien espera el milagro de que algún día se sepa la verdad, di un paso atrás: La verdad nunca llegó, sólo el cálido abrazo de alguien que sin pensarlo quiso perdonar, aunque no hubiese nada que redimir.

A veces mi dialéctica barata sufre el mazazo de las casualidades: el penúltimo día de mi estancia en Cuba, cuatro años después de aquel abrazo, volví a verla, cerca del club Capablanca, aunque los dos no teníamos ningún asunto pendiente por el club. Allí, parados en una esquina, conversamos largo rato, sobre sus planes y los míos, de su familia, y hasta nos dimos el lujo de filosofar: de lo difícil y complejo que se ha vuelto el ajedrez contemporáneo, de la inmensidad de información que el ajedrecista de competencia debe procesar, e incluso me permití una broma —fatal a la larga— sobre la ineficacia de la biblioteca alejandrina que ella antes poseía.

Ella, seria, muy seria, me dijo: "Todavía tengo aquellos libros". "Sí, no está mal", insistí. "¿Pero entrenas con computadora, no?". "No", y esa fue toda la respuesta que recibí.

Nos despedimos minutos después, un poco ensombrecido el ambiente. Pero ese personaje antisocial que llevo dentro y que no mide consecuencias no me dejaba tranquilo, por lo que me viré y le pregunté a viva voz: "¡Tania! ¿Y el cuartico?". Ella, con una sonrisa encantadora, me respondió: "Ay, Pujol, igualito: el cuartico está igualito".

© cubaencuentro

11 Comentarios


11 by roberto sanchez (Usuario no autenticado) 24/08/2009 10:40

esta bien escrito conoci a tania fui entrenador femenino la ultima vez que la vi fue en camaguey alli le tiro un reloj por la cabeza al novio ajete

10 by Daniel Hernandez 16/08/2009 9:00

No me fijo mucho en la forma de escribir del autor. Tania fue una entrenadora mia y de Rafael Alcides un compañero mio de la EIDE. Soy de Güines al igual que Leinier Dominguez y me parece muy bien que le hayan dedicado est a Tania

9 by El Güinero (Usuario no autenticado) 16/08/2009 9:00

Yo no miro mucho el escrito, sino que esto se trata de una entrenadora mia y de Rafael Alcides un amigo mio de mi ex escuela en Cuba. Tania nos enseno muchas cosas en CUba, y me parece muy bien que le dediquen esto.

8 by Luis Couso Perdices (Usuario no autenticado) 15/07/2009 12:40

Muchas gracias, Pujol, por "Tania en la distancia". De las pocas personas que recuerdo bién, Tania tiene un lugar especial. Al igual que Vivian, Asela y "La Frómeta, Tania fue vanguardia del ajedrez femenino en la isla. Se merece este tu bello recordatorio. Hasta la próxima.

7 by Roberto Figueroa (Usuario no autenticado) 12/07/2009 17:20

Capablanca, sino fueramos egocentricos, no habria existido Fischer y otros, Fatal puede ser para algunos, a mi de hecho me gusta leer sus articulos y de hecho me hace olvidar el frio aqui en la mina con la nieve derritiendose (dese Chile) y aveces a bastante altura (3000 msnm) en el ajedrez la vida se vive con quien juegas ajedrez, aunque sea durante la partida, por que no relatar lo demas del ajedrez.

6 by El Agora (Usuario no autenticado) 11/07/2009 11:00

Y esto no es que este mal, es que parece material de blog, no articulo. Muy personal.

5 by El Agora (Usuario no autenticado) 11/07/2009 11:00

Perdido en el tiempo, el bolero viene del cuartico esta igualito, supongo. Y Para ser "ex-ajedrecista" como te proclamas no conoces mucha gente del medio.

4 by willian white (Usuario no autenticado) 11/07/2009 11:00

Curioso e interesante,esta muy bien escrito,es coherente,tiene chispazos de humor y recrea lo mejor de la vieja habana y quienes la habitan.Un saludo desde miami,me hiciste revivir ciertas sensaciones y aptitudes para mi casi olvidadas,como la solidaridad y la calides,una felicitacion

3 by ESCOMBROS HABLANEROS (Usuario no autenticado) 09/07/2009 1:00

Carlos, te leo y espero tu colaboración. Abrazos Javier

2 by Caronte (Usuario no autenticado) 09/07/2009 1:00

Un bolero y un cuartico... cual es la relacion? El bolero no se menciona... cual es? Luz y Sombras? Te gustaba Tania? "Esclavo y amo entonces"? Y por que no una foto de la tal Tania en vez de esa de las piezas de la otra parte? Estaba buena? Merece el "lamento"? Buen trabajo. A mi me gusto. Lo anecdotario casi siempre termina gustandome... pero que pocos comentarios, eh.

1 by Capablanca (Usuario no autenticado) 08/07/2009 17:00

¡Fatal y egocéntrico este tal Pujol! ¿Hasta cuándo le van a seguir publicando "obras literarias" a este compañero?...

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