AFP/ Montreal. Obras de arte de Cuba que testimonian la historia de la Isla, algunas nunca exhibidas en público, están reunidas por primera vez en una exposición que se inaugura este jueves en el Museo de Bellas Artes de Montreal.

Cuba! Arte e historia de 1868 a nuestros días ofrece un panorama completo del arte cubano, desde las primeras guerras de la independencia hasta el día de hoy, con unas 400 obras de los mayores artistas cubanos.

"Es la primera vez que se reúnen tantas obras para contar una historia de Cuba a través de las artes visuales", dijo a la AFP la directora del museo y comisaria de la exposición, Nathalie Bondil.

La retrospectiva, que se inaugura este jueves y se extenderá hasta el 8 de junio, propone un centenar de cuadros, 200 fotografías y documentos de archivos, un centenar de afiches de antes y después de 1959, instalaciones, vídeos y extractos de música y de películas.

Fueron necesarios tres años de trabajo para preparar la exhibición. Más de la mitad de las obras provienen de Cuba, sobre todo del Museo Nacional de Bellas Artes y la Fototeca de Cuba, y las otras de diferentes colecciones en el mundo, entre ellas el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

"Nunca se había montado una exposición tan grande fuera de Cuba", declaró por su parte la directora del Museo de Bellas Artes de La Habana, Moraima Clavijo Colom.

Su organización representó un inmenso desafío técnico. El museo debió fabricar en Canadá y enviar a la Isla las cajas que se usaron para transportar el material.

Demasiado grande y demasiado frágil para ser colocado en una de estas cajas, la pieza más mimada de la exposición —un mural revolucionario de 55 metros cuadrados— debió ser desmontada y cada panel embalado por separado para transportarlo.

Según Bondil, aunque la música y la literatura cubanas han conquistado desde hace tiempo su lugar en el extranjero, no pasa lo mismo con las artes visuales, a excepción de algunos pintores conocidos como Wifredo Lam (1902-1982), o fotógrafos famosos de la revolución, como Korda, Salas, Corrales o Noval.

Así, además de la foto más difundida de la historia, el Che de Korda, la exposición permite descubrir artistas como los pintores Cundo Bermúdez y Marcelo Pogolotti.

Mientras el primero hacía una pintura naif en la década de los años cuarenta, con personajes que parecen prefigurar los del colombiano Fernando Botero, el segundo, inspirándose en las corrientes futurista y surrealista, fustiga en la década del treinta el capitalismo, el fascismo y la injusticia, a través de personajes de obreros, patrones y militares caricaturescos.

Pero la mayor atracción de la exposición, según Bondil, es el mural revolucionario 1967 Cuba Colectiva, pese a que desde el punto de vista estrictamente artístico es una obra secundaria.

Emblemático de la euforia revolucionaria, este mural fue realizado en una sola noche por un centenar de artistas e intelectuales cubanos y extranjeros en octubre de 1967: a partir de un gran espiral dibujado sobre paneles de madera y recortado en compartimentos de idéntico formato, cada uno fue invitado a pintar uno.

Sólo un compartimento permaneció vacío, el número 26. Fue reservado para Fidel Castro, pero nunca lo llenó.

El mural salió sólo una vez de Cuba, pero casi nadie pudo verlo. Fue hace 40 años, en París. El Salón de Mayo, donde fue expuesto, debió cerrar pocas horas después de su inauguración por los acontecimientos de mayo de 1968.

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