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Actualizado: 28/06/2024 0:13

Combatientes anticastristas, Literatura, Cuentos

Unos valientes luchadores hoy en el olvido

Los relatos de José Antonio Albertini están narrados por un testigo presencial, que a la vez participó en las luchas anticastristas de comienzos de la década del sesenta

Memoria constante. Relatos verídicos (Ediciones Gota de agua, Filadelfia, 2024), de José Antonio Albertini, contiene siete relatos que, como el subtítulo aclara, son verídicos. Los más extensos, “La china” y “Abur, amigo”, constan de treinta y dos y veintiocho páginas respectivamente; y en ambos, los protagonistas están descritos con mayor énfasis, en cuanto a sus vidas y personalidades.

En estas páginas encontramos los nombres de los que al comienzo de la instauración del régimen castrista, lucharon clandestinamente para combatirlo. Después del entusiasmo general provocado por la huida del dictador Fulgencio Batista, se dieron cuenta de que el nuevo régimen era una dictadura y no un gobierno democrático; y muchos de esos luchadores fueron encarcelados y fusilados; y muy pocos lograron exilarse, después de cumplir largas condenas en las cárceles cubanas.

Es obvia la intención del autor, en nombrar a todos esos valientes conspiradores hoy en el olvido. Y ha hecho muy bien en revelar sus nombres a las nuevas generaciones que solo conocen a quieres, por diversas razones, se han destacado en el exilio, como Juan Manuel Salvat, Pedro Corzo, Alberto Muller y el propio Albertini, por citar solo cuatro.

El primer relato, “Año 1959: Inicio de la Pústula Lancinante”, es una prueba de cómo una ideología basada en la idolatría a un falso mesías, sin importar lo mitómano y desalmado que sea, puede convertir a un hombre honesto en miembro de un culto nefasto. Los ejemplos abundan, pero Albertini los sintetiza en una persona. “Se llamó Alfredo Testar Díaz… había sido un demócrata respetuoso de las leyes republicanas… Ya instalado, con la bendición del Che Guevara, como autoridad suprema de los tribunales revolucionarios de la provincia [Las Villas], su postura cambió por completo… Se hizo famoso por preguntar a los procesados: ¿Cómo te llamas?… No, te llamabas, porque tú no verás el sol de mañana”. Y para mayor vergüenza, “una parte sustancial de la población aceptó, se acostumbró y aplaudió el paredón; la sangre ajena derramada y la injusticia revolucionaria”.

En “La China”, se cuenta la historia de una atractiva joven, esposa de un sargento de la guardia rural, durante la dictadura de Batista, que, al enviudar, cuando su marido murió acribillado a balazos por un fidelista, se convirtió en prostituta y valiente colaboradora de la lucha anticastrista. Años más tarde, La China reaparece en la narración casada entonces con un burócrata castrista, condenado a prisión por un desfalco en la empresa gubernamental donde trabajaba. En una de las visitas de familiares a los presos, se encuentran el narrador de esta historia con su antigua compañera de luchas.

En “Abur, amigo”, Albertini relata el caso de Manuel Sánchez Veitia, un maestro que impartía clases de inglés y otras materias a domicilio, tras haber sido cesanteado, por homosexual, de la escuela donde laboraba. Manuel, experto en transportar desde La Habana material bélico para las guerrillas anticastristas de las provincias, hablaba inglés con sorprendente fluidez, a tal punto, que imitaba los acentos de distintas regiones de Estados Unidos y de Inglaterra. Quizás, su pasión por la música influyó en esa versatilidad fonética, pues Manuel era también un cantante aficionado. Nunca fue detenido en Cuba y logró exiliarse durante el éxodo del Mariel. En el exilio trabajó como barbero. En Miami fue asesinado por un malhechor.

Las semblanzas con las que Albertini nos presenta a La China y a Manuel están permeadas por la simpatía y el afecto que el autor sintió por ellos; y logra que el lector participe en la admiración y el respeto que ambos merecen.

La mención de títulos de películas, canciones de moda y sus intérpretes, como Benny Moré, Ela O’Farrill, Doris de la Torre, Blanca Rosa Gil y Moraima Secada puntualizan la época en que ocurren los hechos narrados.

Estos interesantes relatos, contados por un testigo presencial, que a la vez participó en las luchas anticastristas de comienzos de la década del sesenta, son parte integral de la historia de nuestra patria. De ahí, su importancia.

En “A modo de prólogo”, la poeta Sara Martínez Castro comenta el libro y la producción literaria de José Antonio Albertini.

© cubaencuentro

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