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Actualizado: 02/07/2024 13:30

Literatura, Poesía

¡Qué pequeño es el mundo, que cabe en cualquier sitio!

Cuarenta y siete poemas dan fe de la sobrevivencia de Belkis Cuza Malé tras el éxodo de la Sodoma caribeña


Así termina el poema “Apostasía moderna”, perteneciente al libro Los poemas de la mujer de Lot, de Belkis Cuza Malé, que, como aquella, saliera también de “Sodoma” pero sin mirar atrás, por lo que, afortunadamente, no es hoy una rígida estatua salina sino un ícono viviente de humanidad, sencillez y compromiso, con una prístina misión de promoción cultural a través de ese monumento literario que es su revista Linden Lane.

Cuarenta y siete poemas dan fe de su sobrevivencia tras el éxodo de la Sodoma caribeña, donde lo peor no ha sido el desenfreno sexual sino el canibalismo político —porque desde la independencia, la tragedia siempre ha sido de cubanos contra cubanos, devorándose unos a los otros, con rusos y americanos como catalizadores principales de tan feroz reacción química—, y el castigo de Dios, que lejos de convertir a la Isla y a sus apóstatas habitantes en un gran monumento de sal —por haber renunciado a la tierra prometida tras tenerla—, nos ha sido sufrir estos más de 50 años vagando por el limbo en círculos que profundizan cada vez más el desvarío del falso Mesías y de sus seguidores.

La poeta Belkis Cuza Malé es una viajera incansable, que usa su mente como medio, sin las ataduras del tiempo, el espacio y los temidos aviones como impedimento para sus desplazamientos. Desde un verano en Princeton —donde “el niño bebe su jugo de frutas sentado como un jefe indio frente a la TV”—, una fugaz visita a Romeo y Julieta —cuya muerte fingida “sentenció a Romeo a morir amándola”—; otra a Nueva York “la noche en que mataron a John Lennon”; Belkis exorciza a los demonios con su poesía. Tanto en Texas como en Miami Beach —“donde las judías duermen sin vejez”—, ella le hace un “homenaje a lo cotidiano”, construye “un amuleto para las feministas”; recuerda conmovedoramente a su incondicional amigo José Cid —“cuando usted, Heberto y yo… nos lanzábamos de cabeza contra las viejas murallas habaneras”—; evoca a Silvia Plath —“un tulipán en cada cuenca de los ojos”—; se pregunta “cómo era la dacha de Boris Pasternak” … “en una época en que el termómetro estuvo a punto de estallar”, y canta su victoria sobre la maldición del gueto precisamente detallándolo.

Tras un breve descanso imaginario, ahora Belkis nos transporta hasta “Suecia”, a “un paisaje invernal para los desterrados”, donde “la memoria cavó trincheras a su paso y arrojó entre las piedras la ciudad salpicada de agua de mar, como en un cuadro de Seurat”, y convida a Oscar Wilde a acompañarnos, “con su martirizado ruiseñor”, en nuestro viaje, bajo una luna azul, “matriarcal y loca”, que “se pinta y se engalana para sus vecinos”, para ver pasar “el desfile infinito de los que no saben protegerse de la infelicidad”.

“Fantasmas, memorias”; “el Caballo de Troya” que puede habitar en cualquier parque —o en el patio de mi casa, que es particular—, siguen desfilando, pero es inútil “cerrar la ventana para no… caer en el pasado”, ni “close your eyes” en la página 44 para evitarlo, aunque te ocultes “en el tatuaje de un viejo marinero”, o en “la estatua de sal que conquistó el olvido”.

Ahora es “Rilke en Toledo”, un invierno en Princeton; un “pensamiento griego” sobre “las pequeñas, las íntimas derrotas, que se infligen los unos a los otros”; “una fruta tomada al descuido”, al fin ya sin los bíblicos “complejos de culpa” de un “Adán sin Eva”; la “Historia de otra” a la que en su “Sueño de una noche de invierno”, como “la vieja durmiente del pueblo”, “el ojo de Dios” ve pasar despierta a “estas horas de la noche”.

Cuarenta y siete poemas que son una verdadera “caja de los recuerdos”, una “apología del viento”, y que tras leerlos, nos permiten contestar sin dudas esa pregunta final: “¿poética?” , con un sí rotundo, porque, ¡qué pequeño es el mundo, que cupo entre estas páginas!

© cubaencuentro

7 Comentarios


7 by Baltasar S.Martin (Usuario no autenticado) 26/04/2011 17:20

Gracias, Rene, por tu comentario tan bello; estoy leyendo tu libro, ¡habran sorpresas!

6 by Baltasar S.Martin (Usuario no autenticado) 26/04/2011 14:00

Querida isis, tu fuiste la primera que publico esta reseña en tu excelente blog La reina de la Noche, y te lo quiero agradecer publicamente, asi como el regalo de tu amistad y de tu cariño, que es reciproco. Belkis se merece toda nuestra devocion.

5 by MIQUEN TAN (Usuario no autenticado) 26/04/2011 14:00

BELKIS ,SIEMPRE LE RECUERDO CON CARINO Y NO OLVIDO ELLA PUBLICO MI PRIMER CUENTO ,''cristian y el liceo,UN SALUDO Y LE DECEO LOS MEJORES EXITOS SU PERSONA Y EN TODAS SUS GRANDES PUBLICACIONES MIQUEN TAN.

4 by Isis Wirth (Usuario no autenticado) 25/04/2011 12:00

Bella reseña para un libro extraordinario.

3 by Félix Luis Viera (Usuario no autenticado) 25/04/2011 11:40

Gracias por informarnos sobre este nuevo libro de Belkis, si duda de gran valor como su obra anterior, que admiro desde siempre.

2 by René Dayre Abella (Usuario no autenticado) 25/04/2011 11:40

Excelente reseña, más que eso, es una profunda e inteligente descripción de ese pequeño universo que nuestra querida Belkis nos muestra en su bello poemario. ¡Fecitaciones querido Baltasar! Un abrazo grande a Belkis. René Dayre Abella

1 by Wilfredo A. Ramos (Usuario no autenticado) 25/04/2011 11:40

Sin duda la poetica de Belkis Cusa Male, es la de una mujer que ha partido de su tierra, pero dejando su alma en los recuerdos de ella. Leer sus poemas es como escuchar su conversacion salpicada de anecdotas prohibidas a un tirano, es revivir la propia historia personal del escuchante. En este, su libro, lo cotidiano se trasfunde en lo alegorico-mitologico, trayendonos ante los ojos el pasado-devenir de una nacion que ha huido sin mirar atras, pero consciente de lo quedado a sus espaldas. Oir sus poemas, disfrutar sus recuerdos, reir de sus ocurrencias, es algo que le podria devolver la vida a la salobre mujer de Lot.

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