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Actualizado: 03/07/2024 11:40

Música

La rapsodia cubana de Bunnett y Durán

Estamos en presencia de un CD que todos los amantes de la música cubana y el jazz deben escuchar

Hilario Durán (La Habana, 1953) y Jane Bunnett (Toronto, Canadá, 1956) traban elocuente conversación en Cuban Rhapsody (Alma Records, 2011). Diálogo, tributo a la música cubana: trova tradicional, son montuno, contradanza, danzón, descarga, mambo/chá, soplo afrocubano, retumbo de habanera. Emilio Grenet, Ignacio Cervantes, Manuel Saumell, Corona, José María Vitier, Lecuona, Abelardo Valdés, Frank Emilio, Piloto y Vera, Durán, Matamoros. Saxofón soprano, flauta y piano. Complicidades, guiños, entrecruzamientos, extractos, bosquejos, diseños, costuras, consonancias, equilibrios y resoles.

Coloquio de minimalistas enunciaciones: charla íntima. El soprano y la flauta se entrometen en las cadencias afrocubanas; el piano secunda con naturalidad presuntuosa los silbos. Convite, cabalgata sobre un pañuelo de gamas delineadas en garzos pujantes.

A ella le dicen Jane, la cubana o Havana Jane: desde que grabó Spirits of Havana (1991) con la colaboración de Guillermo Barreto, su concepción del jazz dio un giro de 360 grados. A él le dicen el montunero del jazz afrocubano (los entendidos manifiestan que tiene una mano izquierda peligrosa). Entusiasta del danzón, Hilario nos ha entregado algunos de los más relevantes álbumes de jazz cubano de los últimos 20 años (Francisco’s Song, Killer Tumbao, New Danzón…).

Cuban Rhapsody o la suculenta puesta en escena de catorce composiciones del catálogo musical cubano en arriesgada armonización que fusiona inflexiones neoclásicas/cool con el tumbao del son, los vaivenes de la habanera, el volteo del danzón, las aires de romanzas de la trova santiaguera, la algazara afrocubana y la sandunga del mambo/chá. Dos concertinos que se conocen muy bien: Duran ha sido el pianista de los principales discos de la canadiense (Spirits ofHavana, Chamalongo, Ritmo + Soul, Rendez-Vous…).

Despliegue de tildes sosegadas que comienza con “Lagrimas Negras” (Matamoros): el piano entra con planteamiento melódico recreado y el sax soprano toma a calcos la melodía en fraseo columpiante; piano que bosqueja el montuno con resquicios powellianos y soprano que sonea sobrepuesto al guajeo de los teclados. Flauta que improvisa sobre el motivo melódico de “Son de la loma” (Matamoros) y piano que contrapuntea las cadencias. Bunnett hace guiños a Eric Dolphy, mientras Duran se regodea en esquemas peruchinescos.

“Longina” (Corona) alcanza momentos culminantes: flauta pespunteando la melodía y piano en alborozos que rinde homenaje a Bill Evans: bolero de antojadizo matiz de tenue vals. “Quirino con su tres” (Grenet): lúdica exposición del sax soprano con visos de descarga y ciertas libertades de reiterada conformidad montunera. Cinco fragmentos de contradanzas (“Los tres golpes”, Cervantes; “La Tedezco”, “El pañuelo de Pepa” y “Los ojos de Pepa”, Saumell; “Tarde en La Habana”, Vitier) en un bloque de asensos armónicos admirables: flauta que prefigura acentos danzoneros y piano con franquicias de Romeu y Flyn.

El clásico “Almendra” (Valdés) con flauta que recrea las inflexiones charangueras de Arcaño y piano en el mejor de los dejos de Peruchín y Monk. “New Danzón” (Durán), piano con clúster armónico de refulgencias de Powell, Monk y Peterson; flauta, en coqueteo free e insinuaciones mamberas. El chachachá/descarga “Sherezada” (Emilio/Piloto/Vera) se asume con desbordada coloración que remite a la sonoridad de Cuban Jazz Combo (Frank Emilio y Guillermo Barreto). Dos composiciones de Lecuona (“María La O” y “Danza Lucumí”) dan a esta producción musical dimensiones inusitadas: lo que conciben Bunnett y Duran en “Danza Lucumí”, es sencillamente magistral.

Estamos en presencia de un CD que todos los amantes de la música cubana y el jazz deben escuchar. Rapsodia de arrobamientos. Jolgorio de lenitiva belleza sonora. Fusión de las euritmias del son, la contradanza, la trova, el danzón, el chachachá y lo afrocubano con las tendencias actuales del jazz. La poesía preside este parlamento de dos amigos: una canadiense enamorada de la música de la Isla, un cubano de precisas digitaciones y amor consonante imperturbable. Cuban Rhapsody subraya el caudal invaluable de la música cubana.

© cubaencuentro

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