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Actualizado: 02/07/2024 13:30

Librería, Literatura

“La mujer del coronel”, de Carlos Alberto Montaner

Esta novela expone la malignidad del sistema comunista, las separaciones familiares por las diferencias políticas y por el exilio

Cuando comencé a leer este libro pensé que sería más creíble y justificable que la protagonista sucumbiera a los encantos de un hombre joven y hermoso, como en la novela de Tennessee WilliamsThe Roman Spring of Mrs. Stone, y no a la verborrea de uno de casi 60 años. Pero a la mujer del coronel “era obvio que no le interesaba tener una aventura con un camarero o con el botones por muy jóvenes y guapos que fuesen”. Después, me fui dando cuenta de que, para su personaje (y para la trama), el autor necesitaba un hombre maduro, aunque no tuviera ningún atractivo físico: “un espejo cruel le devolvió la imagen de un hombre golpeado por el tiempo”; con años suficientes para múltiples matrimonios y con décadas de andanzas donjuanescas en su haber; y un hombre, además, cultísimo, capaz de disertar sobre psicología, teatro, ópera, antropología, literatura, gastronomía y, por supuesto, sexología. “Pareces saberlo todo, cocina, música, fisiología, historia… A mí me gusta escucharte todos esos cuentos, pero alguna gente puede acusarte de pedante”, le dice Nuria.

Las razones que llevaron a la psicóloga cubana al adulterio con un hombre así, iban a quedar ampliamente justificadas por el autor en las páginas subsiguientes.

En la novela, los personajes alternan contándonos sus vivencias en primera persona; y en ocasiones, es el autor el que interviene y matiza la historia, por medio de la narración directa o epistolar. Hay diálogos que se suceden y enlazan sin la habitual separación ortográfica y que resultan muy efectivos. Mientras que otros, adoptan la forma tradicional.

Hay anécdotas muy interesantes, algunas (la mayoría), cuyos hechos y personajes, son tomados de la vida real y, en muchos casos, fáciles de identificar. Y hay también nombres ficticios que disfrazan a personas conocidas, como al funcionario de la UNESCO Michel Ventas, por Miguel Sales; y a Lydia Marrero, por Lydia Cabrera. Mientras que otros, son mencionados con su verdadera identidad, como Paquito D’Rivera.

La mujer del coronel es un libro que por el tipo de letra y la holgada separación de renglones y párrafos, se lee con gusto e interés.

La novela abunda y se recrea en el erotismo y la sexualidad, describiendo explícitamente, no solo el coito, sino los órganos sexuales y sus características, sus fluidos y sus diferencias anatómicas. Y esto puede repeler a aquellos lectores a quienes les ofenden dichos temas. Pero como apunta Montaner: “no hay sexo sin un elemento de sordidez y la sordidez tiene una sola dimensión”.

Por otra parte, el libro expone la malignidad del sistema comunista, las separaciones familiares por las diferencias políticas y por el exilio. Los chantajes, arma favorita de intimidación usada constantemente por el aparato represivo del gobierno de Cuba. Y sobre todo, la intromisión del Estado en la vida privada de las personas. Hay la conmovedora descripción de una huida de la Isla en bote. Y la deserción de un matrimonio cubano en Gander, Canadá, sin que ninguno de los cónyuges se la hubiera confiado al otro; secreto que descubren solo cuando son llevados separadamente ante el funcionario de inmigración.

Al final, como un bonito epílogo tipográfico, Montaner añade los facsímiles de las cartas incriminatorias, con el membrete del hotel Mecenate Palace de Roma, donde ocurrió el adulterio. Páginas que Montaner titula Apéndice/Expediente 3443/83, con cuño “confidencial”. Prueba fehaciente, “obtenida” por el Ministerio del Interior: “copia fotográfica de las cartas manuscritas del professor Valerio Martinelli a la compañera Nuria Garcés”.

Pero antes, en el último capítulo de esta interesante novela, Montaner describe el encuentro final entre la esposa adúltera y el coronel engañado. Este diálogo y la dramática conclusión valen el libro entero.

© cubaencuentro

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