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Actualizado: 02/07/2024 13:30

Literatura

De Trotski y el desencanto

¿Quiénes estaban dispuestos a acoger al asesino del fundador del Ejército Rojo? ¿Por qué Cuba le otorgó visa de tránsito a su salida de la cárcel?


Al embarcarse en una novela sobre el asesinato de León Trotski por Ramón Mercader, Leonardo Padura se metía en camisa de once varas por varias razones. Se trata de una historia harto conocida. La vida de Trotski (física e ideológica) puede recorrerse al detalle tanto en su autobiografía Mi vida (1930), como en La revolución permanente (1930) y La revolución traicionada (1936). Por si fuera poco, existe una copiosa bibliografía al respecto, comenzando por tres libros excelentes de Isaac Deutscher: Trotski, el profeta armado; Trotski, el profeta desarmado, y Trotski, el profeta desterrado, así como el Trotski en el exilio, de Peter Weiss.

Sobre el asesinato hay libros, obras de teatro y películas. Entre otras, la pieza teatral Trotsky debe morir, del peruano José B. Adoph, la tendenciosa biografía novelada El grito de Trotsky. Ramón Mercader, el asesino de un mito, del periodista mexicano José Ramón Garmabella, o Cómo asesinó Stalin a Trotsky, de Julián Gorkin. Salvo sus diez minutos finales, es prescindible la película El asesinato de Trotsky (1972), de Joseph Losey.

Trabajar sobre materia prima tan manoseada exigiría del autor no sólo pericia y sagacidad narrativa, sino un enfoque verdaderamente novedoso y una inmersión a fondo en los pasadizos de la naturaleza humana si quería salir airoso. Más una dificultad extraliteraria. La figura de Trotski ha sido y es en Cuba tabú. Si los viejos comunistas del Partido Socialista Popular (PSP) fueron estalinistas ortodoxos, los nuevos comunistas del PCC se alinearon con el postestalinismo brezhnieviano y acataron la línea de ocultación de la vida, la obra y, especialmente, del asesinato del fundador del Ejército Rojo.

Del mismo modo, en la Isla se ha escamoteado la colaboración de Stalin con Hitler, su diktat a los comunistas alemanes que permitió el ascenso del Führer, las invasiones de la URSS a Polonia, Finlandia y los países bálticos, así como su actuación en la Guerra Civil Española. Asuntos que Padura ventila con acierto en este libro.

El resultado es una novela extensa (573 páginas) y, en buena medida, intensa. A pesar de ser la historia de una muerte anunciada, Padura arrastra al lector página tras página con un nervio y una garra narrativa admirables, aunque desigual entre los diferentes hilos argumentales. Coincido con Javier Fernández de Castro en que "Padura es un narrador de largo aliento y sabe situar al lector en el tiempo, el espacio y la perspectiva de quien habla en cada momento, y (…) que no decaiga el interés".

Tres tonos e intensidades

A propósito de la estructura de El hombre que amaba a los perros, el autor afirmó que se trata de tres novelas en una, "el gran desafío es que consigan una armonía" y que se integren.

Prefiero hablar de dos líneas argumentales concurrentes y una prescindible. La primera línea narra la vida de Liev Davídovich Bronstein, más conocido como León Trotski, desde su confinamiento en Alma Atá y su exilio en Turquía, Francia y Noruega, hasta su muerte en Coyoacán. La segunda, cuenta la conversión del combatiente republicano Ramón Mercader, alias Jacques Morand, en sicario al servicio de Stalin y su consumación. Y la tercera, que se desarrolla en La Habana desde 1976 hasta 2004 o 2005, tiene como protagonista a Iván, y su desmoronamiento desde sus inicios como escritor promisorio hasta su ruina final, siendo Daniel Fonseca Ledesma, otro escritor devenido taxista, quien funge como narrador de la historia cumpliendo el mandato de su amigo.

Tres tonos e intensidades bien diferentes marcan las tres líneas argumentales. Y ello también se refleja en su peso dentro de la obra. Hay una proporción casi geométrica entre las tres historias: la línea argumental de Iván, que ocupa 109 páginas de la novela, es casi duplicada por la línea de Trotski, con 176 páginas, y ésta, a su vez, es casi duplicada por la línea de Mercader, que ocupa 269 páginas. Y no es casual que eso ocurra y que la preeminencia de una sobre otras se acentúe a medida que avanza la obra. Si en la primera parte, Trotski y Mercader tienen el mismo peso seguidos a distancia por la vida de Iván; en la segunda parte la historia de Trotski duplica las páginas que el autor le dedica a Iván, y la de Mercader las triplica. En la tercera parte, Trotski ya ha desaparecido y Mercader acapara las cuatro quintas partes, para concluir con una coda en la vida de Iván que enlaza con el capítulo 1.

La historia de Trotski está narrada en una prosa exacta, concisa, casi exenta de diálogos y florituras. Como un buen libro de historia plagado de datos que, no obstante, lejos de entorpecer la lectura, sitúan al lector (particularmente al lector cubano, adoctrinado a silencios) en los contextos de una historia que, de otro modo, sería ininteligible. Aunque la visión que se ofrece de Trotski es bastante amable, no se excluyen su protagonismo en la represión ni sus juicios más descarnados sobre la revolución traicionada, e incluso sobre su propia praxis revolucionaria como el germen del estalinismo. Es precisamente en esta zona donde el lector cubano encontrará más guiños hacia su realidad inmediata, un estalinismo de baja intensidad.

La vida de Ramón Mercader es el más "novelesco" de los hilos narrativos. Contada con una intensidad dramática que recuerda los mejores momentos de La novela de mi vida, es la zona mejor resuelta de la novela. Al estilo del Víctor Hughes de Alejo Carpentier en El siglo de las Luces, un personaje histórico pero epigonal, con todas sus áreas de silencio, permite a Padura novelar, construir al personaje literario con todas sus aristas, rellenando los huecos de verdad histórica y comprobable con una configuración verosímil. La información se engarza adecuadamente con la dramaturgia y el lector entra con asiduidad en la piel de Mercader, un efecto que no abunda en la narrativa cubana. Incluso algunos de los secundarios seducen en esta zona por su veracidad: el cínico Kotov y todos sus alias, y, sobre todo, esa Caridad que opera en el texto como una Mariana Grajales perversa con toques incestuosos y una soledad más devastadora que la del propio protagonista.

La tercera línea argumental, la del joven Iván que conoce accidentalmente a Ramón Mercader mientras este pasea a sus perros por la playa de Santa María del Mar, es la más endeble. Si los primeros dos hilos narrativos son imprescindibles para la consumación de la historia, este es perfectamente prescindible. Siguiendo la estela de La novela de mi vida, Padura ha necesitado anclar explícitamente el pasado en el presente, el outside con el inside. Pero, a diferencia de la novela de Heredia, donde la búsqueda de los documentos le concede a la historia en presente (a mi juicio, también prescindible) una mayor solidez argumental, en este caso la conexión entre Iván y Mercader resulta, cuando menos, poco verosímil.

Un sicario entrenado para el silencio, que durante veinte años de prisión no reveló ni siquiera su verdadero nombre, de pronto decide contar a un joven (pichón de escritor, para colmo) una historia tremebunda que, aun hoy, no ha sido totalmente desclasificada. Y eso, acompañado por un agente de la Seguridad y en un país totalitario donde operan idénticos mecanismos a aquellos que lo condenaron al silencio. No le basta y, agonizante, lega al joven el manuscrito inconcluso de esa historia. Ni siquiera la sorpresa justifica esta línea argumental, porque, como bien señala Javier Goñi en "El grito de Trotski", el lector adivina enseguida, antes que Iván, que "el hombre que amaba a los perros" es el propio Ramón Mercader.

La única explicación de este tour de force del autor es su necesidad de establecer un paralelo explícito entre el estalinismo y el castrismo, entre dos "revoluciones traicionadas", para decirlo en palabras de Trotski, entre dos utopías estranguladas por la ambición y el miedo. Ciertamente, esto continúa la saga de sus anteriores novelas, pero más acusada. Ya no se trata del Mario Conde desencantado que abandona la policía, ni del policía de La novela de mi vida que, al final, resulta un bandolero y es excretado por el sistema. Aquí no se trata de una "papa podrida" cuya expulsión preserva la bondad del sistema. Ahora es el saco entero, todo el sistema, toda la utopía la que se ha podrido irremisiblemente.

En ese sentido, es el drástico final de una lenta e implacable decepción. Pero lo que puede ser eficaz en términos políticos, no lo es en términos literarios. Ya la literatura (el periodismo, el cine, la música) del Período Especial constituye un verdadero subgénero en el arte cubano. Y la descomposición social que nos pinta el autor no añade nada nuevo a ese catálogo de desgracias. Incluso la muerte de Iván, que Padura ofrece como una alegoría, peca de obvia. Por el contrario, sospecho que el buen lector habría agradecido una visión más elíptica y tangencial de la realidad cubana a través de las historias cruzadas de Trotski y Mercader.

Padura sale casi indemne

Según el autor, el hecho de que Mercader viviera en Cuba desde 1974 y muriera allí en 1978, fue algo que lo atrajo desde el primer momento. Pedro Campos, en "El Hombre que amaba los perros, última novela de Padura", cuenta que en la Casa de las Américas, durante el encuentro de Padura con sus lectores, la pregunta imprecisa de uno de los asistentes quedó pendiente en el aire: "¿Tenía Mercader vínculos y la eventual protección del Estado cubano durante su permanencia en nuestro país?".

Padura respondió que Caridad, la madre de Mercader, trabajó como secretaria en la Embajada de Cuba en París en los primeros sesenta (uno no se la imagina como taquimeca A) y que sí había identificado vínculos de Mercader con figuras importantes del PSP, que lo auxiliarían en Cuba tras asesinar a Trotski. Claro que la presencia de Mercader en la Isla durante la segunda mitad de los setenta no puede ser atribuida a esas "figuras importantes", sino a las nuevas "figuras importantes". Comprendo que ese es terreno minado y esconde muchas trampas, algunas mortales. Quizás aquellas "figuras importantes" del PSP ya hayan muerto, pero las otras están vivitas y coleando en el poder.

Por otra parte, acceder a una información veraz sobre estos hechos en un gobierno edificado con demasiados ladrillos de silencio, habría sido tarea imposible para un autor que pretendía construir con la materia prima de la historia o, en su defecto, de la verosimilitud histórica. Aun así, cualquier lector saldrá de estas páginas con varias preguntas: ¿Quiénes en el antiguo PSP estaban dispuestos a acoger al asesino de Trotski en 1940? ¿Quiénes y por qué le otorgaron visa de tránsito a su salida de la cárcel, cuando ningún país se la concedió? ¿Fueron los mismos "quiénes" los que lo premiaron con una amable jubilación caribeña? ¿Por qué o a cambio de qué?

Si me he arriesgado a juzgar lo escrito asumiendo cualquier margen de error, no voy a juzgar lo no escrito. En el mismo artículo, Pedro Campos concluye que "para los cubanos, en particular, será también un gran descubrimiento identificar cómo 25 años después de la muerte de Stalin en 1953, el estalinismo tenía profundas raíces echadas en nuestra sociedad, al punto de servir de resguardo y guarida final al asesino del iniciador, junto a Lenin, de la Revolución de Octubre (…) Quizás, se tratara de una señal premonitoria del destino, anunciando que los 'últimos años' del estalinismo serían en tierras caribeñas".

No creo que esta novela, ni ninguna otra, marque el fin de las utopías, que son consustanciales a la naturaleza humana. Utopías sociales, políticas, religiosas, científicas vienen signando los pasos del hombre desde que las civilizaciones empezaron a dar noticias de su existencia (y quizás antes, utopías ágrafas). Y tampoco coincido con Padura en que esta "novela podría ser un aporte en la búsqueda de una nueva utopía", tras el fracaso de la Revolución Rusa (Carmen Oria en Cuba Literaria). Aunque busqué con ahínco esa invocación, atisbo, premonición de una nueva utopía, sólo encontré el réquiem de la anterior, su certificado de defunción extendible al presente.

En un encuentro con sus lectores en la Casa de las Américas de La Habana, Padura aseguró que este libro es "el más difícil de concebir, el más ambicioso, el más complejo, el más profundo que ha escrito hasta hoy". Cualquier lector podrá comprobar que, dada la selva donde se ha adentrado Padura en El hombre que amaba a los perros (por cierto, en esta novela todos, incluso el autor, aman a los perros), ha salido casi indemne y nos ha regalado una novela desolada, intensa y muy recomendable.

© cubaencuentro

16 Comentarios


16 by elena (Usuario no autenticado) 04/11/2009 14:20

Efectivamente: "desolada, intensa, muy recomendable". Es un placer leer a Padura.

15 by De la otra Orilla (Usuario no autenticado) 24/10/2009 23:00

La otra novela de Padura sobre el Trostkysmo. QUIN MATO A CELIA HART?

14 by Juanito Colibri (Usuario no autenticado) 24/10/2009 8:40

Celia Hart Santamaria presumia de troskista y viajo por muchos lugares financiada por los que todo lo pagan y lo autorizan en Cuba pues alli nada es por casualidad, ni tan siquiera la muerte o la desaparicion. En otros paises la gente se muere porque estaban vivas o porque se enfermaron pero en Cuba los muertos solamente pueden morirse cuando es la decision mas conveniente para el kaxtrizmo. Celia murio al atravesarsele un arbol que venia en direccion contraria y junto con ella murio el hermano cuando estaba en su apogeo dando conferencias en Venezuela y otros lugares y publicando estupideces y disparates para consumo de extremistas e iguales a ella. Ninguna investigacion y menos detalles y Kaos y otros energumenos rindiendole homenaje a la nueva diosa Marte.

13 by Gavroche (Usuario no autenticado) 23/10/2009 15:40

Esopo: Tienes razon.El Troskismo era tabu en Cuba, algo incomprensible pues la teoria del troskismo en muchos aspectos es mas a la izquierda que el comunismo fascismo stalinismo que se apodero de Cuba.DE todas formas no se regian por la linea del PCC. Nadie sabe que hubiese sido mejor , si un Stalin o un Troski despues de la muerte de Lenin.Para Cuba y los interesados en su historia, creo interesante el estudio de las luchas entre estas facciones pues se enmarcan en las luchas Obreras de mediados del siglo 20. En Cuba el troskismo aun existe como organizacion, minima, y desconocida, pero existe.Muchos de ellos han sufrido prision , tan dura como la de algunos presos politicos, a medida que los viejos stalinistas fueron muriendo(Blas Roca, Lazaro Pena etc) estos fueron siendo mas tolerados, incluso alguna vez fueron invitados a la tribuna el 1 de MAyo, pero eso fue despues , cuando les convenia a los amigos del tercer Reich CAstrista, ellos usan a todos y usaron a los troskistas cubanos pues en el cono sur y Mejico los movimientos troskistas son fuertes aun y necesitaban solidaridad. Los troskistas de Cuba tuvieron incluso mucha comunicacion con Leon Torski como se puede comprobar en los archivos personales de Troski que posee la universidad de HArvard. El troskismo cubano es otra victima de la dictadura Castrista, y con absoluta orfandad sin un defensor visible mas bien se escondieron en su credo absurdo. Nunca pactaron con nadie, y menos con BAtista como hicieron los Comnistas de Blas Roca, que incluso fueron a conversar con un satrapa como Trujillo (Enviaron a Rolando MAsferrer uno de sus miembros de la Epoca)Pero eso es otra Historia. LA Historia de Cuba tendremos que apredernosla de nuevo, cuando algun dia se pueda contar la verdadera no esta, adulterada por el Castrismo Stalinismo. Por cierto, el Che tolero a troskistas en el ministerio de Industria, y fue la Epoca de oro de este Grupo en Cuba , saliendo el Che al Congo, los mandaron para el Principe.

12 by blas garcia hernandez (Usuario no autenticado) 23/10/2009 15:40

Acepto como bueno el comentario sobre el libro de Padura, aunque no lo haya leido...Escribir de Trotski, desde Cuba y no para Cuba, es realmente algo encomiable y si se hace bien- como plantea el comentario, lo aplaudo con fuerza...De la historia hay mucho por aprender...Saludos

11 by la verdad os hara libres (Usuario no autenticado) 23/10/2009 9:20

Otra pregunta a los estudiosos del castrismo como es posible que Padura hable de Mercader desde Cuba y no sea considerado un revisionista o mandado a la carcel?? es que los herejes estan transmutando. Lo siento por los defensores de la igualdad: Troski , Stalin , Mao y Lenin eran iguales para los fines que persguian

10 by Esopo de Cuba (Usuario no autenticado) 23/10/2009 9:20

Para Grabroche (8) aunque fui militante de la UJC y del PCC hoy soy un demócrata convencido, eso que dices sobre la relación Cuba-Trotsky, “Es un rincón oscuro mas de nuestra historia que algún día habría que darle luz” es muy importante, cuando era pequeño escuchaba de los mayores fulano es “troquista” y hasta le pregunté a papá cual era el significado de esa palabra, contestó eso es una persona que trata de confundir a los demás o sea quiere cambiar la realidad porque “troca” las cosas, eso para mi por mucho tiempo fue lo que conocía como trotskysta. Cuando la muerte del Che yo era militante de la UJC, entre las noticias que dieron en Cuba dijeron que cuando lo capturaron le ocuparon un libro de León Trostky, eso empezó a dar vuelta en mi cabeza, en mi centro de trabajo tenia un compañero militante del PCC que procedía del antiguo partido comunista, yo lo fui a ver y le pregunté quien era León Trostky y si él me podía conseguir un libro de Trostky, aquel hombre empezó a temblar los ojos se le querían salir, me llamó para un lado y me dijo fulano como amigo y por el aprecio que te tengo no vuelvas ha hablar de eso, mucho menos de conseguir ese tipo de libro porque si algún militante se entera y nos echa “pa lante” a los dos no van hacer talco, tanto tu como yo vamos a perder la militancia. Aquí en el país en que me encuentro vi un documental en Discori Chanel, que aborda el asesinato de Trostky donde se detalla toda la acción en la casa donde vivía, en el documental participó su nieto y algunos mexicanos, que pertenecieron a la cuarta internacional, que fueron allegados de Trostky aún muy joven, ahora con la novela de Padura pienso como tu dices seguir desvendando ese rincón oscuro…. Porque todavía hoy muchas cosas por aclarar. Hay algunos comentarios que tratan en blanco y negro y meten en un mismo saco al comunismo, estalinismo y trostkysmo, pienso que nosotros los cubanos, como pueblo maduro, en el futuro todas estas cosa que tienen que ver con nuestro devenir histórico hay que estudiarlas y ponerla bien a limpio, porque es unos de los factores que nos garantizarán mantener una democracia estable y que los cubanos de estas y de las futuras generaciones mas nunca se dejen engañar y embaucar por ningún farsante como pasó con el hoy moribundo anciano dictador, porque como dijo Martí “la ignorancia mata a los pueblos”.

9 by Esopo de Cuba (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:20

Critica muy concreta y objetiva a la nueva novela de Padura, para los que como yo que no la han leído, nos da una perspectiva al respecto, cubaencuentro.com debería tener más en cuenta articulista como Luis Manuel García Méndez que nos brinden una buena información y lo fundamental que no atormenten a los lectores con sus incoherencias y estilos rebuscados para dar la apariencia de ser versados en la temática.

8 by Gavroche (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:20

El Troskismo en Cuba surge luego del regreso del lider Sandalio Junco de la URSS , dividiendo al Partido Comunista y creando una grieta insalvable entre los stalinistas y los Troskistas, hubo sangre y combates armados entre los dos. A pesar de que en el Granma el unico militante comunista que vino, Pablo Diaz era un Torskista, la dictadura fascista de Fidel Castro al triunfo de Enero del 59, reprimio a los troskistas por presiones de los genuflexos del Partido Socialista Popular. El troskismo en Cuba llego a controlar importantes sindicatos entre ellos y durante un tiempo la poderosa Federacion Obrera de la Habana. Mucho hay que escribir, Mercader fue un incidente, apenas un isntante entre la lucha de estas facciones a nivel mundial, pero no tuvo incidencia en la lucha interna de Cuba, un rincon oscuro mas de nuestra historia que algun dia habria que darle luz.

7 by Ralf (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:20

El cubano de la isla tiene experiencia en leer entre lineas y esta novela de publicarse en Cuba seria mas popular que los panfletos historicos que se editan alla hasta el cansancio y eso a "ellos" no les conviene.

6 by Mario Faz (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:20

El pensamiento comunista sea de Trostky o de Stalin esta signado por un punto de partida, se coloca al individuo como una pieza dentro de una sociedad dirigida por una elite politica e intelectual ideologizada que tarde o temprano converge con su supuesta nemesis, el nazismo. La desaparicion del comunismo como ideologia de estado al desaparecer la URSS no muere sino que se recicla en Universidades y organizaciones sociales dentro de las democracias occidentales. Este fenomeno me lleva a una conclusion: puede un pais como los Estados Unidos, cuya filosofia politica se enmarca en el valor de la figura humana a la cual la constitucion, las leyes e instituciones se erigen como defensoras puede aceptar esto? Sucede en estos momentos, la ideologizacion del poder ejecutivo norteamericano tanto por la figura del presidente cuyos antecedentes como "activista politico" y las figuras llevadas por el a la Casa Blanca, con antecedentes claramente de izquierda o como les llaman aqui "liberales" se inclina a esto?. Esta es la pregunta fundamental que se debe responder en estos momentos de confrontacion politica en los Estados Unidos. A mi entender, un presidente elegido en cualquier pais del mundo no ocupa el cargo para gobernar a su talante personal y menos a placer del grupo o grupos de intereses que lo apoyaron. Se gobierna para todos, desde el burgues millonario que se solaza en residencias en Palm Beach, el propietario del pequeno negocio que subsiste en los vaivenes de la economia y el trabajador que sobrevive semana por ssemana de un salario. Como puede un presidente olvidar eso? Los comunistas o la izquierda fanatizada de cualquier pais al triunfar en unas elecciones, cualesquiera hayan sido los metodos usados, se coloca en un punto de no regreso cuando actua de capricho. hablar de Trosky o de Stalin es avivar con demagogia la hoguera de la disolucion social. Que pretende el Sr. Padura? Vale preguntarse esto y entrar al debate, la otra cara de la moneda de la libertad de expresion. Cosa que olvidan casai siempre la izquierda y porque no decirlo, la derecha llevando a extremos sus ideologia. hablese de Madison o de jefferson y olvidemos discursos altisonante que resdoblan al desastre venidero para los estados Unidos, Europa o de Latinoamerica.

5 by Javier Figueroa (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:00

Estoy generalmente de acuerdo con el análisis de García Méndez sobre la nueva novela de Padura (la cual estoy por terminar). Lo que hoy le comentaba a alguien con quien conversaba sobre la misma es que Iván no hiciese alusión alguna al juicio de Ochoa que tantas semejanzas tiene con los procesos de Moscú. A la misma vez, tengo la impresión de que la contundencia y claridad con las que Padura juzga al régimen estalinista no aparecen en su valoración de la realidad cubana en donde su valoración aparece de una manera oblicua. Quizá la explicación la ofrece el propio Iván con el miedo que suele acompañarle en la narración. De todas maneras, hasta ahora (400 y pico de páginas) me parece un texto de gran calidad.

4 by Así asesinaron a Trosky (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:00

Recuerdo en 1978 cuando un alto funcionario del MININT me habló en cuchicheo de la muerte del asesino de Troski en Cuba, la cual había ocurrido el día anterior; el oficial se sentía un tanto desconcertado pues no sabían qué hacer con el cuerpo. A mí sorprendió tanto de que el asesino estuviera en Cuba, como que dicho oficial me hablara de eso, pues solamente éramos conocidos de hacía muy poco tiempo. La URSS había condecorado secretamente al asesino con la Orden de Héroe de la Unión Soviética, pero no quería tenerlo en su territorio. Solamente el refugio o santuario de terroristas que ha sido la Cuba castrista desde 1959 le dio cobijo.

3 by El Boniato. (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:00

Recuerdo que hace algunos annos, cuando todavia no existia el hotel Triton y el edificio que hoy es el Chateau Miramar era una dependencia del MININT, estaba con mis amigos en lo que nosotros llamabamos "la costa" (esa parte del litoral norte de La Habana desde la calle 82 hasta la calle 62, en Miramar) cuando vi a un muchacho de unos 12 annos con unos perros formidables. Eran grandes y con mucha pelambre, de una raza que en aquel entonces era desconocida para mi. Despues supe con el tiempo que se trataban de pastores afganos, al menos asi lo llamabamos en Cuba. El muchacho estaba orgulloso de ensenar sus perros y a las claras se veia que era extranjero con una piel muy blanca y de cachetes rosados, pero hablaba espanol. Nadie sabia quien era ni de donde habia salido. En la costa todos nos conociamos. No muchos en aquel entonces se aventuraban a banarse en aquel pedazo de mar con rocas afiladas. Vimos al muchacho con sus perros varias veces hasta que uno de nosotros, no recuerdo quien exactamente dijo: el es hijo del que mato a Trostky. Eso me parecio casi increible, con una gran carga de fantasia como los libros de Sandokan que me leia en ese entonces. Nunca he podido verificar esta historia. Ahora leyendo este trabajo aqui en Cubaencuentro que parece que todo era verdad. Si mal no me acuerdo este muchacho de los perros (y seguramente junto Mercader) vivia en una casa que estaba en la calle 5ta A entre 70 y 66 en Miramar (Que extranno, en Miramar. Por que no le dieron una casa en Regla o en Centro Habana?) Si alguien puede aportar mas datos sobre esto, por favor, pues quien sabe si ayudamos a Padura a hacer otro libro.

2 by Amicus Plato (Usuario no autenticado) 22/10/2009 22:00

Ya una vez conté que Iosif Grigulevich, el oficial de la inteligencia soviética que dirigió el complot para asesinar a Trostki comió en mi casa de Santa Clara en los años sesenta. Para entonces se había trasmutado en un erudito y amable profesor especialisa en Historia Latinoamericana. Años más tarde una revista editada en Moscú contó parte de su historia como rocambolesco espía soviético que llegó a infiltrarse en el cuerpo diplomático de Costa Rica y actuar como una especie de Consul en Roma. Antes de llegar a México para coordinar el atentado contra Trotski estuvo en otros países del Continente, entre ellos Argentina. Creo que murió en los años ochenta después de ser condecorado como Héroe de la Unión Soviética. En el caso de Ramón Mercader, un grupo de la élite cubana postestalinista acompañó su cadaver al Cementerio de Colón tras su muerte en La Habana a fines de los años setenta.

1 by Esceptico (Usuario no autenticado) 22/10/2009 12:20

Esoy totalmente de acuerdo que es una novela magnifica, imprescindible de leer para los cubanos. La pregunta que me planteo es si el regimen va a editarla en Cuba. ¿La dejaran leer? Esa es la incognita.

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