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Actualizado: 28/06/2024 0:13

Artes Plásticas

¿Cómo llenar la ausencia de significados?

El Centro Cultural Español acoge la exposición colectiva 'Miami: Ciudad Metáfora', curada por Jesús Rosado y Eduard Reboll.


"My words have nothing to tell me anymore. My thoughts suck the blood out of the images". (Heiner Müller, Hamlet-Machine)

Una buena dosis de información histórica y sentido común se requiere para hablar acertadamente de cualquier ciudad del mundo. Y aun así, algunos lugares se confunden sin remedio en nuestro imaginario y sólo logramos distinguir leves fragmentos: un pedazo de nube atascada en el penacho de una palma o de una grúa, una azotea con escaleras al cielo, un basurero, una lata de leche condensada abierta, una sardina en lata. Imágenes que se trastocan y se completan las unas a las otras. Un flujo de imágenes que no sabemos de dónde vienen ni a dónde van. Nos damos cuenta de que hay varios pequeños segmentos apilados en el escenario, fracciones de lugares sin identificación.

Puede ocurrir lo mismo con las ideas, se agolpan sin querer en nuestro cerebrito. Hablamos, escribimos, competimos, comparamos, discutimos. La verbalización del pensamiento se convierte en una mísera tarea mecánica, rebuscada, filtrada, artificial. Entonces no podemos evitar hacer un croquis, un poema o una oración simple que se parece a tantas otras que ya se han escrito, publicado, imaginado. Una arquitectura de ideas perfectamente inútil, una poesía con afeites. Escrituras que se reproducen a sí mismas; escrituras inyectadas (¿con hormonas?).

¿Hay solución cuando escasean las palabras? ¿Será que hemos confundido las ideas con la palabrería? Quizás debamos enfrascarnos en un experimento de silencio prolongado para encontrar alguna frase mínima, invisible, inacabada, que en realidad metaforice nuestro estado de ánimo a través de imágenes, colores, garabatos. No hay nada más triste que la vacuidad de las palabras.

Miami: Ciudad Metáfora, exposición colectiva curada por Jesús Rosado y Eduard Reboll en el Centro Cultural Español, es un pretexto para cuestionar la vulnerabilidad, incapacidad expresiva del lenguaje (visual, poético) en la producción de sentido. ¿Cómo se puede volver, revindicar el origen de un término que ha sido visitado en innumerables ocasiones, incluso desde la propia negación de su funcionalidad?

He aquí la incógnita, verdadera motivación de cualquier obra de arte, exhibición o discurso crítico contemporáneo: la búsqueda de una posible metáfora de la metáfora. Miami deviene en engendro alegórico, material que los artistas deben interpretar, acomodar, diseccionar. La muestra incluye obras de veintisiete creadores en fotografía, dibujo, escultura, graffiti, videoproyección y videoinstalación. Algunos trabajos presentan elementos típicos que pueden ser asociados fácilmente con la imagen de una ciudad (real, improvisada), mientras otros buscan reflejar detalles menos asequibles.

A veces, la inherente retórica del simbolismo dificulta la comprensión del sujeto analizado. Y es que el mismo uso despiadado del lenguaje puede crear una zona de enrarecimiento que no logra producir ningún efecto en el espectador. ¿Existe alguna fórmula para resucitar la esencia de la metáfora, su capacidad evocativa? ¿Cómo llenar la ausencia de significados y, al mismo tiempo, huir de la inocuidad de los objetos, la hojarasca, la futilidad que se esconde en cada uno de nosotros?

Entre las piezas expuestas resalta LandscapeInterrupted, de Pedro Portal, una serie de fotografías instaladas en la pared que proponen una inquietante reflexión sobre el vacío. Cartografía de un territorio, de Ana Ochoa, presenta un espacio arrasado por la desolación. La artista prepara una plataforma circular hecha con arena, donde acumula objetos que han sido abandonados. Sombrillas de playa circundan la escena en acto heroico, imperceptible, por ocultar las almas y las armas. Desaparecemos para siempre en una foto con el mar tan cerca y los edificios al fondo.

La metáfora (o su imitación) puede ser el último recurso que tenemos para salir a flote, sobre todo en los momentos en que nos sentimos absolutamente incapaces de nadar en contra de la corriente. No podemos disimular ojeras, imperfecciones, postraciones. Nos refugiamos en la misericordia del ajeno, palabras, palabras, palabras, fuerza centrípeta de nuestras vidas. Uno escudriña el diccionario y descubre que no hay diferencia entre la primera y la última página, vocablos organizados en fila rumbo al paredón. La metáfora es después de todo un elemento que enmascara intenciones, expresiones, sentimientos, una mentira blanca que hemos asumido con el tiempo.

Miami moola/Muela, de Cesar Trasobares, asume una postura crítica ante la subjetividad del término. La obra parte de una profunda poética de la desacralización, una parábola fetichista del consumismo, el descreimiento y la frivolidad que nos carcome. Thisn't Havana, de Arturo Cuenca, nos recuerda la conocida obra de Magritte, La perfidia de lasimágenes. El título de la pieza aparece impreso en tela con estampas diseminadas de un paisaje borroso, reflejo de una ciudad sin nombre donde uno puede acordarse de La Habana, una villa extraviada en el mapa, su reproducción.

Aunque la mayoría de los artistas hacen énfasis en la interpretación visual de la metáfora, otros descubren también posibilidades narrativas/sensoriales que involucran al público, utilizando niveles de referencia más subliminales. El espectador no consume, sino completa las historias de acuerdo con su experiencia individual. María Adelaida López, por ejemplo, muestra la maqueta de un edificio de dos pisos en su estado más rudimentario. The Jonhsons and The Ramírez nos da la oportunidad de imaginar intrigas de amores prohibidos, trifulcas, que pueden quizá reconectarnos con los legendarios malentendidos del universo shakesperiano.

Comportamiento Sintáctico, de Ernesto Restrepo, tiene un marcado carácter sensorial. El espectador es atraído por el sonido escondido dentro de una torre hecha con marcos que han sido cuidadosamente empapelados. A pesar de que la imagen proyectada no puede distinguirse con facilidad, la elocuencia del sonido nos ubica en medio de una historia de persecución, mal tiempo e insospechado desenlace.

Imagen y sonido conspiran en Urbanidad psicogenética, de Francis Ferraza. La yuxtaposición de signos evita la literalidad de la expresión visual. La palabra urbanidad nos transporta al ámbito citadino impregnado de ruidos y personas apuradas. Dispersión, confusión, necesidad de elucidar, alucinar, quimérica vindicación de la metáfora. El metro rail es un retrato (hablado) del eterno ejercicio de búsqueda, la espera impasible, pensamiento en peligro de extinción.

© cubaencuentro

6 Comentarios


6 by Eduardo Rodríguez Solís (Usuario no autenticado) 11/08/2009 9:40

Esta Dinorah Pérez sabe manejar el idioma. Ella es una escritora que se ve ha tenido una formación más que académica. Es una escritora que construye universos. Sabe lo que hace. En este mundo hay poca gente como ella. Hay que publicarle lo que escriba. Hasta con los ojos cerrados sabe manejar su español... Con el tiempo esta escritora nos va a dar sorpresas. Su inteligencia va muy lejos. Claro que sí.

5 by futurista (Usuario no autenticado) 15/07/2008 0:20

No cañoneen más esa exhibición mediocre, que sucedió hace dos meses y no aportó nada a pesar del sospechoso batallón de apologistas. No representa absolutamente las artes visuales latinas de Miami, ni trasmite una imagen objetiva de la realidad de esta ciudad desgraciadamente inculta.

4 by Marino Lopez (Usuario no autenticado) 02/07/2008 23:20

De Miami ...como nos queremos todos aqui... voy para alla...MMuy congruente explicativo y sobre todo certera su vision global,que estilo ,que paciencia...y asi muchisimas palabras..felicidades Dinorah Pérez-Rementería ....NNo aguanto por leer otro review de estos tan bonitos... MMuchas gracias CCorazon..que tierno. Sigue asi eso si es un ejemplo. Marino Lopez

3 by A.T. (Usuario no autenticado) 01/07/2008 0:40

Una "toma" distinta del asunto. Gracias Dinorita.

2 by Mi humildísima opinión (Usuario no autenticado) 01/07/2008 0:20

Estoy lejos de Miami y no debo hablar de lo que no observo. Sí, al menos, puedo decir mi opinión sobre la foto de Woman-car carroza que acompaña este ensayo. Si eso es arte, yo soy el emperador de China. Eso, no puedo darle otro nombre: es mierda. Basura. La prosa de Dinorah Pérez-Rementería, sin embargo, me parece extraordinaria. Me ha encantado la forma en que trae la sugerencia, la metáfora de lo que nos describe. Valga pues, el artículo. Felicidades a Dinorah. Y a encuentro, por publicarla.

1 by Ernesto Milanes (Usuario no autenticado) 01/07/2008 0:20

Querida Dinorah, -después de superar las 9 exigencias de la editorial-, solo puedo decirte que: Eres muy diligente “dorando la píldora”, si Osvaldo Sánchez hizo popular el termino de “exilio de terciopelo”, yo diría que estamos ante la “critica de terciopelo”. Si así perseguimos, tendremos mas artistas y curadores de terciopelo.

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