A Cristina Escobar la escandaliza el que en Estados Unidos se reúnan quienes creen a La Tierra plana.

Mientras no intenten imponerme su creencia, sino convencerme con argumentos, yo en cambio defiendo su derecho a reunirse y hacer propaganda.

Y es que quién sabe, va y cualquier día de estos ellos encuentren esos argumentos convincentes, y de paso una nueva Física. No sería la primera vez. Como sostenía Feyerabend: la ciencia es una actividad oportunista abierta a todos los caminos, aun aquellos que por ahora parece haber abandonado definitivamente. Ahí tenemos a la Mecánica Cuántica, que con violaciones como la del principio de localidad ha retrotraído la Física a un periodo pre-cartesiano.

En todo caso es fácil sostener que La Tierra es redonda después de Eratóstenes y Elcano. Lo meritorio habría sido hacerlo en el año 1000, o en el paleolítico. Una actitud impensable para una personalidad como la de esta mujer a medio madurar repleta de afeites, amante del statu quo, de creer en fin que se vive en el mejor de los mundos posibles, y que todo es seguro y cierto, ya que lo establecen las jerarquías, ¿gubernamentales? Basta con rasgar las oscuras telas con que cubren al mundo los interesados en propagar la ignorancia.

El peligro no está en quienes creen lo que nos parece un sinsentido, sea que La Tierra es plana o que el principio de localidad no encuentra constataciones evidentes, como Niels Bohr, sino en aquellos que pretenden imponernos sus creencias a la fuerza.

El caso de Cristina Escobar, vocera oficiosa de un régimen como el de Raúl Castro, enemigo del libre pensamiento y su libre contrastación en la gran ágora humana.

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