Opinión

Mayo francés, marzo cubano

Mientras los jovenes franceses se manifestaban contra el poder, La Habana ejecutaba una 'ofensiva revolucionaria' para el control ciudadano.

Comentarios Enviar Imprimir

A la dicotomía creación-destrucción, que practica por aquellos años en relación con el movimiento guerrillero latinoamericano, se une otra, penetración-aislamiento, que intenta con más o menos éxito con los intelectuales de todo el mundo. Mientras que el apoyo guerrillero podrá sostenerlo hasta la llegada de Mijail Gorbachov al poder en la Unión Soviética, la relación con los intelectuales entrará en crisis mucho antes, a comienzos de la década de los años setenta, y nunca podrá volver a ser restablecida por completo.

Irreverencia y dogmatismo

Si cabe duda sobre la influencia directa de la revolución cubana en lo ocurrido en Europa en 1968, basta recordar que en enero de ese año se celebra el Congreso Cultural de La Habana, el cual establece las pautas ideológicas que imperarán tanto en las formas de creación artística, como en la definición del papel de los intelectuales. El arte y la creación literaria como instrumento de propaganda revolucionario y el creador concebido como un hombre de acción frente a los problemas del mundo subdesarrollado y subordinado a la solidaridad internacional con el régimen cubano.

El que muchos de los intelectuales europeos que abrazaron y se aprovecharon del mayo francés comulgaran tan estrechamente con la causa cubana, se explica por la dualidad del movimiento, que, como ha explicado Antonio Muñoz Molina, se caracterizó por "la mezcla de dos actitudes incompatibles entre sí, un afán de libertad vital y saludable irreverencia y un obtuso dogmatismo político". Barricadas intelectuales en favor de un maoísmo que precisamente por igual fecha hacía polvo cualquier vestigio intelectual.

No sólo Fidel Castro se aprovecha de esta mezcla de irreverencia y dogmatismo para definir su posición, sino que mantiene a raya tanto a supuestos aliados como a opositores declarados. Apoyo a la entrada de tanques soviéticos en Praga, silencio de la prensa sobre lo que acontece durante la Revolución Cultural China. Cautela al tratar los sucesos en Francia, Alemania e Italia, y años después, recibimiento entusiasta al ex presidente Luis Echeverría, responsable de la Matanza de Tlatelolco.

Observar las vías paralelas, en lo cultural y económico, de los resultados de la ofensiva revolucionaria, permite apreciar cómo durante años en Cuba ha resultado más fácil cambiar o crear un ministerio que abrir un puesto de fritas. Con el lema de poner fin a los "timbiriches" se eliminó un sector de la esfera de servicios necesario para la población y nunca sustituido a plenitud por el Estado, el cual todavía lucha por volver a existir.

Traspaso rápido de jerarquías

Mientras fue posible desarrollar una red de publicaciones e instituciones, que para el resto del mundo servían de ejemplo a la hora de distinguir las diferencias entre la Isla y el resto de la comunidad socialista, los cubanos de a pie no encontraban una cafetería que les brindara un refresco o al menos una guarapera, donde con un trapiche primitivo se pudiera sacar jugo a unas cuantas cañas de azúcar.

Fue por entonces que aparecieron ediciones de libros prohibidos en la Unión Soviética y los países socialistas, aunque de circulación más o menos restringida. La irreverencia y el dogmatismo fueron practicados con éxito por las revistas Pensamiento Crítico, Casa de las Américas y Cine Cubano. Se permitieron textos críticos con la ortodoxia soviética. Pero esta heterodoxia cubana se limitaba a la exaltación de la lucha guerrillera latinoamericana y una sobrevalorización de la función ideológica que llevaba al rechazo del determinismo marxista, no en favor de una apertura, sino de una inversión dogmática de valores: crear conciencia con la riqueza.

Todo ello permitió posteriormente un traspaso rápido de jerarquías dentro del mismo molde dogmático, para lo cual bastó con sacrificar a unos pocos peones: el paso a la enseñanza del marxismo-leninismo de acuerdo con los cánones soviéticos.

La brecha entre las formas culturales y las actividades económicas contribuyó al mantenimiento de una alianza cada vez más precaria con la intelectualidad europea. También posibilitó —y es bueno no olvidarlo— el florecimiento de formas musicales (música dodecafónica, electroacústica y abstracta) no permitidas en la URSS. En igual sentido, se puede hablar de la libertad de creación en las artes plásticas.

Respecto a la literatura, no se produce un conflicto de trascendencia internacional, aunque en 1968 Norberto Fuentes gana el Premio de Cuento Casa de las Américas, con Condenados de Condado, y tanto libro y autor amplían la relación conflictiva entre el Estado y los escritores de la Isla, la que tras el caso PM y el cierre de Lunes de Revolución se había limitado a la polémica Lisandro Otero-Heberto Padilla, reflejada en El Caimán Barbudo.

La crisis estallará de inmediato con la reinserción plena de Cuba en la óptica soviética, en 1971. El detonante es el célebre caso Padilla, donde el poeta es sacrificado como el ejemplo más notorio que puede brindar La Habana a Moscú de su compromiso con la ortodoxia cultural soviética.

Pequeñez relativa y alcance amplio

Mientras esto ocurre en la cultura, poco se hace en favor del ciudadano de a pie para satisfacer sus necesidades más elementales tras la desaparición de los últimos vestigios de la pequeña empresa privada. Tampoco esta situación preocupa en nada a la prensa internacional (aún hoy esta etapa se sigue ignorando, desde el punto de vista histórico).

La explicación es fácil: para buena parte del mundo, en Cuba no era necesaria la mencionada mezcla de irreverencia y dogmatismo, o no se quería ver la ausencia de la primera y el derroche de lo segundo, y a nadie le preocupaba si había o no guarapo en la Isla.

Vista en este contexto generalizado, la ofensiva revolucionaria se destaca por su carácter paradójico: su pequeñez relativa y su alcance amplio. La expropiación de los pequeños negocios no tuvo una repercusión importante dentro de la producción del país y su macroeconomía.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.