Mal gobierno, Emigración, Pobreza

Cuba a pedacitos

La cultura de la pobreza, la indefensión aprendida y la mediocridad han destrozado a la nación que se pretendió bastión antiyanqui y hoy no puede vivir sin los dólares ni los pollos estadounidenses

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Había una vez una isla que suplantaba la realidad con entusiasmo revolucionario y saltaba de ocurrencia en ocurrencia del máximo líder como el plátano micro jet —que fue la mariquita más cara del mundo— la zeolita, la voluntad hidráulica y los grupos electrógenos; ahora ya ni eso; apenas queda el casco y la mala idea.

Cuba agoniza a impulsos de resistencia propagandística, alumbraditos y una estampida migratoria que no cesa y apenas distingue por edades porque los cubanos se quieren largar de un país que se parece a aquel descrito por Fidel Castro, en 1959:

“Como vamos a decir esta es nuestra patria, si de la patria no tenemos nada. Mi patria, pero mi patria no me da nada, mi patria no me sostiene, en mi patria me muero de hambre. ¡Eso no es patria! Será patria para unos cuantos, pero no para el pueblo (…) Patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento…”

Los exégetas del tardocastrismo, incluido el compañero Ramoncín (así llamó Díaz-Canel a Ignacio Ramonet en una reciente performance propagandística), dirán que 1959 queda muy lejos; ¡lejísimo!, pero entonces no se entiende que —para justificar el descampado de hoy— se acuda a la Cuba precastrista.

La cultura de la pobreza, la indefensión aprendida y la mediocridad han destrozado a la nación que se pretendió bastión antiyanqui y ahora no puede vivir sin los dólares ni los pollos estadounidenses; reelabora los discursos políticos y culturales al dictado de aliados tácticos y ha sufrido el destrozo de las conquistas en Educación y Salud, que ya producen analfabetos funcionales y muertos a ritmo de contingente.

Hasta antes de ayer, la consigna era resistir a cualquier precio; léase conservar el poder a costa del sufrimiento de millones de cubanos; ahora ya es proferir que “no nos doblegarán”, mero alarde semiótico, pues la casta verde oliva y enguayaberada vive doblegada a Estados Unidos —a quien suplica que la saque de la lista terrorista— y a Rusia y China o cualquier poderoso que suelte alguna limosna, pero a su vez, el mal gobierno pretende mantener doblegados a la mayoría de los ciudadanos.

¿Qué país puede mantenerse con el desvelo de millones de cubanos, que llevan días sin poder dormir por el calor ambiental, agravado por los apagones; qué nación puede sostenerse sin producción de bienes y servicios; qué isla puede resistir sin poder comer pescado?

Un vistazo al partido, el estado y el gobierno evidencia —salvo excepciones— la mala calidad humana y el cochambroso pensamiento de los administradores de la miseria, que semejan caballitos de un carrusel perverso subiendo y bajando entre atropellos —como la nueva ley sobre información estatal— y mentiras como el podcast reciente de los tres chiflados sobre la oscuridad reinante.

El gobierno y la prensa estatal se han convertido en el hazmellorar de muchos cubanos, que ven en cada esperpento oficial un latigazo sobre sus cansadas espaldas y la constatación de la náusea perenne en que degeneró la revolución de los humiles, por y para los ídem. ¡Menos mal que todo lo intentado era para ellos, que si llega a ser contra los pobres!


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